Columna “Hacia un Santiago de calidad mundial el observador urbano”: El Jardín Botánico pendiente

Por Miguel Laborde, El Mercurio.

Habitamos una de las mejores zonas del planeta. Hay que ir a la península ibérica occidental -Galicia y Portugal-, a la de California, a Adelaida o Perth en Australia o al sur de Sudáfrica para encontrar condiciones similares. Algunas islas también, las Azores, Canarias, pero poco más.

La de Chile, que corresponde al territorio de clima mediterráneo, tiene además una alta y valiosa originalidad: de las 3 mil plantas que la habitan, más de la mitad solo se encuentran en este país.

Su protección es escasa. Es cierto que hay muchos parques nacionales chilenos, con un área superior a toda Grecia, pero repartidos por el norte y el sur austral, no en este centro rico en diversidad que, justamente por sus condiciones amables, concentra enormes presiones de uso residencial, industrial y agrícola; solo el 5% cuenta con amparo legal.

Es una realidad que merece ser expuesta, y así se planificó -hacia el Bicentenario- con el Jardín Botánico Chagual en un borde del Parque Metropolitano, de 44 hectáreas de planos y laderas donde, a lo largo de 12 kilómetros uno se encontraría con 30 espacios dando cuenta, separadamente, de la zona central en sus tres franjas, muy distintas entre sí: costa, intermedia y montaña.

El acceso es por el vivero Leliantú, en la avenida Comodoro Arturo Merino Benítez N° 3020, unos cientos de metros al poniente del Puente Centenario. Ahí están creciendo 505 árboles, los primeros, a la espera de que el jardín botánico se haga realidad.

Lo tuvimos y lo perdimos. Hace 150 años lo planteó Rodulfo Amando Philippi, para la Quinta Normal, y logró llevarlo a cabo en un esfuerzo que siguió su hijo Federico. Pero, después del Centenario, al avanzar el siglo XX, se deterioró hasta desaparecer.

Falta en Santiago. Tiene uno Viña del Mar, gracias a la generosidad del croata Pascual Baburizza; Valdivia, que también ha estado en riesgo y ahora se renueva para ser un polo turístico; hay uno del Desierto, de Aguas Antofagasta; uno en Punta Arenas -el Carl Skottsberg-; otro en Concepción -Hualpén-, el recientemente gestionado por la Universidad de Talca, en la VII Región… Y no lo hay en la capital del país.

El proyecto está listo, con anfiteatro, biblioteca, salas de exposiciones; espacios para las comunidades naturales, jardines temáticos y colecciones de exhibición, e incluso un restaurante de tipo mediterráneo, naturalmente.

Y es que aquí, más allá de la tríada clásica del Mediterráneo -trigo, vid y olivo-, se ha dado de manera extraordinaria una completa variedad de frutas y hortalizas asociadas, del durazno a la sandía, del espárrago a la alcachofa, del perejil al cilantro. La poesía y la pintura chilenas nacieron celebrando este ambiente, tan generoso.

Los jardines botánicos son, cada vez más, protagónicos para el turismo interno y externo. Las ciudades los están creando, ampliando o, como en el caso de Barcelona que ya lo tenía, construyendo uno nuevo más acorde al interés creciente del público. Estudiantes y visitantes quieren conocer el territorio en el que se encuentran…

A medida que se definen paseos peatonales y ciclovías en torno al Parque Metropolitano, los que avanzan hacia un circuito perimetral completo, más interesante se hace la idea de tener ahí, tan accesible, el espectáculo de la flora chilena. Pero ahora y por falta de financiamiento, cuando uno abre el sitio www.chagual.cl aparece “en mantención”.

Para conocer el de Barcelona visitar www.jardibotanic.bcn.es

En alza

Los jardines botánicos son, cada vez más, protagónicos para el turismo interno y externo. Las ciudades los están creando, ampliando o, como en el caso de Barcelona que ya lo tenía, construyendo uno nuevo más acorde al interés creciente del público.