Navotas: cementerio de muertos, ciudad de pobres
Por Nicolás Valencia. Arquitecto.
De riguroso blanco, el ataúd cargado de flores, globos y recuerdos es llevado en andas por cuatro jóvenes, escoltados en una lenta procesión por los familiares, quienes recorren los pabellones del cementerio público de Navotas (Filipinas), esquivando la basura y a los niños y gallos que se cruzan libremente en la caravana del sepelio. Hace unos días, un nicho ocupado hace ya cinco años fue limpiado y los restos desalojados para recibir al inquilino del ataúd blanco. Finalizado el funeral, una capa de ladrillos le asegurará estadía para al menos los próximos cinco años.
Convertida ya en rutina a su corta edad, la procesión es seguida por los ojos de decenas de niños, para quienes esta necrópolis es su propio barrio. Acá llegaron a vivir sus padres y abuelos hace más de treinta años, literalmente sobre los nichos o a orillas de la necrópolis, bañada por la bahía de Manila.
“Los visitantes y los residentes tienen una buena relación. Ellos sólo quieren que respetes las tumbas y no las uses como baños”, cuenta uno de los cinco sepulteros de Bagong Silang, la asamblea del vecindario en el cementerio.
Conoce la historia del cementerio público de Navotas después del salto.
En 2007, la Humanidad llegó a un punto de inflexión: más de la mitad de los humanos vivíamos en las ciudades. Un proceso irreversible y que incorpora a 228.000 personas diariamente a las ciudades. Un proceso que se vive desigualmente entre países desarrollados y el Sur Global: mientras Estados Unidos y Europa se estancan demográficamente, ciudades como Tokio alcanza los 37 millones de habitantes, Seúl y Shanghái sobrepasan los 25 millones.
El avance demográfico está concentrado en Asia y metrópolis como Manila en Filipinas -una conurbación de dieciséis ciudades filipinas-, ya alberga a 21 millones de habitantes. Tanto la emigración de campesinos a las ciudades así como la expulsión de bolsones pobres a la periferia desde el centro de las ciudades –gentrificación– está transformando las metrópolis, llevando a algunas comunidades a tomar decisiones drásticas, como la de vivir en un cementerio.
El cementerio público de Navotas -una ciudad costera dentro de esta rompecabezas urbano filipino conocido como Metro Manila o Gran Manila– está recibiendo a comunidades muy pobres que ven en el cementerio todo un ecosistema que les permite parcialmente sortear la pobreza, la desigualdad económica y las escuálidas posibilidades de optar a una vivienda propia en un país que ya alcanzó los 100 millones de habitantes en 2014.
Dirigido por Zena Merton, el cortometraje Bagong Silang (2011) -vagamente traducido como ‘recién nacido’ (Newly Born)- ahonda en la vida diaria de esta comunidad integrada actualmente por 350 familias quienes se reparten entre los pabellones del cementerio, a medio camino entre la periferia de esta húmeda ciudad filipina y el borde costero, donde los habitantes más antiguos han levantados con paciencia sus palafitos, esquivando la basura arrojada al cauce y en donde los chicos chapotean para acortar el día, mientras sus padres trabajan en lo que pueden.
“Las viviendas fueron principalmente hechas de cartón, los muros son de plásticos, sacos y poliestireno. Si tocas los muros, todos se vendría abajo”, comenta uno de los entrevistados.
La pesca, el comercio informal y la limpieza de nichos y basurales son las principales ocupaciones en esta comunidad. Por ejemplo, por 70 pesos filipinos (1,56 USD), los sepultureros limpian tumbas y las cubren con ladrillos para los nuevos inquilinos. Asimismo, improvisadas mesas de billar comparten espacio con nichos y tumbas a medio destruir, mientras antiguas casetas de videojuegos entretienen a los cientos de chicos en un país con la tercera tasa de natalidad más alta de Asia: 25 nacimientos por cada mil habitantes, el doble de Uruguay y el triple de Alemania.
“No puedo decir con certeza lo que sucederá con Bagong Silang en diez años”, señala un residente. “Sólo espero para la futura generación que llegará el momento en que puedan tener una mejor manera de vivir”.
Más sobre Bagong Silang acá.
Publicado originalmente en Plataforma Arquitectura