A propósito de la masiva llegada de Wal-Mart a Chile: impactos del Retail en Santiago

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foto original de flickr.com/photos/juque

Después del anuncio público de compra de acciones a D&S que realizó la trasnacional norteamericana Wal-Mart, ponemos a disposición de ustedes un análisis de los impactos del Retail en la realidad urbana santiaguina.

Los dos impactos en santiago: más allá del Bien y el Mall

Como lo dice Francoise Ascher, a quien mi amiga Camila Cociña y yo no nos cansamos de citar, las ciudades “cristalizan y reflejan las lógicas de las sociedades que acogen”. Ya en otro artículo habíamos comentado cómo la importancia que la industria del Retail ha adquirido en la economía chilena se ha manifestado fuertemente en la ciudad de Santiago. Estos efectos se dejan ver a través de la arquitectura y los artefactos de multiplicación de suelo y representación del poder que han sido los rascacielos desde hace ya casi un siglo. Tenemos en Santiago nuestras propias pequeñas arenas globalizantes donde Cencosud, Said y Solari, tres importantes grupos económicos nacionales, se pelean quién construye el monumento más alto .

Ahora, además de los efectos urbanos simbólicos y materiales que pueden derivarse, en la lógica de Acher, de la importancia productiva – y, consecuentemente, social – de la industria del Retail en Chile, existe otra dimensión de impacto en la realidad urbana, que tiene que ver con los cambios que estos “artefactos urbanos” producen en las relaciones de producción y consumo en una ciudad como Santiago.

En este sentido, me gustaría hacer aquí una distinción importante. Cuando se habla de Retail, tendemos a asociar la palabra tanto a su origen, que se refiere a las lógicas del comercio minorista masificados por ejemplos por Wal-Mart en EEUU, como a los “Malls”, que son una tipología que ha sido la manera de cristalizar una estrategia urbana y comercial, que en Santiago tiene características propias.

El Mall

Desde el invento realizado por el arquitecto Victor Gruen en los 50s, el Mall ha recorrido bastante hasta aterrizar en lo que conocemos hoy. Cuando relacionamos la aparición de estos centros comerciales con el desarrollo urbano de Santiago, hay bastante que decir. Gran parte de lo que esta ciudad es hoy tiene que ver con la planificación metropolitana realizada en el PRIS de 1960, ya sea por las transformaciones que buscaron materializar los ideales de entonces, o las medidas posteriores que combatían un supuesto “exceso de diseño” y durante los 70s y 80s contradijeron la planificación original para aplicar los preceptos neoliberales en el mercado de suelos santiaguino. Una situación intermedia es la generada desde el PRMS del 94 y sus modificaciones. Algo que tiene que ver especialmente con el primero y último instrumento es la idea de polos de desarrollo o centros de servicios.

Es en este punto que resulta interesante la relación entre estos centros y algunos Malls capitalinos, puesto que algunos, como el Mall Plaza Vespucio en el Paradero 14 de Vicuña Mackenna, coinciden. Los defensores del sprawl y el uso del automóvil en Santiago, como Marcial Echenique, miran en parte con ojos positivos el tipo de expansión urbana que se ha dado en Santiago –  fuertemente asociada al uso de las autopistas –, precisamente gracias a la existencia de nuevos subcentros que irían configurando una ciudad policéntrica, en lugar de una única centralidad en lo que es el casco histórico. Los ejemplos que se mira en estos casos corresponden precisamente a casos como el Paradero 14. La forma urbana que han generado los malls en Santiago resultan un hecho poco estudiado y en continuo cambio; la enorme concentración de usos que incluye desde supermercados, universidades, tiendas, restaurantes, teatros, centros de salud y hoteles; el reciente fenómeno de “apertura” al exterior urbano a través de los “Boulevard”; las contradicciones propias del régimen de espacio privado / uso público; los fenómenos de crédito y endeudamiento y la expansión, por estos medios, del consumo hacia sectores sociales vulnerables, modificando sus condiciones materiales; son todos fenómenos que están a la espera de mayores análisis, aunque unos pocos ya se han interesado.

