Espejos gigantes reflejan el sol de invierno en la ciudad noruega de Rjukan

© Reuters/Tore Meek/NTB Scanpix

Por José Tomás Franco

Los habitantes de la pequeña ciudad noruega de Rjukan finalmente han visto la luz. Ubicada en medio de montañas escarpadas, la ciudad se cubre de sombra durante seis meses al año; es por eso que sus residentes tienen que subir en un teleférico hasta la cima de un monte cercano para tomar un poco de vitamina D.

Pero la semana pasada los débiles rayos del sol de invierno llegaron por primera vez a la plaza del mercado de la ciudad, gracias a tres espejos gigantes -helióstatos- dispuestos en la montaña. El proyecto fue impulsado por la propia comunidad.

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“Antes, cuando el clima era bueno, veíamos que el cielo era azul y sabíamos que el sol brillaba. Pero no podíamos verlo. Era muy frustrante”, dijo Karin Roe, de la oficina de turismo local. “Ahora, cuando no hay tiempo para llegar a la cima de la montaña durante la semana, podemos salir de nuestras casas y sentir el calor del sol en nuestras caras”.

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Los espejos fueron trasladados a través de un helicóptero y se instalaron a 450 metros de altura por sobre la plaza del pueblo. Los espejos/helióstatos son controlados por computador y son comúnmente utilizados para generar energía solar en las calurosas regiones del Oriente Medio. En este caso, la energía solar capturada por los helióstatos se utiliza para alimentar su trayectoria de inclinación, a medida que persiguen el paso del sol de invierno por sobre el cielo.

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La idea fue impulsada desde el año 2005 por Martin Andersen, un artista y vecino de la localidad, quién ayudó a recaudar el dinero a través de distintos patrocinadores con el apoyo de la comunidad. La mayor parte del presupuesto vino desde la central hidroeléctrica Norsk Hydro, fundada por Sam Eyde, empresario que hace 100 años construyó la ciudad para que habitaran sus trabajadores. Actualmente la antigua fábrica está ocupada por el Museo Industrial de Noruega.

Vía The Guardian