Tantauco suma más senderos en remotos rincones de Chiloé

Por Soledad Neira Farías, El Mercurio.

Ya tiene una red sobre los 130 kilómetros para trekking :

Proyecto de conservación abierto al público recibe cerca de tres mil personas al año y más del 95% son chilenos.

Una tinaja con agua caliente al aire libre (a más de 35°C, mientras la sensación térmica puede ser incluso 0°C), con la imponente vista del lago Chaiguata. Un domo para dormir, en el cual se recuperan las energías para las siguientes cuatro o cinco jornadas de trekking por extensas turberas (humedales), por el borde de altos acantilados o por bosques de más de 400 años.

Eso y más ofrece la extensa reserva de la biodiversidad que es el Parque Tantauco, de más de 118 mil hectáreas, situado unos 1.300 kilómetros al sur de Santiago. Un vuelo desde la capital a Dalcahue dura cuatro horas y de ahí se viaja a Castro para abordar una avioneta, la que aterrizará en la pista aérea más extrema de la Isla Grande de Chiloé, en medio del parque Tantauco.

Allí se desarrolla un proyecto de conservación abierto al público en 2006, recalca el administrador de la reserva, Alan Bannister. Ya suman una red de más de 130 kilómetros de senderos para caminar y recorrer con tranquilidad el área protegida.

Y aunque en 2012 se congeló el número de visitas presumiblemente por los trabajos de reposición de la ruta entre Chonchi y Quellón, dice Bannister, los excursionistas se incrementan año tras año.

Son principalmente chilenos, a diferencia de otros parques o reservas de similar naturaleza, explica Bannister. Cerca del 80% llega a Chaiguata, la entrada norte, y hace un trekking de dos días. Otro 10% va directo a Inío, en barcaza (el pasaje de ida cuesta $28 mil), mientras que el restante 10% hace el trayecto entre Chaiguata e Inío, caminando.

Es la única forma de hacer el recorrido, pues los más de 130 kilómetros de senderos del parque no son aptos para bicicletas.

Esa ruta es la que en estos días recorren excursionistas de la rama de Trekking de la Mutual de Seguridad de Santiago. Esperan llegar a Inío en cuatro días. Son 53 km por bosques, humedales y por el borde de hermosos lagos.

No son novatos. “Es la segunda vez, porque ya vinimos el año pasado y fue una experiencia fantástica”, dice Dennis Müller, mientras se preparaba para la extensa caminata.

En Inío, y también en el norte, es posible encontrar variada fauna local, como pudúes, zorrito chilote o monito del monte. Y con ayuda de un buen guía, en Altos de Inío se pueden ver ranitas de Darwin, más pequeñas que la falange de un dedo, y si avanza en silencio, admirar a los curiosos chucaos o a los ágiles rayaditos y picaflores.

Bannister estima en unos tres mil los visitantes al año, aunque la meta que tienen es de cinco mil personas anuales. Últimamente se multiplica la llegada de grupos de empresas o colegios, como dos quintos básicos de la Alianza Francesa de Osorno, que la semana pasada llegaron para tener clases en la reserva.

Solo en infraestructura la inversión anual ha sido cercana al millón de dólares para abrir nuevos refugios y senderos.