El barrio Matta bajo la lupa de dos consagradas al arte

Por Pía Rajevic, La Tercera.

Las hermanas Polla y Marcela Trujillo crecieron al norte de Av. Matta y volvieron ahí a instalar su taller hace ocho años. ¿Qué aman del lugar? Los pequeños negocios y más.

Pieles Finas Cornejo acaba de bajar sus cortinas y expirar. Ubicada al norte de Av. Matta, barrio flanqueado por esta arteria, y Vicuña Mackenna, Av. 10 de Julio y la Autopista Central, la emblemática tienda quedará en la memoria de la fotógrafa y artista plástica Polla Trujillo y la de su hermana, la pintora, dibujante de cómic y también artista visual, Marcela Trujillo. Desde que usaban jumper escolar que visitaban la peletería. “Era curiosa, porque era librería a la vez. Todo allí era como de los años 70, como si estuviera detenido el tiempo; con precios en escudos, incluso. Al entrar, un letrero decía ‘Pase usted’”, cuenta Marcela.

La relación con esta zona de la ciudad de las Trujillo partió cuando su padre, Armando, decidió instalar su propio negocio de electrónica y golpeó la puerta de una antigua casa en la calle Manuel Antonio Matta 463, de las típicas de fachada continua del barrio.

La propietaria, una anciana que vivía sola allí, le arrendó un par de piezas y luego le cedió otras más hasta que le alquiló toda la casa. Toda, menos una habitación en la que ella vivía, transformándose en casi una familiar de Los Trujillo.

Luego de su muerte, Armando compró el inmueble a los herederos y su negocio ahí instalado, Teleequipo, no se detuvo más. En el segundo piso, Polla y Marcela abrieron su taller hace ocho años para pintar, hacer sus collages y comics, y ofrecer cursos.

Mirar el barrio de la mano de estas hermanas permite entrar en su substancia. Cuando niñas visitaban el Parque O’Higgins, las tiendas outlet de Vicuña Mackenna, las peluquerías de barrio donde les recortaban la chasquilla, las múltiples librerías y el taller de su modista, una que conservan aún en el pasaje Londres.

De adultas, su atisbo del lugar es más medular aún. “Somos clientes habituales de los casinos de las dos bombas que hay, la Séptima y la España, que son de inicios de siglo. Ahí se come casero, incluso venimos con los hijos, que se divierten mirando los carros y aparatajes de los bomberos”, relata Polla. “A veces lo alternamos con el Pollo Caballo, de Matta con Madrid, que es toda una onda acá”, agrega.

Marcela, autora del famoso cómic, Maliki 4 ojos, un retrato íntimo, agrega que ambas siguen surtiéndose en el barrio de pinturas, telas, lápices para sus obras. “Está lleno de bazares y negocios de expendio de este tipo. Somos clientes de la July, en Maule con Sierra Bella, que tiene desde videos hasta productos para diseño. Y soy cliente de una imprenta que está al frente”, dice esta artista que expuso en el Lincoln Center de Nueva York.

Son viciosas de la panadería Atenas, que lleva varias décadas allí y aún hace algunos productos en horno de barro chileno en plena calle Carmen. Se tientan a menudo con la oferta de la Tostaduría La Espiga, en la misma intersección desde hace 20 años. Suelen enmarcar sus cuadros en Arte France. “Está en la calle Porvenir y atienden puras mujeres, la madre, la hermana, la hija. En el barrio hay picadas para todo. No tenemos que ir a otro lado a buscar nada”, agrega Marcela.

La arquitectura donde transcurre su rutina les sirve de inspiración. La gran casona de Gendarmería, de inicios de siglo, frente a su taller, las enormes torres góticas de la Iglesia del colegio Hispanoamericano . “La calle Lira, que está llena de antiguas casas preciosas y negocios de repuestos de autos, es muy ecléctica; y calle Serrano, con sus viviendas de estilos diversos”, señala Polla. Los rincones donde todavía se venden lácteos, las sumergen en un ambiente ideal. “Es un lugar transversal; hay de todo para todos. Y, lo mejor, es que aún se puede golpear la puerta de un vecino para pedirle que te convide un poco de azúcar”, dice Marcela.