Columna Hacia un Santiago de calidad mundial: Para caminar 10 mil pasos al día

Por Miguel Laborde, El Mercurio. (12/10/13)

Fue el Ministerio de Salud de Francia el que dio la alerta: para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las ciudades necesitaba el apoyo de las autoridades urbanas. Porque nadie duda de las bondades de “la marcha recreativa”, pero más allá de ella está el caminar por desplazamiento, para ir hacia el lugar de educación, trabajo o consumo, lo que debe hacer todo habitante de una ciudad, escogiendo algún sistema de transporte.

Hace mucho tiempo que los urbanistas promueven modelos que disminuyan los desplazamientos, de modo que las personas puedan estudiar, trabajar o comprar a una distancia caminable o accesible en bicicleta. Pero, advierte en Francia el Centro de Estudios sobre Redes, Transportes, Urbanismo y Construcciones Públicas (Certu), en los últimos años -tal vez por temor a la congestión-, no se ha estado pensando en los peatones.

Aunque se habla tanto de ello, las inversiones en transporte colectivo y equipamiento, para la convivencia entre automóviles, ciclistas y peatones, han sido insuficientes.

¿Y eso qué le importa al Ministerio de Salud francés? Los expertos galos en salud pública comenzaron a participar en el debate urbano luego de observar que, según sus estudios, para estar en buen estado se deben caminar unos 10 mil pasos diarios. Los franceses de hoy -en las ciudades mayores-, solo están dando 7.500.

Ello los llevó a evaluar la “caminabilidad” de las urbes principales del país, y a determinar que las metas de salud pública pasan por políticas que consideren el territorio, los sistemas de transporte, el equipamiento y la habitación.

Como el porcentaje de población que practica deportes es siempre inferior a lo deseado, una estrategia orientada a desplazamientos a pie o en bicicleta podría aumentar, significativamente, los guarismos de actividad física.Una vez más, los parques son la gran estrella. Ahí donde existen es más fácil que haya personas caminando; y, en las horas de ocio, desde las parejas jóvenes con hijos pequeños hasta los ancianos, todos aumentan el número de pasos que dan al día.

Aunque esta línea de investigación no es sorprendente, la novedad es que la adopte un Ministerio de Salud como objetivo estratégico: hay que construir más parques, aunque sean lineales como, aquí en Santiago, el que bordea el canal San Carlos junto a Tobalaba, cuyo número de usuarios es tan relevante como otros de más metros cuadrados.

Eso sí, París tiene una ventaja: como los grandes supermercados están en los barrios periféricos, la población central se desplaza caminando, o en bicicleta, para hacer sus compras; esa sencilla operación, considerando 12 minutos para ir y otros tantos para volver, aporta cerca de 500 pasos más al día.

Chile tuvo un gran patrimonio caminable, gracias a los paseos ilustrados del siglo XVIII, como el Paseo del Tajamar junto al Mapocho; todas las ciudades buscaron recuperar el habitar fluvial de los indígenas, creando parques lineales a lo largo de los ríos y, en varios casos, plantando otros para unir las plazas mayores con los cursos de agua, lo que despertó el deseo de caminar.

Fue en el siglo XX, con las presiones inmobiliarias, que se fueron ocupando las riberas de los ríos, a veces ilegalmente o con la complicidad de funcionarios venales; al final, muchas de nuestras urbes quedaron desconectadas de sus ríos, como en Santiago, lo que recién se comenzó a revertir a fines del siglo.

Si hay una constante en los proyectos urbanos del Bicentenario, en Iquique, Osorno e incluso en Punta Arenas, es la voluntad de crear paseos junto a los ríos o el mar, el aliciente más poderoso para caminar: en diálogo con la naturaleza.

Otra contribución han sido los paseos comerciales, que fueron numerosos el 2010, peatonalizando los tramos principales de las calles más céntricas.

Falta recuperar, como en Francia, el vínculo del transporte público que alcanzamos a tener a fines del siglo XIX, cuando una línea de tranvía favoreció el acceso al Parque Cousiño, o en 1915 cuando se fundó en Valparaíso la primera empresa de autos ómnibus que incluyó un recorrido a la playa de Las Torpederas para “los turistas urbanos”.