Una nueva regulación se cierne sobre un ícono de los hogares del sur

coyhaiquePor Manuel Valencia.

En el país hay más de 100 mil cocinas a leña:

Autoridad busca mitigar sus emisiones contaminantes, pues aportan un tercio del esmog que afecta a ciudades.

Saida Andrade (57) enciende su cocina a leña “desde que tiene uso de memoria”. La mantiene ardiendo casi todo el día. En ella cocina sus “inigualables” dulces de mosqueta, las empanadas de manzana, los porotos “y otros caldos bien calientes” para capear el persistente frío austral de Coyhaique.

“No pienso cambiar mi cocina nunca. Nos mantiene calentitos y acá hervimos agua y sacamos para la ducha. Además, la comida se hace lento y no se quema ni se pega. Queda todo rico”, dice.

Lo que afirma Andrade representa el sentir de buena parte de los habitantes del sur de Chile: pocos están dispuestos a dejar sus tradicionales cocinas a leña, hechas de fierro y loza, y cambiarlas por otra a gas o eléctrica.

Este arraigo cultural también se traduce en altos niveles de contaminación: en general, la leña aporta el 90% del esmog de ciudades como Temuco, Osorno, Valdivia y Coyhaique, y su combustión proviene de calefactores, braseros y más de 100 mil cocinas a leña.

En promedio (las proporciones varían entre ciudades), estos últimos artefactos generan un tercio de las emisiones contaminantes.

Hasta ahora, el Gobierno ha regulado solo los calefactores a leña. La necesidad de profundizar los planes de descontaminación, sin embargo, extenderá las normas a las tradicionales cocinas. “Es una medida que está establecida en los planes de descontaminación atmosférica del sur de Chile, por lo que está contemplado iniciar el próximo año su elaboración”, explica el ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier.

El plan de Temuco, por ejemplo, dice que se establecerán los estándares mínimos que deberán cumplir las cocinas a leña, “en aspectos de diseño, constructivos y de algunos parámetros de combustión, que aseguren una reducción de emisiones y un mayor rendimiento respecto de la tecnología actual”.

Una vez definida la norma, se establece el inicio de su aplicación el 1 de enero de 2023.

Según el especialista en contaminación atmosférica de la Usach Ernesto Gramsch, la resistencia a cambiar las cocinas a leña radica en su bajo costo, tanto por el combustible como por la larga duración de los artefactos. “Una posibilidad es que instalen filtros en las cocinas, que retengan el material particulado en el tubo. Para las estufas nuevas, por lo caras que son, probablemente, se deba aplicar un subsidio de recambio”, explica.

“Es una amenaza”

La futura norma ya inquieta a los fabricantes de cocinas a leña. Manuel Tapia, jefe administrativo de Cocinas Yunque, una de las empresas líderes en el rubro (vende más de 15 mil unidades al año), dice que es una amenaza para la industria. “Para las estufas se fijó una norma muy exigente que hizo que algunas empresas, como Estufas Pucón, quebraran. La esencia de una cocina a leña es que sea de cámara de combustión abierta. Son un producto que tiene más de 20 años de vida útil y tiene un valor familiar, porque todos se reúnen en torno a ella”, relata.

Pablo Rebolledo, gerente comercial de Amesti -que las importa- ve oportunidades: “Esto va a emparejar la cancha al producto. Es de toda lógica que exista una norma, porque el mercado puede progresar y los fabricantes hacen un mayor esfuerzo”.

Cambio
Para Tapia, es necesario un cambio cultural de los usuarios, porque estos -dice- queman de todo en ellas.