Letreros de cartón, acoso de taxistas y terminal en obras reciben a los turistas que llegan al país

Por L. Adriasola y S. Sottorff, El Mercurio.

La particular bienvenida a Chile:

Para muchos visitantes, la primera impresión del aeropuerto en la actualidad contrasta con la imagen de modernidad que tienen de la capital.

“Es llamativo que teniendo la imagen de que Chile es un país moderno, haya estas soluciones tan improvisadas. Sé que es la primera visión que tengo, pero espero que la ciudad no sea así de desordenada”, dice el turista mexicano Manuel Badilla, que ayer en la mañana pisó por primera vez suelo nacional.

Junto a su esposa y sus dos hijos viajaron desde Toluca para conocer Santiago, pero su arribo a la capital no estuvo exento de llamativas situaciones: una larga espera en Policía Internacional, varias señaléticas de cartón o papel impreso en el camino, el acoso de algunos taxistas a su salida y unas vallas papales antes de pisar el exterior de la terminal.

La “mala imagen” de bienvenida se complementa con las obras que actualmente se realizan en el aeropuerto y el camino hacia el centro o el sector oriente de la capital.

Aunque en el pasado el entorno del aeropuerto dejaba mucho que desear, hoy al trasladarse desde la terminal por la Ruta 68, que conecta con la Alameda, predominan una invasión de letreros publicitarios, áreas verdes completamente secas y basureros ilegales.

En tanto, al viajar por la Costanera Norte predomina la imagen de un escuálido río Mapocho, el esmog, cableado eléctrico, bodegas y terrenos baldíos.

“Esto afecta la imagen de Chile, porque si no hay coordinación entre quienes están sirviendo en la puerta de entrada del país, no solo hay un mal servicio, sino que se ve una improvisación en cuanto a la llegada y orientación de los pasajeros”, dice Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la U. del Desarrollo.

“Llegar a un país desconocido, con señalética confusa, donde te acosan taxistas y además hay obras de reparación, todo va molestando”, agregó el experto, detallando que esto radica en un problema de gestión donde los tres administradores del aeropuerto -la concesionaria, la DGAC y la PDI- “no han tenido la disposición” de trabajar por ordenar el principal terminal aéreo”.

Sobre la desprolijidad del aeropuerto, la concesionaria explicó que las vallas papales “son una forma de ordenar el sistema de llegadas” para que los pasajeros salgan de manera “segura y expedita”. Aclaran que no está dentro de sus atribuciones el normar el uso de señalética deficiente por otras instituciones, aunque “siempre se está en permanente contacto con ellos para sugerir modificaciones”.

Trabajos

El próximo año finalizan los arreglos del sistema de maletas y otros detalles que todavía persisten en el aeropuerto.