El redescubrimiento del barrio San Eugenio

barrio san eugenio santiagoPor Iñigo Díaz, El Mercurio.

Obrero, industrial y ferroviario:

El libro “Entre rieles y chimeneas” propone un recorrido histórico, patrimonial, arquitectónico y sociológico de uno de los territorios más determinantes en el paso hacia la modernidad de Santiago en el siglo XX.

Los habitantes del barrio que tienen 80 y más años -es decir, quienes conocieron la época de esplendor de la actividad entre rieles y chimeneas que tuvo lugar allí- identifican la línea del tren como una frontera determinante. Desde allí se despliega el gran territorio conocido como San Eugenio, una de las zonas urbanas más trascendentales en el siglo pasado.

Son más de 100 hectáreas entre calle Antofagasta (norte), Centenario (sur), Mirador (oriente) y Exposición (poniente) que definieron la historia temprana de la industrialización en Chile y donde -dicen algunos especialistas, como Umberto Bonomo- se consolidó la vivienda obrera, desde 1911.

Arquitectos e historiadores del Colectivo Rescata presentaron en el Museo Benjamín Vicuña Mackenna el libro “Entre rieles y chimeneas. Un recorrido por el barrio obrero y ferroviario San Eugenio”. Allí se abre el ángulo de observación de este espacio ubicado entre las comunas de Estación Central y Santiago.

“Hemos trabajado desde hace tiempo con organizaciones vecinales de San Eugenio. Lo que más nos llamó la atención fue que muchos decían ‘yo sé que esto es importante, porque es antiguo’, pero no sabían nada más”, dice Luis Rolando Rojas, uno de los impulsores del proyecto. “Desde agosto la publicación se entregará a los vecinos”, agrega.

El libro reúne 120 fotos y testimonios de vecinos, junto con artículos, ensayos y crónicas de 27 autores. Así se accede a San Eugenio desde su historia y arquitectura, desde la gran ingeniería que le dio identidad, y desde el patrimonio y la geografía humana.

El equipo de investigación también detectó 19 hitos físicos de relevancia en el mapa, que permiten establecer una ruta patrimonial. Aparecen las poblaciones San Eugenio 1 y 2, Arauco, El Riel o Pedro Montt, donde se instalaron los trabajadores a inicios del siglo XX, edificaciones de equipamiento social moderno, como el Estadio Hugo Arqueros Rodríguez o el Cine Septiembre, y edificios industriales, como la Fábrica Textil Yarur Machasa, la Fábrica de Sacos o la gran Maestranza San Eugenio, el corazón del sistema ferroviario que se desarrolló entonces.

Si el pasado de San Eugenio fue el de una valiosa vida social junto a una actividad imparable, y en el presente se advierte un triste abandono y deterioro, Rojas también visualiza un futuro: “Hay una población de edad aquí, pero también están llegando jóvenes. En ellos no hay interés de impulsar una gentrificación del barrio”.

Además, existe allí un trabajo de defensa del espacio y el derecho a la vivienda del movimiento de pobladores Ukamau, de Estación Central, que logró que el Ministerio de Vivienda adquiriera 1,5 hectáreas en la Maestranza para un proyecto de vivienda social, el último en que participó Fernando Castillo Velasco.

 Hitos ineludiblesMaestranza San Eugenio

Todo San Eugenio está definido por las 46 hectáreas de la Maestranza (1905), que tuvo mayor actividad en las décadas del 20 y el 30, y atendía al parque del Ferrocarril al Sur, a San Antonio y de Circunvalación. Las enormes Casas de Máquinas N° 1 y N° 2 son Monumento desde 2007, junto con talleres, bodegas y chimeneas. Pero hoy casi todo ese territorio está abandonado, a la espera de una venta de terrenos por EFE.

Estadio de Ferroviarios

Una de las mayores pérdidas del barrio es el Estadio Hugo Arqueros Rodríguez (1941), demolido en 2012 para dejar su espacio como bodega de chatarra y materiales de construcción. Es el nombre oficial del famoso Estadio de Ferroviarios, donde jugaba de local Ferrobádminton. “Hemos visto fotos de Pelé aquí del año 62 o 63. El estadio se veía precioso”, cuenta un socio del club.

Población Arauco

Entre Rondizzoni y Mirador, la Población Arauco (1945) permitió recibir a unas 300 familias obreras en sus edificios de tres pisos, que lucen escaleras exteriores helicoidales, consideradas únicas en Santiago. Contaba con una plaza central, hoy recuperada, y una piscina. “La municipalidad no mantenía los espacios, sino nosotros mismos. Antes de las 10 de la mañana las escaleras tenían que estar enceradas”, cuenta un antiguo residente.

Fábrica

Central de Leche

El Liceo Técnico de la Construcción Víctor Bezanilla Salinas, que hoy usa sus dependencias, conservó el valor arquitectónico de la obra de 1936 de Alirio Cordero Baños. Fue conocida como “La Lechera”. “Pucha, era fabulosa. Vendían leche en botellas de vidrio de boca ancha y mantequilla. Con esa leche me crié”, recuerda una antigua vecina.