Grandes proyectos de Lagunas Artificiales: ¿un cambio de cara en medio de nuestras ciudades?

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¿Se imagina en Santiago, una ciudad mediterránea por definición, yendo en traje de baño por el metro? ¿O tomar la micro en Concepción toalla en mano, pero no para ir a San Pedro?  ¿O en Osorno? ¿Se imagina las ciudades de Chile con enormes lagunas urbanas, y cómo esto podría impactar en la manera en que las usamos? Actualmente existen 25 lugares en nuestro país en que, con distintos niveles de avance, la empresa Crystal Lagoons se encuentra proponiendo proyectos de Lagunas Artificiales; y es muy probable que varios de ellos se concreten en el mediano plazo.

En 1997 el ingeniero bioquímico chileno Fernando Fischmann, desarrolló la tecnología que le permitió construir la laguna artificial de aguas cristalinas del proyecto inmobiliario San Alfonso del Mar; además de ganar el Record Guiness por su tamaño, este proyecto le permitió entrar en mercados internacionales, desarrollando en la actualidad proyectos en países como Egipto, Dubai y Marruecos. Y recién este año ha comenzado a impulsar el interés dentro de Chile, pero ya no como un producto exclusivo para resorts o complejos suburbanos, sino como la posibilidad de que estas mega lagunas actúen como elemento clave del desarrollo en ciertas zonas urbanas.

Como mencionábamos, actualmente son 25 los posibles proyectos de Lagunas; los más avanzados son los Buin, Osorno, Concepción y el propio Santiago, en particular la comuna de la Granja. El caso de Buin, más alejado de la ciudad, espera estar listo para el 2011, tendrá un sistema que ocupará las aguas del Río Maipo, y contará con playas públicas y privadas. El caso de La Granja es especialmente interesante; en esta comuna, ubicada en la periferia sur de Santiago, con altos niveles de pobreza y colindante a comunas como La Florida, La Pintana, San Ramón y San Joaquín, el proyecto de la Laguna Artificial ya ha pasado por el consejo municipal, y es muy probable que se concrete. Resulta interesante además la elección del lugar para esta: se trata de el Parque Brasil, sector cercano al Metro y al límite con La Florida, en donde actualmente se emplaza el Museo Interactivo Mirador (MIM). Se espera que la laguna ocupe 2/3 de la superficie del parque.

Ahora, ¿Cómo ha logrado este ingeniero convencer a administraciones tan diversas de realizar una inversión como esta, incluso en comunas en donde los recursos son escasos? Si bien el precio de construcción alcanza los US$350.000 por hectárea (menos de 1 uf el metro cuadrado, son contemplar movimientos de tierra), la inversión se las juega en los costos de mantención: el consumo de agua es la mitad que el de un parque normal, y el consumo energético por la filtración de ésta es 50 veces menos que con un sistema convencional, lo que materializa la gran innovación de Fischmann. En total, se estima que los costos de mantención son de unos US$3.500 por hectárea, es decir, 0,009 UF/m2.

Sin duda que todo esto parece un negocio redondo; habrá que ver de qué manera estas mega estructuras logran efectivamente relacionarse con su entorno y generar espacios públicos y privados de calidad. Habrá que ver si logran refrescar no sólo las tardes de verano, sino también la manera en que el ocio se da en nuestras ciudades, donde en especial en las periferias pobres, los espacios para la entretención son pocos, de mala calidad y generalmente asociados exclusivamente al consumo. Un entretenimiento que no signifique ir al mall

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y que genere más atractivo que ir al parque puede significar un cambio sustantivo en los principios de derecho a la ciudad, donde el ocio de calidad se vuelve un valor fundamental al que no siempre toda la ciudadanía puede acceder.