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(Plaza Vespucio) imagen original de flickr.com/photos/siberian

El caso urbano de D&S / Wal-Mart: “Save Money, Live Better” (slogan de Wal-Mart)

Lo que hay que entender, es que, a pesar que por “retail” se pueda hablar tanto de los Malls como de los simples supermercados, ambos son fenómenos muy distintos. Y debemos tener claro que cuando hablamos de Wal-Mart, y de lo que hace hasta ahora D&S con sus cadenas de supermercados, corresponde a lo segundo. De hecho, la estrategia de Lider es muy parecida a lo que hace el gigante norteamericano; se trata de un producto muy explícitamente sencillo,  centrado en la propagación territorial de grandes contenedores que sirven de espacio a una explosión de precios bajos. A diferencia de lo que está pasando con algunos Malls, en los que parte de lo que se vende es una “experiencia urbana”, en los cafés de los “Boulevard”, con acceso incluso a actividades culturales (buenos ejemplos son las Salas SCD o los Teatros), la estrategia de este retail walmartiano se centra sólo en la posibilidad de masificar el consumo de sus productos, a partir de captar mercados locales que pasan a ser receptores de mercancías logradas a muy bajo costo gracias a una estructura de producción a nivel global, en la que los enormes volúmenes de producción y consumo permiten sostener un conveniente tráfico de mercancías desde China y otros países asiáticos, especialmente generados para ser vendidos en los supermercados de Wal-Mart, que el 2005 tenía los ingresos de la 20ª economía del mundo.

Es en este sentido que los supermercados representan un perjuicio urbano. Es fundamental llevar las críticas a este modelo de negocios más allá de opiniones que se basan puramente en una “armonía estética” de la ciudad, o cualquier símil que frecuentemente usan profesionales típicamente arquitectos. El problema acá se encuentra, precisamente, en el tipo de estructura urbana santiaguina y los efectos de este tipo de artefactos en el tejido social y productivo.

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Imagen de flickr.com/photos/pajaritos

Las críticas a Wal-Mart en EEUU, además de las malas prácticas laborales (que cambian según cada país), y el fomento del outsourcing (en Norteamérica sufren graves problemas sociales producto de la migración de las industrias manufactureras a otros países con mano de obra más barata), tienen que ver con el impacto en los comercios locales donde se instala. En el fondo, está asociada al Dumping, o prácticas en las que se bajan los precios tanto como la enorme economía de escala del Wal-Mart lo permite, lo que deja a los comercios de menor escala sin posibilidad de sobrevivir.

A algunos nos genera una incertidumbre tremenda lo que puede pasar al mediano plazo en la periferia santiaguina. Esto tiene que ver con la competencia entre el comercio informal y el sector formal. En una ciudad que, principalmente a través de la construcción masiva de viviendas sociales, ha generado una periferia pobre y monótona carente de servicios y referentes productivos

, el comercio informal se ha transformado en una interesante, pero frágil, forma de tejido social y economías locales. Las ferias libres y los almacenes de barrio – abiertos en las plantas bajas de las mismas viviendas sociales – son un ejemplo de formas modestas de subsistencia que van proporcionando formas básicas de acceso a servicios y nuevas prácticas sociales. Un caso fundamental es el de las Ferias libres, que se han transformado en importantes formas de distribución de mercancías, aprovechando, todo lo contrario, la economía de escala micro. En las ferias se distribuye una parte considerable de los productos agropecuarios en Santiago, al mismo tiempo que se venden muchos productos específicos que sólo pueden ser adquiridos en pequeñas cantidades, y sin moverse más allá de la casa – desde papel confort, hasta ropa o artículos de ferretería.

Este tipo de economías locales está bajo franca amenaza bajo un esquema de negocios que busca, precisamente, ampliar el mercado del retail hacia los sectores más populares. Si bien esto se pinta como una oportunidad, bajo lemas como “Save Money, Live Better”, para los más pobres de acceder a un consumo de “mayor nivel”, en los supermercados, no debemos desentendernos de la relación entre estas distintas formas de comercio, su relación con las economías locales y el tejido social, y el impacto en los distintos sectores de la ciudad. Si bien se dice que un supermercado entrega decenas de empleos, no hay que olvidarse de que las otras formas de comercio son posibilidades de micro-emprendimiento accesibles, y actualmente muy reales e interesantemente recurrentes, para los más pobres, entregándoles herramientas para un desarrollo autónomo. Si bien pueden haber mejores precios, no nos olvidemos que todos esos recursos van, o a la Familia Ibáñez, o a la trasnacional norteamericana que está entre las veinte mayores economías del mundo, mientras que los márgenes en la feria van a los propios feriantes, quienes son vecinos respetados de esta misma periferia pobre – los referentes del emprendimiento, la creatividad , el trabajo y la superación – y protagonizan una de los pocos fenómenos sociales y económicos alentadores de nuestra realidad Santiaguina, y que hoy o mañana podrían desaparecer.