La baja de visitas al Museo de Bellas Artes: ¿No es suficiente la gratuidad?

museo nacional de bellas artes visitas gratuidadPor Daniela Silva Astorga.

En un 14% disminuyó el público anual de la institución

Debutó en 2015 como herramienta clave para democratizar el acceso a los museos. El punto de inicio sería convocar a más espectadores, lo que no pasó en la pinacoteca nacional. ¿Qué ocurrió? Hablan tres expertos.

Mientras un 45,2% de los chilenos había ido al cine, solo un 23,6% contaba una visita a un museo en 2012. Así lo estipuló la última Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural, y así también se tornó más urgente una pregunta de larga data: ¿Cómo lograr que los museos conquisten a una mayor y más diversa cantidad de visitantes? Primero, eliminando el cobro de entrada, se pensó desde el Ejecutivo. “Chile necesita que la ciudadanía se acerque con libertad y sin costo alguno al patrimonio”, enfatizó la Presidenta Bachelet, al anunciar que desde marzo de 2015 se podía entrar gratis a los 26 museos de la Dibam. Y generó altas expectativas: suprimir esa barrera inicial cambiaría la relación entre instituciones y públicos (fidelizándolos, diversificándolos), e incrementaría las visitas, según proyectó el director de la Dibam, Ángel Cabeza, “incluso en un 30%”.

No obstante, cuando la gratuidad cumple casi un año, su poder comienza a relativizarse. Entre marzo y noviembre de 2014 y el mismo lapso de 2015, algunos museos sí recibieron más personas, otros las mismas y algunos, menos. Es el caso del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). A pesar de contar, según su director, Roberto Farriol, con muestras exitosas -como la de José Gil de Castro, con 71.277 asistentes, y la de Sergio Castillo, con 63.885- la institución bajó en un 14% su convocatoria.

¿Es un índice crítico? “Si se repitiera, me alarmaría”, comenta Milan Ivelic, ex director del museo. Y anticipa: “Es que eso significaría que la sociedad chilena se está yendo por otro camino, muy lejos del mundo de la cultura, y está prefiriendo la televisión y el celular en la misma proporción en que abandona los museos y centros culturales. Ahí se debiera hacer una revisión muy profunda de las estrategias museales, y pensar en cómo actúa el museo frente a su público”.

“No hay muestras de calidad, no hay gestión cultural y, obviamente, tampoco hay público”, se autorrespondió sobre el actuar del museo Óscar Acuña, ex secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos, y quien plasmó sus reflexiones en una carta a “El Mercurio”. “El año 2014 fue para nosotros excepcional en términos estadísticos, ya que contamos con dos exposiciones récords en visitas”, le respondió por la misma vía Roberto Farriol -quien prefirió no dar entrevistas-, citando las muestras de Boltanski y Larraín.

Pero ¿son las marcas de asistencia lo más importante? No, a juicio de Pablo Chiuminatto, académico UC: “Las audiencias y contenidos deben ser el foco de la discusión. No se trata de más salas ni más dinero, el problema está en el concepto de cultura que hay detrás. Los museos requieren no solo público; también, y sobre todo, el manejo de sus colecciones, la investigación y su vinculación con la identidad de la que forma parte”. Y en esa línea, la máxima pinacoteca nacional ha sido, en voces entendidas, criticada por su programación reciente y examinada -de forma externa- por su política de exhibiciones. Y sobre eso no hay consenso: unos dicen que el museo debiera dedicarse a valorizar su acervo, otros -como su director- apuntan a la necesidad de presentar propuestas actuales.

¿Dependerá de su programación la convocatoria actual del MNBA? “Absolutamente”, afirma Ivelic. “Nosotros traíamos una exposición internacional y el público era muy superior al que habitualmente asistía al museo. El público depende muchísimo de la política programática y eso significa que, sin descuidar las exhibiciones de artistas nacionales, hay que tratar de conseguir que vengan algunas de afuera. Ahí aparece el primer gran problema: no existe un presupuesto estatal para eso, y no hay más que hacer que conseguir fondos con privados”.

Mirando al vecino

“Como el tema de las audiencias debe tomarse de forma mucho más amplia, creo que hay que mirar hacia los centros culturales: ¿Estarán teniendo altas convocatorias?”, comenta la directora del Museo de la Solidaridad, Claudia Zaldívar, quien reafirma que las cifras generales de asistencia a los museos son hoy bajísimas. Por lo que “urge contar con una política nacional de museos y profesionalizar el trabajo”, para generar un círculo virtuoso entre variables como la legitimización de artistas, exhibiciones e instituciones, la educación visual del público y la capacidad de recibir grandes muestras. De esas que sí están atrapando al público, como la de Yayoi Kusama, el año pasado en CorpArtes, con 160 mil visitas en tres meses.

En esa línea, aunque la disminución del público del MNBA pueda tomarse como índice decisivo, también es necesario mirar lo cualitativo. ¿Cómo es la experiencia de sus visitantes? ¿Existen actividades educativas que los cautiven? ¿Se ha difundido la gratuidad? Todo eso pesa tanto como la cifra final. “Las personas están dispuestas a pagar por un concierto o incluso por un canal de deporte vía cable. La gratuidad sin distinción, imaginada como la solución, es parte de una fantasía estructural, que no reconoce que la calidad es la clave del proceso”, concluye Pablo Chiuminatto.