Los desafíos de levantar una obra de Antoni Gaudí en Chile

diseno gaudiPor Denisse Espinoza A.

Raimon Ramis, experto en el autor de la Sagrada Familia, está en Chile asesorando la construcción de una capilla que el artista catalán regaló a Rancagua en 1922 y que acaba de entrar en tierra derecha.

No era mucho, pero al arquitecto Antoni Gaudí le pareció suficiente. Había recibido una carta desde lejos: Angélico Aranda, fraile chileno y admirador de su obra, le escribió para encargarle el diseño de una capilla para su comunidad en Rancagua. “Gaudí aceptó enviándole los planos para que se replicara la capilla de los Angeles de la Sagrada Familia. El párroco le pagaría a cambio en oraciones, un retrato suyo, y dinero equivalente a lo que hoy es un euro”, cuenta entre risas el historiador español y experto en Gaudí, Raimon Ramis, como parte de la surrealista historia que explica cómo y por qué Chile se convertirá en el único país en tener una obra original de Gaudí, el arquitecto más influyente de España.

La correspondencia entre Fray Angélico y Gaudí se inició en 1922, pero las cartas estuvieron ocultas por medio siglo, hasta que en 1973 el arquitecto catalán Joan Bassegoda, director de la Cátedra Gaudí, pide a su asistente registrar los archivos del artista, donde encuentra copias de su correspondencia. Así da con el diseño de la capilla de Rancagua.

En 1996, una maqueta del proyecto es expuesta por primera vez en una muestra sobre Gaudí que recorre España y Asia, curada por Bassegoda y Raimon Ramis. La historia llega a oídos de otro arquitecto chileno, Christian Matzner, quien entusiasma a un grupo de ciudadanos y al municipio de Rancagua para dar marcha al proyecto.

Han pasado 20 años y el sueño del fraile Aranda está por fin tomando forma. Se acaba de iniciar el proceso de licitación de obras del Centro Cultural y Espiritual Gaudí , por un monto de $ 5.600 millones que será financiado por el MOP y el Gobierno Regional de O’Higgins. La construcción partirá en los próximos meses y finalizaría en 2018. Comprenderá la capilla como espacio de oración (236 m2 ), además de salas para exposiciones, charlas y reuniones de la comunidad en el subsuelo (otros mil m2). Todo será administrado por la Corporación Gaudí de Triana.

“Causa expectación a cualquier experto en Gaudí que una obra suya se realice a 100 años de ser concebida. Para Rancagua significa aún más, una oportunidad de ponerse en el mapa, de ser referente de Gaudí en América del Sur”, señala Ramis, quien se reunió con rancagüinos y funcionarios del Consejo de la Cultura y el MOP acercándolos a la obra del arquitecto. “Se conocen dos proyectos más de Gaudí fuera de España, un convento franciscano en Tánger y un hotel en Nueva York, pero ninguno está tan bien documentado como el de Chile”, agrega.

Para el arquitecto a cargo, Christian Matzner, este es un desafío personal. Junto a un grupo de arquitectos está aterrizando el diseño de Gaudí a la tecnología actual y los materiales locales. Un cambio clave será será la creación de dos fachadas nuevas, debido a que la capilla en el plan original está adosada en dos de sus caras a La Sagrada Familia. La capilla será el gran hito del centro cultural, mientras que el resto de las salas serán subterráneas. “Tratamos de acercarnos con la mayor fidelidad al arquitecto. Hemos investigado por 20 años sobre la obra, las interpretaciones de César Marinelli, asistente de Gaudí, y Ramón Berenger, dibujante de la Sagrada Familia”, dice Matzner. La capilla de Rancagua sigue el uso de la geometría reglada de Gaudí, inspirada en la naturaleza de las hojas de los árboles, semillas y caracolas. El resultado se verá en bóvedas con curvas sinuosas, arcos que esconden tragaluces y columnas de tres lados. Se harán con piedras de la región y en hormigón. Además, el tema sísmico será clave para la construcción. La cruz que coronará el edificio será de cobre fundido y siguiendo la impronta de la arquitectura del siglo XXI, se dejará el arco interior en hormigón armado a la vista.

Según Raimon Ramis, el propio Gaudí era consciente de que no sería él quien terminaría sus obras. De hecho, para la Sagrada Familia, el catalán elaboró un sistema constructivo modular que pudiese dar pistas de las soluciones a los posteriores arquitectos. “Siempre se discute hasta qué punto esta es un obra de Gaudí si él no pudo verla terminada. Me parece un debate estéril e irrelevante”, apunta Ramis.

En cuanto al Centro Cultural y Espiritual Gaudí, éste ya empezó a funcionar aún cuando las obras no comenzaron. “En mayo de 2015 se iniciaron las actividades en un edificio cedido por Bienes Nacional por cinco años. A la fecha hemos recibido 3.200 visitas a nuestras charlas, exposiciones sobre la obra del padre Aranda, como talleres de geometría reglada, dibujo, mosaicos y jornadas de soledad y silencio. Estamos en la tarea de acercar la obra de Gaudí desde Cataluña a Rancagua”, dice Beatriz Valenzuela, secretaria ejecutiva de la Corporación Gaudí de Triana.

Para Ramis, la clave es convertir la obra del arquitecto en un lugar para todos. “Gaudí era católico por el contexto que le tocó vivir, pero yo lo definiría más como un hombre espiritual que religioso. Esta tiene que ser la línea de la capilla de Rancagua, un espacio abierto, un lugar de meditación y atracción universal”.