¿Qué significa humanizar la ciudad?

Por Loreto Rojas Symmes. Académica Departamento de Geografía de la Universidad Alberto Hurtado y Vicepresidenta de Ciudad Viva. Publicada originalmente en El Mostrador.

Titular un foro “humanizando la ciudad”, afirmar que las ciudades con mejor calidad de vida son aquellas capaces de comprometer e involucrar a sus ciudadanos con su cuidado y desarrollo sustentable, requiere hacerse cargo de los factores que hoy dificultan lograr este objetivo.

Reflexionar respecto de los grados de humanización de nuestras ciudades implica analizar en qué grado se están garantizando las condiciones para que a las personas no les cueste vivir en su ciudad, no les cueste trasladarse, acceder a servicios y espacios de esparcimientos, con estándares mínimos de calidad. Implica además, considerar cómo ciertos elementos impensados hace algunos años, hoy forman parte de los derechos de las personas: el derecho a soleamiento, a una buena vista, a privacidad, al silencio, etc. Muchos de estos derechos hoy se ven vulnerados por una ciudad que crece de forma no sustentable, una legislación urbana que presenta una serie de vacíos, errores y cegueras, además de mecanismos de participación ciudadana atrasados respecto del grado de madurez de la sociedad actual, siendo el resultado, una serie de conflictos urbanos, reflejo del malestar creciente de las personas con la calidad de vida de su ciudad y por qué no decirlo, con bajos grados de humanización.

Hablar de errores, vacíos y cegueras en nuestra legislación, se refiere a la falta de regulación en el desarrollo urbano, a los débiles mecanismos de compensación, internalización de impacto y captura de plusvalía, a la existencia de un sistema urbanístico que no considera dentro de su planificación el monitoreo de los proyectos una vez finalizados, en términos de efecto para la ciudad y para las personas que la habitan, en definitiva a una legislación antigua en contraposición a una ciudad dinámica, que requiere reglas claras, especialmente frente a la creciente dinámica inmobiliaria.

Este escenario además de socializar muchos problemas, principalmente por la magnitud de los proyectos en desarrollo en la ciudad (carreteras, malls, edificios) y por la magnitud del impacto social que están causando, nos enfrenta a un cambio de paradigma respecto a cómo las personas se hacen cargo de los conflictos, pasando de una lógica individual a una lógica colectiva, entendiendo que gran parte de las demandas que hoy se enfrentan son más bien por bienes públicos que por bienes individuales.

Claramente se requiere evaluar no sólo los elementos normativos que hoy tensionan el avance, sino que también cambiar ciertas concepciones y maneras de relacionarnos a la hora de pensar la ciudad. Una de ellas es comenzar a entender que el avance y progreso de nuestras ciudades no debe basarse solo en la gran obra y en la inversión, se requiere avanzar además en una gestión integrada e inteligente y en el trabajo de calidad a escala menor (barrial), involucrando a las personas en el proceso.

Otro elemento relevante y tal vez, uno de los mayores aportes del Foro Santiago 2041, es avanzar a instancias de conversación entre diversos actores, punto de inflexión en una dinámica en que lo habitual es dialogar entre iguales, los cuales muchas veces ya tienen consensos previos, cuando lo que se requiere es la apertura a visiones diferentes respecto de la ciudad, llegando a acuerdos que se transformen en decisiones, planes o políticas, que generen transformación.

Definitivamente, afirmar que las ciudades con mejor calidad de vida son aquellas capaces de comprometer e involucrar a sus ciudadanos con su cuidado y desarrollo sustentable, es un primer paso en el discurso, en la instalación de una convicción, que requiere materialización concreta, de lo contrario la pregunta ¿cómo humanizar la ciudad? no será más que un buen tema para seguir discutiendo en los futuros foros de Santiago.