Evolución de la calidad del aire en Santiago: 1998-2012

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Por Héctor Jorquera*

En Santiago la concentración de material particulado respirable fino MP2,5, el que más daño causa a la salud, ha disminuido sostenidamente desde la década de 1990, constituyendo uno de los ejemplos más exitosos de manejo de la calidad del aire en América Latina. Esa mejoría se debe a una serie de regulaciones que ha implementado la autoridad ambiental; sin embargo, todavía no se cumple con la norma de calidad del aire del MP2,5 en Santiago. Las preguntas que surgen naturalmente son: a) ¿Cuánto ha aportado cada sector regulado a esa reducción?, y b) ¿Dónde hay espacio para mayores reducciones?

Un reciente estudio, desarrollado en conjunto con investigadores del Centro FONDAP CR2, ha entregado respuestas a esas preguntas, analizando la información de la composición química del MP2,5 medido en Parque O’Higgins, desde abril de 1998 a agosto de 2012. Para este periodo se estimaron los siguientes aportes promedio al MP2,5: vehículos motorizados (37%), industria (19%), fundiciones de cobre (14%), consumo residencial de leña (12%), fuentes costeras (10%) y polvo superficial (3%). De estas seis fuentes, dos son regionales: las fundiciones de cobre y las fuentes costeras (puertos y océano), se manifiestan en Santiago cuando la meteorología favorece que lleguen a la cuenca de la Región Metropolitana.

De estas seis fuentes relevantes, cuatro de ellas han disminuido sus aportes en los 15 años analizados: vehículos motorizados, industria, fundiciones de cobre y fuentes costeras; el polvo superficial ha aumentado levemente y solo el consumo de leña se ha mantenido sin cambio. Como referencia, en ese periodo el MP2,5 anual se redujo de 41,9 a 22,8 mg/m3.

La mayor disminución de todas corresponde al aporte de las fundiciones de cobre: 5,2 µg/m3. Esta reducción es monótona y se debe a las bajas de emisiones implementadas, principalmente, en las fundiciones de Caletones y Ventanas.

La siguiente contracción en importancia corresponde a la industria: 2,6 µg/m3. Esta se explica en las restricciones de operación en días de contingencia ambiental y, sobre todo, por el cambio del combustible a gas natural. De hecho, cuando se detuvo el suministro de gas natural argentino, el aporte de la industria al MP2,5 subió entre 2006 y 2008, para posteriormente bajar una vez que se reanudó.

La tercera reducción corresponde a los vehículos motorizados: 2,2 µg/m3. Este es un resultado destacable, considerando el crecimiento del parque de vehículos motorizados (4,7% anual en ese periodo) y el aumento correspondiente del consumo de combustibles. De este modo, se puede concluir que las regulaciones implementadas han sido efectivas. Sin embargo, al medirse en una escala temporal más fina, se aprecia que el aporte de este sector aumentó cuando se inició la operación del Transantiago (2007-2008), para luego disminuir nuevamente.

La cuarta reducción corresponde a las fuentes costeras: 1,5 µg/m3. Esto también se explica en gran parte por la mejora de los combustibles en la industria y, también, se aprecia que esta fuente aumentó su aporte cuando se detuvo el suministro de gas natural argentino.

El consumo residencial de leña aparece sin cambios en los últimos años, manteniéndose en un valor cercano a 4,5 µg/m3. Esto se explica por el crecimiento del número de calefactores en la región Metropolitana, incluyendo aquellas comunas fuera del perímetro urbano, a la poca fiscalización, al uso de leña húmeda y a un stock de calefactores anticuados e ineficientes. Dado que el actual Plan de Descontaminación asume que los aportes del consumo de leña disminuirían al año 2026 a solo 1 µg/m3, el desafío de poder cumplir con esta meta sectorial es enorme: por ejemplo, ninguna ciudad en Suiza, donde se consume leña, tiene un aporte al MP2,5 menor a 3 µg/m3.

La única fuente que ha aumentado en la ciudad es el polvo: 0,5 µg/m3. Esto se debe al creciente aporte de la suspensión de polvo de calles, debido al aumento de la flota de vehículos motorizados y a los kilómetros recorridos en la ciudad.

En resumen, la historia reciente de la calidad del aire en Santiago nos muestra un resultado exitoso en disminuir la exposición de la población al material particulado. Sin embargo, el desafío de llegar a cumplir con las normas de calidad del aire para el MP2,5 (en un contexto de creciente desarrollo de la ciudad) es enorme, ya que las soluciones que van quedando son más costosas: mayores reducciones de emisiones en la industria, mejorar y expandir el transporte público en la ciudad, ajustar el aporte de los vehículos privados, y finalmente, hacerse cargo de las emisiones del consumo de leña.

*Investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) y académico del Departamento de Ingeniería Química y Bioprocesos de la Facultad de Ingeniería UC.