El progreso que llegó tras el tsunami al balneario de Dichato

dichatoPor Marjory Miranda O., La Tercera.

Según vecinos, plusvalía subió debido a la mayor cantidad de turistas que llegan en verano.

Decenas de negocios en ambos sentidos de la costanera, música, colores y familias paseando es la postal que recibe a quienes llegan a Dichato -en la Región del Biobío- para veranear, y también ver los últimos vestigios del 27/F.

Para sus habitantes, la cara de esta localidad es otra tras el proceso de reconstrucción. Eugenio Medina, quien hace siete años tiene un negocio de empanadas, relata que “los primeros años después del terremoto la gente quería irse, no veía en Dichato un progreso, pero cuando se empezó a arreglar eso cambió. Ahora hay gente preguntando por terrenos para comprar y la plusvalía se fue a la nubes”.

Un ejemplo concreto, agrega Medina, es que “antes del terremoto un sitio costaba $ 20 millones y ahora cuesta entre $ 40 millones y $ 50 millones, y no lo venden porque esperan que los precios suban aún más. Confirmé eso cuando pregunté por un terreno en la costanera, que lo vendían a $ 40 millones. Ahí expropiaron la mitad por las obras de mejoramiento y la otra mitad del mismo sitio ahora se vende en $ 60 millones”.

Cifras que podrían aumentar con los arreglos que faltan, pues en el proyecto de mejoramiento se contempló también un parque fluvial, además del traslado de una comisaría y oficinas municipales a zonas altas.

Margarita Uribe, del kiosko “Mi estilo”, ubicado en plena costanera, asegura que “ahora hay mas movimiento de personas que antes del terremoto. He atendido incluso turistas extranjeros. Lo único que espero es que siga creciendo y que la gente y las autoridades no se olviden de nosotros”.

Alojamientos copados

La oferta de alojamiento también ha tenido frutos. En un recorrido por la localidad días antes del Festival de Dichato, cuya primera jornada se realizó ayer, no había disponibilidad para arrendar.

Rosa García administra cabañas y asegura que “los fines de semana cuesta encontrar alojamiento. Acá no se hacen reservaciones porque hay veces que las familias vienen por más días y se les da prioridad, así que la gente que viene tiene que buscar”.

Por su parte, Carlos San Martín, dueño del restaurante Nueva Costanera, calcula que “la clientela ha subido un 30%. Antes veraneaba la gente de Chillán, ahora se puede ver a muchos santiaguinos y de otras regiones. Algunos vienen por el festival y otros por el morbo, preguntando hasta donde llegó la ola y cosas así”. El problema, agrega el empresario, es que la bonanza es estacional: “En invierno el restaurante se mantiene con una sola mesa ocupada, no llega más gente, por lo que para nosotros el verano es esencial”.

Eugenio Medina agregó que lo que falta es “inversión privada y una visión a largo plazo de la inversión pública para, por ejemplo, pavimentar el camino costero de esta zona. Hay que promover el turismo aventura aprovechando en cerro y el bosque que nos rodea, extendiendo la temporada de turismo”.