Hacer ciudad para enfrentar la crisis

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Durante las últimas semanas nos encontramos con dos noticias que pueden darnos una idea de cómo se intenta enfrentar la crisis financiera en nuestro país.

Como todos sabemos, una de las repercusiones más temidas es el impacto que las grandes crisis generan sobre el sector inmobiliario, sobre todo en la capacidad que puedan tener las empresas del rubro para mantener la producción y los empleos.

Preocupados por esta situación y a la manera de algunas publicidades optimistas que se dejan ver por estos días, el gobierno ha decidido transformar la crisis en una oportunidad. El pasado 25 de marzo el Minvu dio inicio a la construcción de 16.000 viviendas en el marco del Subsidio Extraordinario para la clase media, del que ya les habíamos contado en un post anterior. Este permite a las constructoras edificar inmuebles que no superen las 950 UF, entregando a las familias un aporte estatal de hasta un 50% del total del inmueble. Mediante este subsidio se espera construir 25.000 viviendas en total en todas las regiones del país, esperando que estén listas para marzo del 2010. Más, después del salto.

La otra noticia reciente relacionada con la crisis es la carta enviada a un diario nacional por once arquitectos, todos ellos de reconocida trayectoria y premios nacionales de arquitectura, solicitando la construcción de un parque en el sector poniente del río Mapocho. En su carta, los destacados arquitectos piden a ministros y alcaldes que puedan coordinar cuanto antes proyectos de este tipo, que traerían consigo empleo y una importante mejora en la calidad de vida urbana.

Ambas visiones parecen ser una acertada forma de enfrentar la crisis. Sin duda la apuesta del gobierno es una buena medida para reactivar la economía, generando empleo en uno de los rubros más afectados por la crisis y, al mismo tiempo, permitiendo que la siempre postergada clase media pueda obtener vivienda a precios bajos. Como complemento, la propuesta de los arquitectos parece ser la otra cara de la moneda: una apuesta por generar espacio público, mejorar el entorno urbano y hacer que estas mejoras las puedan vivir todos los ciudadanos. Ambas propuestas son necesarias y juntas podrían hacer que la crisis se trasforme en oportunidad para hacer ciudad.

Desde una perspectiva crítica, es necesario revisar como los planes de vivienda se llevarán a cabo, siendo fundamental que la idea de “construir casas” vaya unida a la generación o regeneración de “barrios”. Tan importante como el “número de viviendas” es ver en qué condiciones se construirán esas 25.000 viviendas (para hacernos una idea de su impacto, baste pensar que equivalen a construir una ciudad pequeña).

Ante la crisis y el mayor interés de las inmobiliarias y constructoras, el gobierno puede plantear nuevos retos y nuevas formas de incentivo, motivando a las empresas a innovar. Aunque resulta difícil imaginarse a las inmobiliarias comprometidas con el desarrollo urbano, podemos ver en el caso Parque Bicentenario un ejemplo claro de que es posible.
Por último, sorprende un poco que iniciativas loables como la impulsada por la carta de arquitectos premios nacionales sea propuesta sólo para Santiago, cuando sabemos que hay regiones en que la crisis ha impactado fuertemente y que existen muchas zonas en que urgen hasta los equipamientos más básicos.

En este escenario de “coyuntura” (como les gusta decir a los políticos), en donde se acoplan las necesidades de las empresas, de los necesitados de siempre y del gobierno, puede encontrarse el arreglo a la pata coja del desarrollo urbano de nuestro país, que no es ninguna sorpresa: incentivar la generación de vivienda asequible para los que más la necesitan y mejorar los entornos urbanos, regenerando áreas degradadas y creando barrios con mayor calidad de vida. ¿Podremos dar el salto hacia un desarrollo que integre intereses y necesidades de todos en la generación de ciudad?