Mostrar lo invisible de la ciudad

espacios reveladosPor: Denisse Espinoza.

Corren los años 20 y las calles que bordean el río Mapocho, en el perímetro del Barrio Yungay Norte, se han convertido en el nuevo polo industrial de la ciudad. Allí, en Herrera con Presidente Errázuriz se levanta la fundición de aceros Sima, principal fabricante de suministro para la agricultura, minería y la empresa Ferrocarriles del Estado. Un galpón de casi una cuadra, que hoy tras 92 años muestra los embates del tiempo. Murallas destruidas y rayadas, chimeneas apagadas y techos inexistentes son el vestigio de un esplendor económico que se vino definitivamente abajo en 1985, para tener un breve resurgir bajo el nombre de Metalco a inicios de los 90.

Durante 11 días la antigua fábrica vuelve a abrirse para acoger dos intervenciones artísticas que pueden ser visitadas por el público: una es la que Sebastián Jatz realiza con siete guitarras suspendidas en el aire y unidas entre ellas por cuerda de crin de caballo, que con el viento emite sonidos en mi bemol, con un resultado metálico que rememora las viejas faenas industriales del lugar. La segunda es Bosque interno, de los hermanos Nicolás y Héctor Ducci, quienes desde los alrededores de Farellones rescataron árboles acacios que iban a ser cortados, para transplantarlos en la nave central de Sima-Metalco y así revitalizar el espacio.

Ambas obras son parte de Espacios revelados, el proyecto de arte público que la Fundación Siemens de Alemania trae por primera vez a Chile. El año pasado debutaron en Buenos Aires dentro de su desembarco en Sudamérica, y se extenderán a Bogotá en 2017. La idea es vincular el patrimonio urbano con la comunidad mediante el arte, además del interés de la organización europea por estrechar lazos culturales en la región.

En Santiago encontraron los partners: el Consejo de la Cultura y la Fundación Patrimonio Creativo, con quienes hace un año comenzaron a trabajar en el proyecto que este jueves por la tarde tuvo su inauguración con la obras de Jatz y los hermanos Ducci desplegadas en el Barrio Yungay, foco central de intervención.

Hasta el 17 de abril, 25 espacios abandonados o poco conocidos, entre casas, iglesias, plazas y fábricas abren sus puertas para reencontrarse con los habitantes. “Hicimos un trabajo previo de recuperación, instalando medidas de seguridad, desratizando, sacando camionadas de basura para hacer habitables estos espacios, desde allí este proyecto ya es un aporte. Además, queremos dejar esta experiencia en un libro que sirva como un manual para futuros eventos de arte público. Hay que entusiasmar a las autoridades a financiar este tipo de eventos que se involucran de manera efectiva con la ciudad y los habitantes”, dice Enrique Rivera, director de la Bienal de Artes Mediales y uno de los curadores de Espacios revelados, junto a María José Cifuentes, directora artística de Nave, y Joachim Gerstmeir de Fundación Siemens, quienes seleccionaron a los artistas locales e internacionales, así como los espacios que acogerían las instalaciones, performances y seminarios.

“No podemos perder estos espacios ni su historia. Ayer hablé con una pareja que vivió en la casa donde ahora está Nave, el nuevo centro de danza contemporánea. Siempre pensaron que se iba a levantar una torre de 30 pisos, como es usual, y estaban emocionados de verlo remodelado”, cuenta Rivera.

Ayer también se activó, por ejemplo, la Basílica de Lourdes con Canto a lo hermoso, un coro de personas sordas e hipoacústicas quienes entonaron el réquiem Lacrimosa de Mozart. La actividad fue ideada por María Siebald, artista que desde 2009 investiga la lengua de señas y la incorpora a la performance. Mientras que la Iglesia San Saturnino frente a Plaza Yungay, que permanece cerrada desde el terremoto de 2010, volvió a encender su torre y tocar su campana con otra intervención sonora de Sebastián Jatz.

Las actividades se extienden el fin de semana: hoy, a las 17 y 19 horas, la bailarina Amanda Piña realiza la performance Cartas de amistad, inspiradas en la correspondencia que sostuvo un niño chileno con un niño soviético durante la Guerra Fría, en el Cité Villa Esperanza, declarado patrimonio histórico. El domingo, en tanto, los artistas Iván Navarro y Coutney Smith estarán desde 19.30 horas en la Plaza Brasil con Cuadrilla Yungay, una acción compuesta de una estructura de madera que será ocupada por distintas personas, obligadas a interactuar por tiempo determinado con otras. La curiosidad e incomodidad de ese primer encuentro se activa con la estricta configuración espacial.

Claro que más allá de las acciones específicas, también habrá espacios abiertos de 10 a 20 horas con intervenciones insitu. Pilar Quinteros se toma un sitio eriazo donde estuvo la Estación de Ferrocarriles Yungay, incendiada por anarquistas en 1905, levantando allí una réplica en madera del antiguo edificio que será rayado por grafiteros para luego quemarse, el sábado 16 de abril. En una casa esquina de Plaza Yungay, la alemana Eva Meyer-Keller armó una escultura colectiva donde objetos, restos y basura hallados en el mismo sitio levitan en el aire unidos por hilos, y la dupla de artistas textiles de Argentina 12na creó un tapiz gigante colgado en un edificio de la Plaza Estación Libertad, donde imprimen escenas sobre los inmigrantes en Chile.

“La idea es activar experiencias personales con el territorio. Creemos que el arte ayuda a entender la importancia del espacio público y plantea cuestiones esenciales sobre cómo vivimos y cómo queremos vivir”, dijo en la ceremonia de apertura Nathalie von Siemens, directora ejecutiva de la fundación alemana, principal financista del evento.