Antenas de celulares: maquillaje artístico, tecnología y externalidades

Escrito por Gaston Cañas. Arquitecto Universidad de Chile, Master de Arquitectura y Diseño Urbano GSD Harvard University.

Mientras en San Francisco, Ca, se aprobó para quienes venden celulares la obligación de informar a sus clientes sobre la radiación que estos aparatos emiten y como evitarla a través de información gráfica, en Chile una empresa de telecomunicaciones anuncia la iniciativa de encargar a arquitectos y artistas propuestas formales innovadoras para manipular las antenas que se diseminan en nuestras ciudades. Dos visiones antagónicas para hacerse cargo de las externalidades negativas que genera la industria de telecomunicaciones.

La idea de maquillar las antenas no es nueva: en Chile vemos ya sin sorpresa como nos llenamos de palmeras que nacen de forma espontánea en casas particulares o en plazas y parques. En el extranjero, diferentes iniciativas se han realizado: la oficina de diseño Choi +Shine, con base en Massachussets, diseñaron antenas en forma de cuerpos humanos. El proyecto, conocido como “tierra de gigantes”, da la idea de colosos metálicos deambulando uno tras otro a través de valles y cerros. De la misma manera, la oficina de arquitectos Archenotype, desarrollaron un prototipo más sofisticado con el objetivo de dar cualidades estéticas a las estructuras metálicas. Sin duda que el aporte que pueden hacer artistas, diseñadores y arquitectos es extremadamente valioso, haciendo de las antenas piezas urbanas interesantes, dando valor a proyectos de urbanismo convirtiéndose algunos de ellos en destinos obligados en ciudades europeas. Pero no seamos ingenuos, siguen siendo antenas: este llamado es una manera creativa de usar profesionales con el objetivo de cubrir las externalidades que implica ese mercado cual es la contaminación visual de la ciudad y una fingida manera de lavar la imagen del impacto que producen las antenas en la ciudad.

The Land of Giants © 2008 - 2011 Choi+Shine Architects

Hoy en Chile hay aprox. 6.524 antenas. En la RM 2.236 y la tendencia es al aumento. Somos Cyborgs: mitad humano mitad tecnología, como definía Bill Mitchell, ex director del Media Lab del MIT a este fenómeno. El uso de tecnologías de información es un avance maravilloso en la vida de las personas. Hoy es normal conversar mirando la cara a una persona ubicada en cualquier lugar del mundo, realizar una transferencia o ver una película donde sea, cuando se quiera. No falta mucho para que los autos incluyan conexión de fábrica, que nuestro cuerpo sea a distancia monitoreado por adminículos insertos en nuestros órganos y que la conexión sea integral, total, siempre y en todos lados. Pero este prodigio no está exento de externalidades. Lo anterior requerirá más antenas en áreas urbanas y la herida visual se propagara sin control contaminando la ciudad y el entorno natural. Y quien paga por esto son los habitantes dejando sin responsabilidad a los operadores de esta industria. Bueno, quieren celular?, necesitamos instalar antenas, luego pongamos antenas. Argumento inaceptable y sin duda que hay otro camino:

La industria del automóvil,  consciente de la responsabilidad medioambiental que generan sus productos, en pocos años ha desarrollado nuevas tecnologías de propulsión que ya podemos ver en nuestras calles: autos híbridos y eléctricos que cada vez más se masifican y alcanzan precios competitivos. Alianzas entre Peugeot/Citroën y Mitsubishi dan como resultado el iMiev, lindo auto cero emisiones. A su vez la industria de la construcción ha dispuesto catalogar las edificaciones a través de LEED (acrónimo de Leadership in Energy & Environmental Design), el cual es un sistema de certificación de edificios sostenibles, donde se busca incorporación en el proyecto de aspectos relacionados con la eficiencia energética, el uso de energías alternativas, la mejora de la calidad ambiental interior, la eficiencia del consumo de agua, el desarrollo sostenible de los espacios libres de la parcela y la selección de materiales entre otros.

Hoy cualquier propiedad tiene el potencial de acoger una antena, disminuyendo de manera instantánea un 20 % el valor de las viviendas próximas, con un proyecto aún pendiente que norme y restringa las intenciones de esta industria y que proteja a particulares y a la ciudad de los efectos nocivos. Despertar y encontrarse con una antena en el jardín del lado no es gracia. Mañana se podrá encontrar con una antena en forma de winnie de pooh o una estructura paramétrica muy de moda. Es momento de exigir a las empresas de telecomunicaciones no sólo mejor y mayor señal, sino también exigirles inversión en nuevas tecnologías y el desarrollo de nuevas estrategias de comunicación responsables de las externalidades negativas que desarrollan su industria. Esta iniciativa de maquillar antenas es una encantadora iniciativa, pero no es el lugar para venir a vender jurel tipo salmón.