“Bullavista”

Por Lucía Adriasola C., El Mercurio.

Los vecinos del barrio Bellavista esperan que a partir de octubre puedan dormir mejor. La nueva ordenanza que restringirá el horario de venta de alcohol en ese y otros cuatro sectores de Providencia promete reducir la cantidad de borrachos, asaltos y la ropa interior y botellas vacías que cada mañana recogen en sus jardines y terrazas.

Emperatriz Urrea tiene 62 años. De ellos, más de 30 los ha vivido en el sector de Bellavista. Y de esos, ha pasado más de los que quisiera recordar recogiendo cada mañana en su jardín botellas de vino vacías y ropa interior. Ninguna suya.

Mientras barre hojas con un viejo rastrillo, se queja que las cosas cambiaron desde hace al menos dos décadas. Las mismas que vieron el auge de Bellavista como epicentro del carrete y la bohemia capitalina. Para ella, junto con los bares, pubs y restaurantes se instalaron “la violencia y el libertinaje”.

-En el antejardín de este edificio a diario se ven niñas tomadas. Señoritas preciosas que se meten sin permiso aquí y con tipos borrachos. Yo me pregunto cómo niñas tan bonitas, de casas decentes, andan ahí, en el piso, teniendo relaciones debajo de un árbol. Es una vergüenza.

Mientras habla, entremedio de la tierra aparecen latas de cerveza aplanadas. Ya no le llama la atención. Dice que los jóvenes, borrachos, las lanzan entremedio de las rejas cuando ven a algún carabinero. Debajo de calas y arbustos brotan botellas de vino blanco, tinto, además de otros en caja.

Los recipientes no son los únicos que amanecen al otro día en las panderetas, antejardines o incrustados en los alambres de púas de las casas del sector. Calzones, sostenes, calzoncillos y pantis, también.

Lo sabe bien María Elena Cabezas, quien trabaja hace cuatro años en un call center en la neurálgica intersección de Antonia López de Bello con Constitución, en el mismo barrio.

-Los lunes es normal que aparezca ropa interior. He encontrado de mujer y de varón. Por ser mamá de una chiquilla universitaria me da pena ver todo esto.

Corriendo en calzoncillos

El martes pasado la Municipalidad de Providencia aprobó una nueva ordenanza municipal, que desde octubre restringirá el horario de funcionamiento de discotecas, pubs y botillerías en cinco barrios: Manuel Montt, Tobalaba, Santa Isabel, Providencia, Nueva Providencia y, obviamente, Bellavista.

Sus residentes se habían organizado para hacer lobby ante el municipio y rogar, entre los frecuentes desórdenes, delitos e incluso muertes, por un poco de paz. Un sondeo arrojó que Providencia es la segunda comuna -luego de Santiago- con mayor número de delitos asociados al alcohol. Y los cinco barrios con las más altas tasas de detenciones eran esos cinco.

María Elena cuenta que ser testigo de cómo la gente llega a tomar al barrio hasta “borrarse” o de los frecuentes asaltos “es algo terrible”. Como acostumbra salir temprano a hacer los trámites propios de su trabajo, asegura que ve a jóvenes asaltando a plena luz del día.

Por eso, cada mañana llega acompañada de su marido para que no la asalten y lo mismo hace en la tarde cuando se va. Según comenta, ninguna de sus compañeras camina sola, “se van todas juntas para que no les pase nada”.

Emperatriz recuerda que hace no mucho un vecino suyo murió a una avanzada edad. Como vivía en el primer piso tenía que escuchar de todo y le costaba dormir.

-Con bastón y pijama salía al patio, sacaba su billetera y les pasaba plata a los niños, les decía ‘ya tomen, vayan a gastársela por ahí, pero dejen de meter bulla y déjenme dormir’. Ahora ya se murió, pero nunca pudo descansar de corrido en las noches.

También se ha reído a costa de los bohemios. El verano pasado fue a cerrar las ventanas del departamento de una vecina, en el cuarto piso, el más alto que tiene el edificio, cuando escuchó unos gritos extraños. Se asomó y vio a una pareja en el pasaje Cerrito.

-Estaban haciendo el sexo detrás de un auto. Como lo encontré insólito llené una olla con agua y se las tiré… quedaron empapados.

O los ha asustado. Hace poco salió de su departamento y vio a dos jóvenes durmiendo en el patio. Cuando les preguntó qué hacían ahí salieron corriendo en polera y calzoncillos, dejando su ropa tirada en el pasto. Tuvo que salir corriendo detrás de ellos con sus pantalones en la mano, “porque si se sacan sus cosas, por último, ¡pónganselas poh!”.

Dudas y aplausos

Con sus 78 años, Clara Vega es otra vecina de larga data en el barrio. Ella calcula que serán fácilmente unas cinco décadas las que lleva en la calle Fernando Márquez de la Plata. Con tanto tiempo ahí, comenta que ya es común ver a jóvenes reventando chapas, pero que no les puede decir nada por temor a que le hagan algo.

-Lo más insólito que vi es que en el edificio de la esquina un día, hace como 12 años, vi pasar a un hombre… se había caído del quinto piso. Era amigo de esa modelo… ¿Cómo se llama? Ah sí, la Denisse Campos… y se murió. Lo vi todo mal ahí en el piso, fue terrible.

Cerca de ahí, una funcionaria de la Casa Museo La Chascona cree que la nueva ordenanza es algo positivo, considerando la cantidad de turistas que visitan la que fuera vivienda de Pablo Neruda, porque “de repente ven cada cosa… O sea, hay veces que niñitos se ponen a tener relaciones aquí en plena calle y ellos sacan fotos, asombrados; entonces ahora quizás esos espectáculos van a parar”.

La restricción al horario de funcionamiento de los locales de entretención también es vista con distancia a unos kilómetros de ahí, en Santa Isabel, donde algunos vecinos están cansados de convivir con la prostitución, los ruidos y las “cosas raras” que conlleva. Uno de ellos, José Tejeiro, no cree que vayan a cambiar mucho las cosas.

-Todo va a depender del empeño que ponga la autoridad en fiscalizar más para que esto funcione. La restricción me parece excesiva… muchas personas van a tener que ser despedidas.

El español Roque Andreu, quien vive en el sector de Ricardo Lyon, cercano a avenida Providencia, donde también comenzará a regir la medida, la aplaude sin dudar: ya tuvo que vender una casa por ser contigua a un local que expende bebidas alcohólicas.

-Vivo aquí hace más de 60 años y las botillerías han sido un tema para mí. Antes vivía en Los Leones y me tuve que cambiar de casa, porque era vecino de una y las personas vivían ebrias día y noche. Así que la medida me parece más que excelente, sobre todo para que niños y jóvenes puedan vivir tranquilos.