Opinión: Ciclovía Miguel Claro, líneas en el pavimento

Imagen vía Nicolás Tugas

Por Nicolás Tugas F. Arquitecto PUC, Máster en Urbanismo UPC Barcelona, Académico Arquitectura PUC.

La reciente inauguración de la ciclovía en la calle Miguel Claro, en la comuna de Providencia, luego de una impecable campaña informativa y eficientes obras en época estival, no deja indiferente a sus usuarios y en mi caso, ciclista y vecino, me produce una sensación de satisfacción, alegría y orgullo. A parte de los problemas de continuidad, que son algo metropolitano relativamente debatido (es evidente que la ciclovía debe empalmar con Mapocho 42k, con remodelación de Av. Providencia, con Av. Pocuro y con Plaza Sucre en Ñuñoa), a nivel municipal no deja de llamar la atención dos temas, aparentemente distintos pero estrechamente relacionados: la ausencia de demarcaciones de pasos peatonales y el coraje de haber sacado una pista útil de automóviles.

Mientras que haber hecho una ciclovía de buena factura, bajo un discurso pro movilidad sostenible y no haber tenido el tino de consolidar bien el trabajo “amarrando la trama urbana” con unos pasos peatonales demarcados con línea de freno e indicaciones ad hoc, no cabe explicación más que una negligencia o un problema administrativo seguramente absurdo, que no tengo duda el municipio sabrá resolver, el segundo tema, el sacar una pista útil de automóviles, resulta algo más complejo y ante ello pertinente ponerle lupa. Pero veremos que tiene relación con lo anterior.

Distintas autoridades han explicitado que la incorporación de la ciclovía se hizo sólo utilizando el espacio obtenido de sacar estacionamientos, algo sensato que aplaudo. Pero eso en la práctica no es necesariamente así: hace al menos un año que la calle fue pavimentada y no fue demarcada, la calzada en algunos tramos mide 7 metros(m) , teóricamente había una franja de estacionamientos de 2.5m y una pista (y media) de 4.5m. Pero no estaba demarcada y los automovilistas son muy ingeniosos en usar el espacio, así, este resultaba en 2m estacionamiento y un espacio de 5m por donde circulaban dos autos en carriles improvisados (no demarcados) de 2.5m cada uno (como referencia un carril de autopista son 3.5m, uno de buses 3m, la famosa Avenida Diagonal en Barcelona tiene carriles de automóviles de 2.5m). Hoy se ha implementado una ciclovía de 2.75m, lo que deja un espacio de 4.25m por donde… sólo cabe un auto! Ergo, cualquier automovilista usuario habitual de esta ruta cree que sacaron una pista y las autoridades suenan cómicas argumentando que nunca hubo dos pistas, cuando en la práctica, y por falta de demarcación, las había.

La conclusión obvia es que la demarcación de las calzadas, carriles, estacionamientos, pasos peatonales y ciclovías, siempre es clave, tanto para la convivencia entre los modos de transporte, como para ahorrarse malos entendidos. Además, en temas viales, la demarcación es la intervención de diseño urbano más económica que puede hacerse, y hay mucho juego en repensar las secciones de calle para mejorarlas. Mientras tanto, los peatones que crucen Miguel Claro, esperan la (escasa) gentileza de automovilistas …y ciclistas. Habrá que pautear sus límites, con líneas en el pavimento.

PD: Mientras esperaba la publicación del post, tuve un intercambio de correos con Nicolás Valenzuela, Secretario Comunal de Planificación de la Municipalidad de Providencia, quien me pide especificar algunos puntos que expongo en relación a texto y complemento a continuación:

En temas de continuidad, por un lado se está trabajando actualmente en extender ciclovía hasta norte de Avenida Providencia, lo que incluye reprogramación de faces de semáforo, lo que necesita aprobación de la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT). Las conexiones con ciclovía de parque Uruguay se harían por calles zonas 30 (Perez Valenzuela) hasta Manuel Montt y allí poder cruzar con un nuevo semáforo que lo aporta un Estudio de Impacto sobre el Sistema de Transporte Urbano (EISTU). Agrego, eso sí, que aquello resolvería el flujo “hacia arriba” por el parque Uruguay, aun queda pendiente resolver el flujo hacia el centro (que tendría un sobrerrecorrido de 300m). En el otro extremo, hacia el sur, aparentemente el municipio no considera conflictivo el enlace en plaza Sucre, mismo que lo consideran relevante, y el primer problema sería que, para la Municipalidad de Ñuñoa, las prioridades y estándares son otros.

Luego se especifica algo que me resulta incomprensible: la ausencia de demarcación vehicular anterior a la ciclovía se debía a que por norma se necesitaban 5,5m de circulación mínimos, además, formalmente se considera el estacionamiento de 2.3m, por tanto en una calle de 7m, no hay demarcación. Si eso es así, vemos que la norma es absurda y que urge actualizarla a estándares contemporáneos. En Alemania hay estacionamientos de 1.8m y en España carriles de autos de 2.48m. Además se prueba que ante ausencia de demarcación “el mercado” de la sección de la calle se regula solo, generando formas “más eficientes” de uso que la propuesta por la norma, complejo.

El tema de los pasos peatonales, habrá probablemente algún semáforo más, como en la intersección con ciclovía de Elena Blanco, algo que se estudia. Pero el tema queda aún en el aire, puesto que un paso tipo cebra, según el secretario de planificación, aumenta el riesgo, algo que no comparto y que queda pendiente de demostrar y sobre todo de buscar una solución. Salvo en calles estructurales a nivel metropolitano, lo deseable es poder cruzar 7m de calle, en casi cualquier esquina y no caminar 200m al semáforo más cercano, cruzar y regresar otros 200m. El municipio aún busca soluciones.