Vecinos del Parque Forestal denuncian desórdenes y daños por feria de las pulgas

Por Lucía Adriasola C., El Mercurio.

Por primera vez, en 10 años, la municipalidad comenzó a cobrar mil pesos para normar a los comerciantes:

A pesar de los intentos del municipio por controlar esta jornada, residentes alegan que sigue la inseguridad y la escasa fiscalización de los productos que se venden.

Ropa usada, caleidoscopios, hamburguesas de soya, vinilos, antigüedades, zapatos, pipas, e incluso papelillos para hacer cigarrillos de marihuana. Sobre géneros de colores y pareos, todos esos productos -e incluso más- figuran en la feria de las pulgas que se lleva a cabo todos los últimos domingos de cada mes en el Parque Forestal, a un costado del Museo de Bellas Artes, entre las calles José Miguel de la Barra y Mac-Iver.

Sobre la última versión, los vecinos pensaron que se realizaría en forma “más ordenada”. Pero no fue así.

Fueron diez años sin fiscalización, en los cuales cualquier persona vendía allí lo que quería. Pero este domingo el municipio comenzó a cobrar mil pesos a los interesados en ir a ofrecer sus productos para comenzar a normar este evento.

A comienzos de este mes, la municipalidad dispuso un sistema de inscripción automática, a través de su sitio web, en el cual los participantes pueden registrarse, pagar su permiso y participar de esta jornada.

La idea era ordenar el espacio público y limitar a 600 la cantidad de vendedores.

Pero eso tampoco ocurrió, porque fuera de los inscritos, cerca de 300 otros comerciantes llegaron furiosos al parque para protestar contra las nuevas disposiciones, que calificaron como “injustas”. Aun sin haber pagado, abrieron sus manteles y los pusieron sobre el pasto. Quienes habían cumplido con las medidas fueron ubicados sobre el maicillo.

Toda esta situación causó indignación y desilusión entre los vecinos, quienes evitan ir al parque los domingos por esa razón, pero que ahora se habían hecho la idea de volver a disfrutarlo.

“La feria está un poco más organizada, pero no como quisiéramos. La municipalidad no está discriminando. No nos parece que esto se deba hacer en el parque. Debería estar sobre la calzada, porque este es un lugar centenario, pero bueno… la municipalidad no ha sintonizado con el deseo de los vecinos”, dice con cierta resignación Héctor Vergara, presidente de la Junta de Vecinos del Parque Forestal.

En tanto, María Luisa, quien vive frente al parque, manifiesta que con la llegada de la feria -ella vive hace 18 años en el barrio- también llegaron la delincuencia, el desorden y los daños. “Cuando empieza a terminar el día, los jóvenes se ponen a fumar marihuana, rayan los edificios y hacen sus necesidades en la calle”, cuenta la mujer.

Polémica municipal

Los concejales Felipe Alessandri (RN) y Carolina Lavín (UDI) manifiestan su disconformidad por haberse elegido este lugar para realizar una feria que comenzó como ilegal.

“El parque es un patrimonio vivo de la ciudad; su destino no es albergar una feria. Feliz que se buscara otro lugar, como el Parque de los Reyes, por ejemplo, donde no se generarían todas estas externalidades negativas”, dice Alessandri. Su colega agrega que en el próximo concejo municipal pedirá una explicación respecto del cobro de mil pesos. “Es impropio, no es una patente, no sé a qué corresponde esta plata. Me generan dudas, no está contemplado en ninguna normativa”, señala Lavín.

Para el concejal Ismael Calderón (PS), los parques son para usarlos, y en el Parque de los Reyes se podría hacer una segunda feria, aunque ambas deberían normarse.

La alcaldesa Carolina Tohá declinó referirse a esta polémica.

Mientras, el director de Seguridad Vecinal de la comuna, Marcelo Muñoz, sobre el cobro explicó que “es un valor simbólico para empezar el proceso de ordenamiento. El primer objetivo era sacarlos de los prados”.

Cómo son en Nueva York, París, Londres y Buenos Aires

Sobre mesas con toldos y manteles -situación muy distante a lo que ocurre en el Parque Forestal-, anticuarios y comerciantes de Nueva York, París, Londres y Buenos Aires venden sus productos en las tradicionales ferias de las pulgas que se hacen en esas ciudades.

Aprovechando que muchos habitantes de Manhattan, en Nueva York (EE.UU.), salen fuera de la ciudad los fines de semana, el municipio dispuso de los primeros pisos de algunos estacionamientos que quedan vacíos para que los nostálgicos concurran a comprar elementos del pasado, los que pueden vitrinear en mesas especialmente habilitadas.

Lo mismo pasa en París, Francia, donde algunos fines de semana se cierran determinadas calles para que personas exhiban antigüedades y otros productos en buen estado.

También ocurre en Inglaterra, en el barrio londinense de Candem Town, donde todos los fines de semana hay una feria con artículos extravagantes. Es visitada por miles de turistas de todo el mundo.

Al otro lado de la cordillera, en Buenos Aires, comerciantes bonaerenses dieron vida en 1970 a la tradicional feria de San Telmo, que se realiza todos los domingos en el barrio del mismo nombre. El único requisito puesto por el municipio de la ciudad es que los productos a comercializar tengan una antigüedad de al menos 44 años o sean cosas nuevas, hechas por artesanos de la zona.

Para ser parte de esa jornada, los postulantes deben esperar que se genere un cupo de los 260 que existen.