Columna Hacia un Santiago de calidad mundial: La clase media más acomodada

Por Miguel Laborde, El Mercurio. (28/06/14)

La célebre frase de San Agustín sigue viva en ciertos barrios de Santiago: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. Para el autor de “La ciudad de Dios”, aquí en la Tierra somos simples pasajeros en tránsito hacia la morada definitiva, la divina. Es por eso que las fundaciones de América Latina se hicieron con una plaza central vacía de construcciones; ahí, a ras de suelo y en medio del tráfago cotidiano, es un trozo del cielo, aire que sube al aire, para recordar que no somos de aquí.

San Agustín también escribió sobre el ego urbano: “Dos amores han fundado dos ciudades: al amor a uno mismo, la terrenal; y el amor a Dios, la celestial”.

Hay barrios de Santiago que todavía irradian una serenidad que parece de otro mundo. Gozan de una paz conquistada por quienes no están en ninguna carrera en la vida, sabios en el arte del “buen pasar”. Es la clase media realmente acomodada, porque vive cómoda en este mundo; el éxito no es obligatorio.

En muchos casos tienen viviendas medianas de una o dos plantas, en sectores consolidados y atrayentes para las inmobiliarias, las que han logrado seducir a muchos propietarios pragmáticos; pero también hay barrios más conscientes de su excepcional riqueza. Los sectores residenciales de barrio jardín, en climas templados, son un lujo escaso en todo el planeta y así se entendió, por ejemplo, en el Barrio de las Flores de Providencia. Por ningún precio quiso perder su calidad de vida, que sería irreemplazable.

No son mansiones amplias. Más bien, como promovió el cristianismo original, reflejan la cultura de lo “parco”, lo sobrio. Como observó el propio San Agustín, luchar contra la escasez y la miseria es más fácil cuando la mayoría aspira a lo moderado. Esa sabiduría, trastabillante en el siglo XX, fue finalmente derrotada en los años 80, la década de la vanidad y el exitismo, la del “Yo primero”. La que exige ser siempre ganadores, winners y no losers , origen de muchos sentimientos de fracaso y, como lo indican las estadísticas, depresiones al por mayor en las provincias más urbanizadas.

Ciertos sectores de Providencia, Ñuñoa y el Barrio Lastarria-Bellas Artes, entre otros, han sido descubiertos y colonizados por jóvenes que, como Mafalda, quieren bajarse de ese carro para caminar por la vida más ligeros de equipaje.

También aumentan los jóvenes en Inglaterra y Estados Unidos que se declaran nómades, no interesados en bienes raíces. Como quieren ser habitantes del mundo, ciudadanos planetarios, cambian una propiedad por una vida con viajes y mudanzas. Es una revolución, la de la juventud en tránsito.

Los agoreros temen que, en quienes tienen esta postura, detrás del fin de la casa propia se oculte un futuro desarraigado, de indiferencia frente a la comunidad en la que se vive; anuncian un futuro de gente de ninguna parte, sin tradición ni familia ni propiedad. Generalizan el fenómeno. Lo que está sucediendo es lo contrario: algunos jóvenes emigran, a un país o a otra ciudad que ellos escogieron, y son habitualmente muy activos en su nuevo destino. Viven en tránsito, pero de manera más participativa.

El derecho de propiedad a la manera medieval, de un solar que pasa de generación en generación, ya no es el único medio civilizado de vivir. En países muy desarrollados, como Alemania, Corea del Sur y Suiza, el porcentaje de arrendatarios es mucho mayor que en Chile.

Más información en: www.movimientoslow.com

Barrios de calidad

Ciertos sectores de Providencia, Ñuñoa y el Barrio Lastarria-Bellas Artes, entre otros, han sido descubiertos y colonizados por jóvenes que, como Mafalda, quieren bajarse de ese carro para caminar por la vida más ligeros de equipaje.