Las Universidades y la Ciudad [2.0]

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 Foto: Felipe Fontecilla Ventura [Cientodiez]

“La misión de las universidades es establecer la vanguardia en la observación de los problemas que plantean tanto la arquitectura en particular, como la ciudad en general. De allí el interés de ver las propuestas de los jóvenes que libres de prejuicios aportan ideas frescas y sueños posibles.”

Hace más de un año, con esta cita al texto oficial de la muestra universitaria en la XV Bienal de Arquitectura de Santiago, partía un post para comentar esta visión de lo que las escuelas de arquitectura representaban para la sociedad. Por estos días, luego de haber visto la presentación realizada recientemente por Juan Román, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca [Seminario Cientodiez] , puedo decir que tal visión se quedaba absolutamente corta; en el centro-sur de Chile están ocurriendo muchas cosas que así lo afirman con fuerza.

 Se trata de mucho más que “propuestas de los jóvenes que libres de prejuicios aportan ideas frescas y sueños posibles”. Paradójicamente, todo se inicia con una difícil opción; Román relata que hace menos de diez años, cuando se fundaba esta nueva escuela, fue difícil llegar a la decisión de “renunciar a ser un centro de pensamiento”, para concentrarse en el “hacer”. Esto implica además la renuncia a la figuración entre el resto de las escuelas tradicionales, a cualquier tipo de Star-system y en definitiva a la centralidad, por la atención al propio territorio: la única escuela de arquitectura entre Santiago y Concepción, un estudiantado que en su mayoría está compuesto por la primera generación en su familia con estudios profesionales, un territorio identificable entre Rancagua y Chillán.

A través de una mezcla implacable entre localidad y globalidad, el 2003 se publica la idea de la CiudadValleCentral [posteado ya hace tiempo en Plataforma]. La colaboración con el holandés Winy Maas [MVRDV] y un modelo de funcionamiento que ha permitido contar con interesantes profesores visitantes y un cuerpo estable de profesores jóvenes de alta preparación académica, se mezcla con el trabajo intenso con los materiales locales, y las intervenciones en el territorio rural a través de talleres transversales de obra.

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Entonces aparece el modelo de titulación más ambicioso; cada nuevo arquitecto debe ser capaz de ya no sólo diseñar, sino también gestionar y construir su proyecto de título. Este enorme peso que para muchos es excesivo, se ha resuelto de manera mucho más natural y atrayente de lo esperado, con resultados que comienzan a interesar incluso en los círculos más centrales, metropolitanos, cercanos al Star System. En el que es su último proyecto como estudiantes, y el primero como arquitectos, se ha trabajado principalmente sobre programas de interés social, susceptibles de ser financiados con fondos estataless, asegurando el interés público de las propuestas. De esta manera queda garantizado que el tiempo y energía invertido en la Universidad tiene un valor social enorme, por si mismo.

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Foto: Blog de Rodrigo Sheward

Antes que ésta, hace ya bastantes años, se dio inicio en Chile a una escuela de arquitectura donde también decidieron concentrarse en experimentar con el hacer; sin embargo, para ser capaces de ello fue necesario templar todo valor social, político y económico en el refugio de lo poético. Si la Ciudad Abierta de Ritoque fue un campo fértil de la belleza, para la Universidad de Talca toda la tierra del centro-sur chileno es su Ritoque. En menos de diez años, ya van cincuenta obras construidas. Para su primer decenio, probablemente lleguen a cien. En Talca hay otra arquitectura, y otra manera de entender el territorio.

Para quienes hemos de andar y pensar en el Centro, en Santiago, la sencillez de una propuesta sensata como Talca la hace agigantarse al lado de las más tradicionales posiciones de conocimiento y poder; a partir de una sólida declaración de principios de lo que la Universidad es en la sociedad, esta escuela logra, en definitiva, “hacerse cargo de la modernidad en su territorio”. Esta última, que sería la más grande pretensión lanzada al inicio de un proyecto como éste, es aquí algo ya logrado.

La cita que dio inicio a este artículo [y al anterior], parece de una tibia ingenuidad y queda absolutamente desacreditada, cuando en Talca una Escuela de Arquitectura se transforma con decisión en un actor político y social relevante, y deja a algunos sintiendo que pierden el tiempo.