NAVE cumple un año: Los logros y retos del centro artístico de Yungay
Innovador espacio cultural
Apareció en el mapa marcando absoluta diferencia con lo existente. No era otro centro cultural construido con recursos del Estado, sino que un edificio de 2.000 m {+2} financiado por una familia de filántropos (los Peón-Veiga Petric) y sin Ley de Donaciones Culturales de por medio. Pero, sobre todo, el Centro de Creación y Residencia NAVE, inaugurado el 1 de septiembre de 2015, no había sido diseñado bajo la lógica convencional de consumo cultural. Era, más que un escenario para simplemente recibir y presentar obras de arte escénico terminadas, un núcleo de trabajo y experimentación. De tener el foco en el producto final, se pasaba a tenerlo en la etapa creativa previa.
“Era un proyecto que no existía en Chile ni en la región y que desafiaba al sistema de políticas culturales. El reto era grande, pero al final constatamos que sí era posible levantar algo así”, dice María José Cifuentes, la directora de NAVE, a 13 días del primer aniversario del centro, que está dirigido a la danza, a la performance, al teatro y a la música.
No fue fácil instalar este nuevo concepto en el imaginario común. Frente a los espectadores y los vecinos del barrio Yungay -el edificio está en Libertad 410-, primero hubo que expandir la idea de que NAVE es un centro-cantera de procesos que no siempre está abierto al público, y que cuando lo está, es para que los asistentes vivan una experiencia; por ejemplo, participando en un baile abierto o empapándose del trabajo creativo en los laboratorios que cada autor en residencia realiza. A ese tipo de actividades ya han asistido unas 900 personas. Y las funciones -porque el centro ha programado ciclos de danza, como “Otro sur” y “Masculinidades”, además de conciertos- registran 6.000 espectadores.
También se debió reafirmar, frente a los artistas, el perfil del centro. “Nos costó que se entendiera que este lugar no es solo para exhibir. Y pronto empezaron a llegar a nuestra convocatoria proyectos para investigar y crear en NAVE”, asevera Cifuentes. Han becado con residencias a 30 autores, que equivalen al 10% de los postulantes. Pero entre septiembre y hoy, 150 artistas han trabajado en la Casa de Residencias -un recinto con salas de ensayo, dormitorios, comedores-. Todos ellos han hecho “aperturas”, reuniones en las que se transparenta el proceso creativo al público, pero no siempre hacen funciones de su obra. “La idea -explica la directora- es que lo que se produce se pueda programar en otros centros. Nos hemos convertido en un pequeño motor, y hemos convocado a directores de otros escenarios, en nuestros ‘ejercicios curatoriales’, para pensar juntos programaciones artísticas”.
Si la interacción con otros escenarios -desde el Municipal hasta el Parque Cultural de Valparaíso- se ha incrementado con el tiempo, lo mismo pasó, pero más bien desde el inicio del proyecto, con instancias extranjeras. A NAVE vinieron, por ejemplo, miembros de la Red Europea de Casas de Danza. La obra de teatro “Fulgor”, creada en residencia, se exhibirá en el festival español Fira Tàrrega. Pero el centro también tiene una línea de trabajo con el barrio. Ahí -dice Cifuentes- todavía falta profundizar el nexo con los creadores, aunque han impulsado instancias como “Cabaret Yungay” y “La unión”, un baile colectivo, que juntaron a 400 personas.
Pero ¿cuál es el máximo desafío pendiente? Conseguir más fondos. Si bien NAVE se edificó con dineros de privados y depende de la Fundación Patrimonio Creativo -por lo que tiene dinero para gastos operativos-, no cuenta con recursos para su programación ni para apoyar a los residentes (o remunerar su trabajo de creación).
“Como este centro pone en valor lo invisible para el público -la creación-, y no lo más visible -las obras en funciones-, ha sido muy complejo conseguir socios que quieran contribuir para su funcionamiento en el tiempo”, explica Cifuentes.