Ciudadanía Rural III. Chiloé entre puentes, promesas y salmones

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Foto vía Flickr, de selknam

La necesidades propias de una población que convive entre una realidad rural y urbana, presentan características particulares en relación a la convivencia entre cierto tejido social y una capacidad productiva que alimenta [a veces, literalmente] no sólo al área específica en que se ubica sino a gran parte de la economía de un país. Los roces entre esta capacidad productiva en constante cambio y la conformación social rural/urbana en gran parte del territorio, generan dinámicas propias de las distintas zonas de Chile, que resultan interesantes de mirar para intentar comprender los conflictos que se desatan en el territorio nacional, más allá de Santiago y las grandes ciudades del país.

El caso de Chiloé resulta interesante de ver, principalmente por dos condiciones particulares de éste. La primera tiene que ver con la convivencia en esta isla de dos agendas opuestas (a pesar de los intentos de desarrollarlas como complementarias) como son por un lado el desarrollo productivo vinculado a las Salmoneras, y por otro el desarrollo vinculado al turismo. El asunto de las Salmoneras lo hemos abordado anteriormente en Plataforma Urbana, principalmente en relación a sus vinculaciones con el desarrollo de Puerto Montt y todo el tejido circundante, dentro del cual Chiloé forma parte integral; los diversos conflictos ambientales, laborales y de transparencia de la información que se han desatado en torno a las salmoneras, ciertamente se contraponen a la voluntad de convertir a Chiloé en un polo turístico importante de la zona sur del país.

La segunda condición particular de Chiloé, y la razón por la cual se ha convertido en un tema central de las discusiones públicas, se debe a que proyectos emblemáticos, siendo el principal el puente del Canal de Chacao, se han convertido en una bandera de lucha para algunos sectores, y en la gran promesa política para otros. Las evidentes diferencias entre los ministros Bitrán-Bitar del MOP respecto al mencionado puente, han hecho que este se hunda y se levante repetidas veces en los últimos años, a la vez que han centrado la discusión respecto al desarrollo de la isla principalmente en el emblemático proyecto, a pesar de las evidentes otras necesidades que muchos denuncian para Chiloé.

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Foto vía Flickr, de gonhark

En este contexto, la semana recién pasada se realizaron una serie de movilizaciones de los chilotes exigiendo el desarrollo de algunos aspectos en la isla. Los trabajadores movilizados viajaron a Santiago [pues claro, sólo acá se piden las cosas], viaje financiado por la Gobernación local y el Gobierno, pero al llegar a la capital no fueron recibidos por ninguno de los tres ministerios a los que acudieron [Interior, Obras Publicas y Economía], precisamente por estar movilizados. Finalmente, tras continuar con el paro, fueron atendidos, llegando finalmente a un acuerdo con el gobierno central, concluyendo las movilizaciones.

Lo obtenido tras el acuerdo fue lo siguiente: “La implementación de un sistema de control de flujos para detectar la viabilidad de un puente en el Canal de Chacao, la licitación internacional de la concesión del cruce naviero por 10 años, agilizar la licitación de las obras del área de Obras Públicas contempladas en el Plan de Conectividad, y resoluciones en el ámbito pesquero” [El Mercurio, 27/09/2008].

Léase con cuidado, y obsérvese la distancia abismal aún entre esas palabras y la ejecución de proyectos concretos en la isla; me parece importante que, en este contexto, aparezca  la pregunta por cómo podemos desarrollar soluciones integrales, sea desde Santiago o dónde fuese, con el imperativo de comprender antes la complejidad de un tejido y una realidad social, de una ciudadanía rural y productiva, de un territorio con cualidades propias que, incluso estando sobre el escritorio de la discusión política, pareciese estar velado para quienes lo miramos de lejos.