Áreas verdes tras las rejas: ¿un modelo posible en las ciudades chilenas?

Por Manuel Valencia, El Mercurio. (17/11/13)

Solo los vecinos que pagan el riego y mantención del Gramercy Park pueden ingresar a este jardín secreto, uno de los parques más “deseados” de Nueva York.

La afamada guía Lonely Planet de Nueva York tiene una curiosa recomendación: al menos, en tres distintas páginas, aconseja a los visitantes de la Gran Manzana, “no perderse” el entrañable Gramercy Park, ubicado cerca del confluido sector de Union Square. Lo extraño de la sugerencia radica en la naturaleza del parque: es el único recinto verde privado de la ciudad. Aún así, vale la pena apreciarlo, a través de las rejas.

En poco menos de una hectárea, conforma un verdadero oasis, con un mobiliario cuidado. Exhibe a padres que conversan sin mayor aprehensión de sus hijos, que corren sueltos por el pasto, ancianos que caminan tranquilos, sin temor de ser arrollados por un runner o un ciclista. Una pausa verde, con un ritmo que ha desbordado los cercos y ha congregado a trotadores, turistas y curiosos que suelen recorrerlo por fuera.

Pero el pasto luce más verde adentro, donde caminan los mismos vecinos que financian la postal. Cada uno paga un aporte mensual o anual que permite solventar los costos de riego y cuidado de las especies del pequeño pulmón. A cambio, reciben una llave que les permite entrar y salir de su jardín secreto.

En otras zonas de la ciudad, hay pequeños parques de bolsillo que funcionan con un modelo similar, pero en todos se permite entrar a los “extraños”, a cambio de que no contaminen.

¿Es posible replicar un modelo similar en Chile? Experiencias como el vandalismo que vivió el Parque Quinta Normal -que hace dos años, a poco de ser inaugurado, fue rayado y destrozado por visitantes- o el Forestal, que acogió un concierto y terminó convertido en un basural, parecen indicar que es un camino nada descartable, por muy contradictoria que sea la opción con el ideario democratizador y participativo que encierra el concepto “plaza pública”: por antonomasia, un espacio abierto a la vida cívica.

De todas formas, si hoy proliferan condominios que levantan rejas por seguridad, no es descabellado pensar que las plazas ubicadas frente a diversos vecindarios corran en el futuro una suerte parecida. De hecho, algunas ya han sido “privatizadas”, junto con los pasajes que las circundan, para resguardar la seguridad de los niños que allí juegan y disfrutan.