Estación Central: la “nueva forma” de la precariedad habitacional de las ciudades chilenas

Edificaciones comuna de Estación Central.Fotografía tomada desde calle Federico Hansen con Coronel Godoy. © Loreto Rojas, octubre 2015.

Edificaciones comuna de Estación Central.Fotografía tomada desde calle Federico Hansen con Coronel Godoy. © Loreto Rojas, octubre 2015.

Hace dos años en el marco del desarrollo de mi tesis doctoral, dejé planteada como hipótesis de trabajo, que las nuevas edificaciones en altura de la comuna de Estación Central representan la “nueva forma” de la precariedad habitacional en las ciudades chilenas. Sin embargo, la evidencia de la investigación hasta ahora muestra que la precarización es mucho más amplia, estamos frente a la precarización de la producción de espacio urbano.

Si bien la discusión se ha centrado en las características de la edificación, la precariedad se constituye bajo una triada claramente definida: normativa, características de la edificación y formas de habitar al interior de la misma. Desde esta perspectiva, lo precario no es sólo un elemento o factor puntual, lo precario es el proceso, esto es lo central.

La comuna de Estación Central se ha transformado en la expresión más patente de las nuevas formas de precariedad habitacional, primero porque no cuenta con un plan regulador comunal propio y actualizado, esto implica que a nivel local no posee normativa que reglamente el uso del suelo, subdivisión predial y edificación. Bajo esta situación subyace una especie de “congelamiento normativo”, por cuanto las normativas heredadas de los territorios originales han sido sujeto sólo de modificaciones menores y en territorios puntuales.

Bajo estas circunstancias, la ausencia de un instrumento de escala menor evita normar a mayor nivel de detalle, siendo hoy la regulación de escala metropolitana, genérica y poco específica. Esto representa sin lugar a dudas, una arista fundamental y de origen, en el proceso de precarización del espacio urbano en construcción.

Desde la perspectiva de las características de la edificación, la evidencia muestra que estamos frente a un tipo de construcción sin precedentes para las ciudades chilenas, no es sólo por la altura de edificación (lo cual no es malo per se), sino que más bien por la confluencia de elementos en las características constructivas (cantidad de departamentos, estacionamientos, ascensores, etc.) que detonan la “producción residencial en masa”, con rasgos similares a las características de las viviendas sociales, especialmente por la dimensión (m2) de las viviendas, esto influye y se vincula con el tercer elemento de la triada, el espacios y las formas de habitar.

Lo medular, es que este proceso está lejos de terminar. En la comuna en estudio, se ha construido sólo el 20% de los edificios que tienen permiso de edificación vigente, de un total de 70. Pero, además, los proyectos en carpeta ilustran que se está cimentando el camino hacia la hiperdensificación. El ejemplo que mejor muestra lo anterior, es el anteproyecto en el tradicionalmente conocido “paño de los circos”, Alameda esquina Avda. General Velásquez, anteproyecto que cuenta con 40 pisos, 3.237 departamentos de 22 m2 promedio y 449 estacionamientos. Este proyecto, de construirse, representará una sobrecarga sin precedentes para la comuna y para la ciudad.

 

© Loreto Rojas, julio 2016

La paradoja, es que estas transformaciones urbanas se desarrollan bajo un discurso de renovación desde el sector público y privado. La verticalización se vincula a movilidad social, oportunidades de localización con buenos atributos de conectividad y accesibilidad e integración social, pero además se la describe como el camino para combatir la segregación, la contaminación y la congestión vehicular.

Más allá de esta discusión, lo central sería avanzar hacia un equilibrado proceso de verticalización, entendiendo que el sentido original apunta a optimizar el uso del suelo de condiciones favorables, de manera de ser accesible a la mayor cantidad de habitantes. Sin embargo, hoy es la maximización de la rentabilidad de los agentes inmobiliarios (expresada en la magnitud y características del producto edificado) lo que predomina, por sobre aspectos técnicos y de calidad urbana.

El camino de la ciudad vertical está en pleno proceso, el problema es que se construye bajo un escenario carente de proyecto social y de políticas territoriales, frente a esto ¿quién negocia por la ciudad?