El adiós que divide a Bajos de Mena

Por Oriana Fernández G., La Tercera.

Francisco Coloane, en Puente Alto, es una de las poblaciones más deterioradas en el país. Mientras 24 familias dejaron ayer el lugar, como parte de un plan de erradicación del Ministerio de Vivienda, y sus edificios comenzaron a ser demolidos, otros dicen que jamás abandonarán el lugar.

Decenas de blocks se erigieron en el extremo sur de Puente Alto, en Santiago, en 1996. Era la solución habitacional a miles de familias sin casa propia, pero hoy se ha convertido, según las autoridades, en el mayor gueto del país. Edificios enrejados, grafitis en cada inmueble, microbasurales y jóvenes que se juntan en las esquinas a conversar son parte del panorama de la población Francisco Coloane, en el sector de Bajos de Mena.

Ayer, en ese lugar se comenzó a demoler el primer block -de un total de 300 viviendas en 13 edificios-, como parte del plan “Segunda oportunidad”, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que busca que los residentes de áreas con propiedades con alto deterioro y mala calidad de sus barrios obtengan un nuevo subsidio para adquirir una casa con mejor estándar.

Parece un sector que muchos quisieran abandonar -está ubicado a una hora en bus del centro de Santiago, los vecinos comentan que hay tráfico de drogas y ausencia de áreas verdes y equipamiento-, pero otras familias valoran el conjunto habitacional donde, por primera vez, fueron dueños de una vivienda. “Cuando se inauguró la población vino Tito Fernández y nos cantó la “casa nueva. Estos mismos blocks ahora los derrumban, pero nosotros seguimos aquí porque estamos orgullosos. No nos vamos a ir”, dice Juana Meneses (52), una de las residentes de la calle Francisco Coloane.

El block 1303 donde habita está junto al primer edificio que comenzó a ser demolido ayer. Meneses, quien reside junto a dos de sus hijos, en un departamento de 45 metros cuadrados, cuenta que postuló durante 12 años a un subsidio, hasta que lo ganó, en 1998. “Por muy pequeña que sea la casa, es nuestro sueño familiar y la hemos arreglado de a poco. Estamos conformes”, añade.

En la otra cara está la vecina Ana Madrid, quien junto a su pareja, Víctor Sotelo, fueron una de las primeras familias en inscribirse en el programa para salir de ese barrio: “Acá no es bueno. Uno tiene que ir del trabajo a la casa. No podemos salir de acá”. A pesar de que Madrid agrega que valora a sus vecinos del sector, acota que ha empeorado la calidad de la vida. “Se escuchan balazos de noche, es peligroso. Hay miles de personas en una misma población y se escucha todo lo que pasa: desde la música hasta las peleas”, dice. Ahora se trasladará con las 700 UF que le entrega el Minvu a una casa de 100 metros cuadrados, en María Pinto. Mientras llega a su propiedad nueva, le dieron 46 UF para el traslado.

Ana plantea que ya no puede hacer su vida en 45 metros cuadrados: hoy tiene tres hijos y un nieto en la casa. Debido a la precariedad de la construcción, muchos de los residentes de Francisco Coloane mejoraron las viviendas: hicieron ampliaciones en altura, mientras que otros edificaron improvisados balcones, que, incluso, se han derrumbado por el peso. Los moradores, además, han debido construir, fraccionar, pintar y mejorar los pisos, pues afirman que la propiedad se les entregó sin terminaciones. El ministro de Vivienda, Rodrigo Pérez, explicó que las familias en esta población “permanecían atrapadas en verdaderos guetos urbanos, construidos sin ningún respeto por la calidad de vida de las personas y con desprecio a los barrios y ciudad. Este programa será la piedra angular de la reconstrucción social de un Chile más justo e igualitario”.

Ayer, cuando comenzó el proceso de derrumbe, se produjeron discusiones entre los residentes, pues un grupo asegura que los vecinos fueron presionados para abandonar sus departamentos. Es el caso de Julia López (36), quien afirmó que le han llegado cartas del Serviu, donde se plantea que si no deja el inmueble, podría ser expropiada. La residente afirma que no quiere dejar el block: “Estaríamos de acuerdo si nos fuéramos directamente a casas nuevas, pero rápidamente nos han dicho que debemos arrendar un lugar y dejar nuestras casas, las mismas donde han crecido nuestros hijos”. Añade que hace siete años llegó allí desde la población San Gregorio: “Para mí establecerme acá fue una gran tranquilidad, porque dejé de ser allegada. Sufrí porque no tenía un espacio para mi familia”.

El subsecretario de Vivienda, Francisco Irarrázaval, afirmó que el programa es de carácter voluntario, por lo que no debe haber presiones de dirigentes ni de ningún organismo para ser parte de él. “Hicimos una convocatoria y el requisito para la selección es que el 95% de las familias de cada edificio estuviera de acuerdo. Si se mira la alta postulación que tuvo, el programa suscita gran interés. Si hay familias que no quieren irse, lo que corresponde es que no postulen y no van a ser obligadas a dejar su lugar”, dijo. Agregó que este plan se aplicará en 828 departamentos en el país.