Vecinos del barrio Bellavista reclaman por la inseguridad y los ruidos molestos en el sector

Por Daniela Yanzon, El Mercurio. (02/02/14)

Cerca de 60 residentes salieron a protestar ayer en la madrugada:

La “marcha de los pijamas” congregó a personas que buscan una mayor fiscalización en la entrega de las patentes de alcoholes.

El viernes pasado, a las 23:30 horas, se dio paso a la segunda “marcha de los pijamas” protagonizada por los vecinos del barrio Bellavista y que se extendió hasta la madrugada. El objetivo: denunciar el constante bullicio que proviene desde discotecas y bares del sector.

Familias enteras se congregaron para protestar y exigir el “derecho a dormir en paz”.

Quienes reclaman son conscientes de que el barrio es un área bohemia y artística, pero aluden a la falta de fiscalización en la entrega de patentes de alcoholes y al escaso control policial.

Gerardo Lanzerotti, integrante de la Junta de Vecinos N° 35 y residente hace casi 40 años en el sector, asegura que las peticiones de la comunidad no han sido escuchadas por las autoridades.

Según el artículo 7 de la Ley de Alcoholes, solo está permitida la existencia de un punto de venta (restaurante, bar, discoteca) por cada 600 habitantes. En la actualidad, el barrio cuenta con cerca de tres mil residentes.

“Esto es insoportable. Hay 147 patentes de alcoholes en 10 manzanas y se han hecho construcciones sin permisos, afectando la calidad de vida de los vecinos”, señala Lanzerotti.

La marcha detuvo por una hora el tránsito entre las calles Purísima, Ernesto Pinto Lagarrigue y Dardignac.

Dominic Gibson, dueño del restaurante “Doma”, apoya esta protesta. “Viví en Madrid en una zona similar a este barrio, donde no me dejaban dormir y la comunidad logró una convivencia con los locatarios”.

Gran parte de los centros nocturnos están ubicados en antiguas casonas que no cuentan con aislamiento para el ruido, por lo que la música es parte del sonido ambiente de los vecinos, quienes proponen que la normativa obligue a los locatarios a modificar las instalaciones.

Otros problemas

Pero no solo el ruido los afecta. Quienes viven en el barrio, son testigos también de cómo la acumulación de basura se apodera de las calles. Vidrios, desechos, comida e incluso ropa encuentran en las entradas de sus casas.

A este malestar se suma la sensación de inseguridad producto del constante flujo de gente que visita el sector.

La actriz Peggy Cordero vive desde 1972 en el barrio y comenta que no sale tranquila de su casa por temor a que la asalten. “Estamos todos histéricos. Esto es una protesta por nuestra salud mental, estamos reclamando con respeto, exigiendo nuestro derecho de descansar”.

Además, plantea que no se puede transitar por las veredas por las mesas que ponen varios restaurantes. “Incluso hay locatarios que disponen de ceniceros en las veredas para que la gente salga a fumar y a tomar a la calle”, indica.

Las demandas de los vecinos no apuntan a que la diversión se vea afectada, sino a que esta se desarrolle con respeto. “La calidad de vida ha cambiado mucho. Se escuchan balazos, peleas y gritos, y una no sabe si las personas están siendo víctimas de un asalto o si se están divirtiendo”, dice Ángela Álvarez, que junto con su prima Claudia Buchmeir viven hace 16 años en el barrio.

El próximo viernes los vecinos volverán a reunirse a las 23:30 horas en el centro comunitario Juan Verdaguer, en Purísima 260, para llamar la atención de las autoridades y ver si logran su propósito: disfrutar de un sueño sin interrupciones y vivir con más seguridad.

Cuestionan a la Municipalidad de Recoleta

En los últimos 12 meses se han clausurado cerca de 15 discotecas en Bellavista. “Se permitieron usos que no son del todo compatibles en un solo barrio y se entregaron patentes a destajo”, señala Daniel Jadue, alcalde de Recoleta.

“Hacemos un trabajo a largo plazo. Fiscalizamos de jueves a sábado, pero el paso siguiente es que haya cambios legales que les permitan a los municipios mayores atribuciones para solucionar este tipo de problemas”, asegura Jadue.

Sin embargo, los vecinos reclaman que este problema se viene gestando hace 15 años y que la actual administración no los ha apoyado durante las seis reuniones que han tenido en el marco de una mesa de trabajo. Por ello decidieron organizarse para buscar una solución.