Reducir las pérdidas de agua potable: Una oportunidad para la sustentabilidad

© Wikimedia Commons. Jim Holmes. Licencia: CC BY 2.0

Por María Molinos*

La escasez de agua es uno de los principales problemas que enfrenta la sociedad actual. Así, en el mundo, más de un billón de personas viven en áreas con importante déficit hídrico. Chile no es ajeno a este grave problema que afecta no sólo a los sectores productivos sino también al abastecimiento de agua potable para consumo humano siendo la zona norte del país la más afectada.

Ante esta situación, la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) junto con las empresas sanitarias han comenzado a diseñar un “Plan de Desalinización” que considera construir cinco nuevas plantas desalinizadoras entre Arica y Coquimbo además de ampliar la que ya existe en Antofagasta. A pesar de que este ambicioso Plan podría contribuir notablemente a solventar el problema de la escasez hídrica, debe tenerse en cuenta su sustentabilidad ambiental y financiera. Si bien en los últimos años las plantas desalinizadoras han incrementado su eficiencia energética, su consumo no es despreciable, lo cual implica importantes costos tanto ambientales como en la operación de las plantas. En cuanto a la sustentabilidad financiera, la propia SISS estima que el costo de inversión del Plan asciende a US$900 millones, cuya forma de recuperación está todavía en discusión.

Ante esta compleja situación, debemos preguntarnos cuánto de sustentable es el abastecimiento de agua en las ciudades chilenas. Así, reducir las pérdidas del recurso en las redes de distribución es uno de los principales retos a los que se enfrentan las empresas sanitarias para mejorar la sustentabilidad del ciclo urbano del agua. Las fugas constituyen ineficiencias en el abastecimiento de agua potable desde el punto de vista económico, social y ambiental. Estas no sólo implican la pérdida del recurso hídrico sino también de la energía y materiales necesarios para su tratamiento y distribución. Además, la pérdida de agua en las redes supone una merma en los ingresos económicos para las empresas sanitarias, lo cual se puede traducir en un incremento de las tarifas pagadas por los ciudadanos. Por lo tanto, minimizar las pérdidas de agua potable es esencial para mejorar la sustentabilidad ambiental, financiera y social del ciclo urbano del agua.

En Chile, la industria sanitaria presenta elevados porcentajes de pérdida de agua potable en redes. De acuerdo al último informe de gestión del sector sanitario publicado por la SISS, en 2014, el porcentaje de agua no facturada de las 27 empresas principales fue del 33,65% con un valor máximo del 46,30%. Según la propia SISS, del orden de un 74% del agua no facturada corresponde a pérdidas físicas. Numerosas ciudades en el mundo presentan valores de agua no facturada inferiores al 10%. En base a la producción de agua potable de cada empresa sanitaria así como su porcentaje de pérdidas, se estima que el 2014 en Chile se perdieron aproximadamente 270.250.000 de m3 de agua. En este sentido, el Plan de Desalinización mencionado anteriormente considera una capacidad de 1.000 l/s, es decir, 31.536.000 de m3/año. Por lo tanto, el volumen de agua perdida en las redes de distribución en Chile es 8,5 veces el volumen de agua que las futuras plantas desalinizadoras generarán.

Obviamente, la desigual distribución territorial del recurso agua es un factor clave en este desafío. No obstante el porcentaje de agua no facturada de las principales empresas que operan en el norte de Chile supera el 26,5% alcanzando un máximo del 33%. Ante estos valores, deberíamos preguntarnos: ¿Es sustentable y eficiente incrementar la oferta de agua potable a través de costosos planes de desalinización o sería más conveniente realizar inversiones para reducir las elevadas pérdidas de agua en las redes de distribución? ¿Debemos construir instalaciones energéticamente intensivas para producir agua o debemos utilizar los recursos hídricos disponibles de forma más sustentable?

*Investigadora de los clusters Planificación Integrada y Recursos Críticos del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS). Doctora en Desarrollo Local y Territorio, Universidad de Valencia y Universitat Jaume I de Castelló (España). Postdoctorado en University of Stirling (Reino Unido). Especialista en modelación de los costes del ciclo urbano del agua y en evaluación de la viabilidad económica de implementar nuevos procesos relacionados con las actividades del ciclo urbano del agua, entre otras áreas.