Tres bares con más de 100 años en Valparaíso diversifican ofertas para evitar la suerte del mítico Bar Inglés

Bar Cinzano ValparaisoPor Hernán Cisternas Arellano.

Propietarios del Cinzano, La Playa y Liberty destacan sus fórmulas:

Establecimientos tradicionales advierten falta de apoyo y manifiestan preocupación por la delincuencia e inseguridad que afectan a turistas, sus principales clientes.

Hasta mediados de febrero eran cuatro los bares con más de cien años de funcionamiento en Valparaíso. Todos, íconos de la bohemia y vida porteña. Hace poco más de una semana cerró “el más joven”, el Bar Inglés, con 101 años a cuestas.

Sobreviven el Cinzano -que en octubre festejó 120 años de existencia, frente a la Plaza Aníbal Pinto-; el Liberty -en funciones desde hace 119 años en el barrio bravo del puerto, frente a la Plaza Echaurren- y La Playa, con 109 años, en la puerta de entrada al mismo barrio, a pasos de la Plaza Sotomayor.

Sus propietarios coinciden en que el Bar Inglés se dejó estar y no innovó para generar nuevos clientes, fórmula aplicada por los otros tres para sortear obstáculos y proyectarse, sin perder su identidad.

También consideran como factor clave el deterioro y abandono del sector donde se encontraba. Con la desaparición de navieras y la menor actividad bursátil en el sector financiero del puerto, se alejaron los ejecutivos, funcionarios y clientes de esas actividades, que tenían al Bar Inglés como su punto de encuentro.

Pablo Varas Huga, dueño del Cinzano, señala que “mantener estos negocios, con una tradición de 120 años, como el nuestro, cuesta mucho. Contamos con una clientela fiel, a la cual tenemos que adecuarnos renovando ciertos aspectos”.

En este sentido, desde agosto último, todos los martes hay cueca brava; los miércoles, sesiones de jazz, y los jueves, tributo. Los viernes y sábados siguen consagrados a la tradicional y mítica banda del Cinzano.

Varas lamenta que, a pesar de todos los esfuerzos -que en su caso se compensan con una buena respuesta del público-, “nuestra actividad esté muy desprotegida. Por ejemplo, no nos aseguran, porque ocupamos una edificación antigua. No hay seguros para inmuebles con más de 50 años de antigüedad”.

La propietaria del bar La Playa, Cecilia Gutiérrez, apunta a una despreocupación de las autoridades. “Estos establecimientos tradicionales y antiguos viven mucho del turismo, pero no hay una gestión de apoyo. El municipio cuenta con un departamento de turismo, a lo mejor con gente con mucho doctorado, pero con poca acción. Mucha palabrería”, expresó.

Califica de grave el problema de la delincuencia en el barrio puerto. “Con 20 años en este lugar, identifico a 10 delincuentes que se sientan todos los días frente a la farmacia a esperar a los turistas, pero nadie hace nada. Son profesionales de la delincuencia. Necesitamos una policía preventiva y no reactiva”.

La Playa, cuya ambientación conserva un aspecto antiguo, con una barra estilo inglés, cuadros, muñecas, fotografías y grandes espejos, generó una producción día a día para responder a los requerimientos de su clientela. Los martes se reúnen los poetas, los miércoles impera el tango, los jueves es el turno del folclor, los viernes y sábados, un DJ con la música característica del recinto. Además, destacan las peñas, que atraen a un público juvenil. Universitarios arriendan el recinto para su realización.

El tercer bar centenario es el Liberty, un viejo refugio de marineros y bravos del puerto, que a pesar de encontrarse en un barrio inseguro, frente a la Plaza Echaurren, tiene como asiduos clientes a una variada gama social que entremezcla artistas, turistas y vagabundos, quienes comparten un trago propio del lugar, una mezcla de pipeño con chicha, bautizada como “antigripal” y se pide como “chichón”.

Aparte de los tangos y boleros, su fuerte es la cueca chora, que todos los jueves congrega a sus cultores, entre ellos a muchos jóvenes.

Adecuación
Innovaciones respetan condición característica de ser espacios con valor patrimonial.