Las quebradas ejemplares de Valparaíso

Por Daniela Astudillo, La Tercera.

[urbanizacion] Arquitectos miran las poblaciones Márquez y Juan Pablo II, en el Puerto, como un modelo a seguir en los sectores afectados por el siniestro del pasado 12 de abril. Intervenciones urbanas realizadas en los cerros Santo Domingo y Placeres han sorteado incendios, terremotos y aluviones.

Desde el extremo que se mire, la ceñida calle que une los cerros Arrayán y Santo Domingo parece un vagón de ferrocarril cercado de color. El cimiento tiene más de 100 años y fue conformado de piedra instalada a capricho, pero bajo una política fiscal que diseñó una vía de acceso a las colinas del Gran Valparaíso con resumideros de aguas lluvia y soleras sólidas.

Sobre ella se emplazó hace 64 años la población Márquez, el magno proyecto de vivienda social más exitoso y ejemplar que se haya construido sobre una quebrada, según lo afirman arquitectos porteños y digno de ser imitado en lo alto de los cerros siniestrados, el pasado 12 de abril.

El conjunto habitacional está compuesto de cinco edificios en bloque de cuatro a cinco pisos con estilo moderno, de no más de 900 UF, que siguen la topografía de la quebrada y que presentan un uso casi exclusivamente residencial. La destacada edificación formó parte del informe que le valió al puerto principal la denominación de Patrimonio de la Humanidad en el 2003. Como consecuencia de ello se recuperaron las fachadas bajo una inversión de cerca de $ 70 millones.

“Se levantaron puentes de comunicación (pasarelas), las soleras son de piedra, cosa patrimonial que se ha cuidado, además de balcones y miradores naturales, es impresionante el trabajo y muy responsable, lo que debe repetirse”, señala el presidente del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, Sótero Apablaza.

El técnico defiende el derecho a construir en las quebradas, ya que afirma existe una riqueza cultural en cuanto a las familias que por generaciones han ido acaparando los cerros. Es por esto que invita a las autoridades a aprovechar las quebradas para proyectos urbanos, comenzando con mejorar la vialidad de redes y alcantarillados.

“Un proyecto de vivienda social no tiene que ser malo, yo creo que con unos 600 millones de dólares se pueden arreglar todas las quebradas y emplazar viviendas, además de ver el tema del agua, ya que eso es lo que más ha afectado la habitabilidad en zonas altas y eso ya no es tema municipal”, explica.

Entre 2008-2009, la variante Agua Santa con sector Rodelillo del cerro Placeres tuvo un significativo cambio. El comité Huepil logró lo impensado: la casa propia junto con la intervención contemporánea más importante, que hoy luce colorido y bien cuidado.

Juan Pablo II es el nombre de la población-condominio, plan que construyó más de 1.500 departamentos, distribuidos en 80 blocks , entre dos y siete pisos.

La superficie total del lote corresponde a 202.000 metros cuadrados (20,2 ha), el que por años sufrió los embates de incendios forestales con casas destruidas.

Hoy eso está lejos de ocurrir, ya que el sitio se reforestó de bosque nativo con cerca de 400 palmas, se incluyó una pista de skate y patinaje, cancha de fútbol con escaleras y graderías, sala de reuniones, una iglesia, mini bazares, jardín infantil y una sala exclusiva para basura por block.

“Es un lujo de proyecto, aquí vemos muro exterior, construcción hecha a base de hormigón armado y albañilería. Es cosa de mirar las amplias calles con doble vía, eso hay que rehacer en el resto de los cerros, deberían ser, al menos, de 30 metros las calles, ya que son la conectividad con toda la ciudad”, dice Apablaza.

Ante la recomendación del Colegio de Arquitectos porteño, el seremi de Vivienda y Urbanismo, Mauricio Candia, explicó que “tanto el Plan Regulador Comunal de Valparaíso como el Premval establecen en el área afectada por el incendio una serie de disposiciones asociadas a la definición de áreas de riesgos o de restricciones para el emplazamiento de edificaciones. Estas se asocian a circunstancias de inundación o pendientes. “Es importante precisar que ello no implica que no se pueda edificar en estas áreas, sino que previo a su utilización debe existir un estudio elaborado por un especialista que proponga las obras de ingeniería necesarias para mitigar el riesgo”.