Apoyo local, riesgo medioambiental y hasta multas, las claves para convertirse en una “comuna verde”

Por Macarena Toro y Francisca Jara, El Mercurio.

En Ñuñoa, Juan Fernández e Isla de Pascua, el 60% de los hogares recicla tres veces más que el promedio país:

Municipalidades y privados han impulsado una serie de campañas para fomentar esta práctica entre los vecinos.

Cada día, al dejar la basura, en 275 edificios de Ñuñoa los vecinos separan el material orgánico del cartón o el vidrio. Así, los desechos quedan listos para que un camión los recoja una vez a la semana, los traslade a Til Til, y en una planta de reciclaje sean procesados. Quien no cumpla arriesga multas de hasta $400 mil.

Con una ordenanza municipal que data de 2003, la comuna logró ampliar la “tendencia verde” a departamentos, casas y colegios, posicionándose como la que tiene el mayor porcentaje de reciclaje de Chile. Mientras a nivel nacional solo el 16,9% de los hogares separa su basura, en Ñuñoa lo hace el 62%, según datos del Censo 2012.

“Juntamos los tetra packs, envases de yogurt, latas, vidrios y diarios, y además recibimos basura de amigos que viven en comunas donde no se recicla. Sacamos unas tres bolsas de basura grandes a la semana, y ya es un hábito para nosotros. Incluso cuando hacemos fiestas sumamos a los demás a que reciclen”, cuenta María Isabel Astorga (24) en su casa del Pasaje Los Aliagas.

Christian Agurto, jefe del departamento de reciclaje local, comenta que además de la ordenanza y el trabajo semanal, “llevamos diez años dando charlas en colegios de educación ambiental, porque sabemos que se requiere un cambio de conciencia y de hábitos. Nuestra idea no es perseguir, sino educar”.

Una educación que también es parte del día a día de los colegios de Juan Fernández e Isla de Pascua. “Puntos limpios” y campañas de reciclaje han permeado en la cultura de los isleños, que además temen por el riesgo medioambiental.

En Hanga Roa, cada día se recogen hasta doce toneladas de basura. Para lograr sacar buena parte al continente y no degradar el ecosistema, desde 2005 cada familia separa su basura, la lleva a un “punto limpio”, donde se recoge y traslada al centro de acopio. Ahí la trituran, compactan y embalan, sacándola de la isla y vendiéndola a empresas. “Así recuperamos dinero, que luego reinvertimos”, dice el alcalde Pedro Edmunds Paoa.

Para el director del Centro de Sustentabilidad de la U. Andrés Bello, Marcelo Mena, la disposición de los chilenos a reciclar es una buena noticia, pero aún puede ser mejor. Para ello, plantea que hay que apoyar el desarrollo de productos hechos con material reciclado y además “hacer cambios en el financiamiento de las municipalidades, porque vemos comunas que reciclan y otras que ni siquiera retiran los residuos”, sostiene, aludiendo a la gran cantidad de vertederos ilegales que aún quedan en el país.