Luis Thayer Ojeda se llena de comercio ilegal en sus veredas

Mientras los locatarios más antiguos del sector se sienten invadidos, los más nuevos ven una oportunidad en el aumento masivo del público.

Por Florencia Polanco, El Mercurio

Tras la apertura del mall Costanera Center, no solo aumentó el flujo de peatones y de autos en Providencia. También se produjo un cambio en la fisonomía de las calles aledañas al establecimiento. Uno de los casos más dramáticos es la curva de Luis Thayer Ojeda Norte, calle que se conecta con el centro comercial a través de una pasarela instalada al final de la vía, en la esquina con 11 de Septiembre.

Desde que el complejo se inauguró, en junio del año pasado, decenas de ambulantes comenzaron a proliferar en las veredas y el flujo de transeúntes aumentó en masa.

Antes, Luis Thayer Ojeda era reconocida por su tranquilidad, más allá de los locales y servicios que albergaba.

Pero el panorama cambió. Durante el mediodía, o después de las 18:00 horas, la aglomeración de ambulantes y de personas es inevitable. Vendedores de “joyas”, de ropa, de plumeros, de anteojos de sol, “músicos” y hasta verduleros copan casi toda la calzada, donde se genera un taco de peatones que incluso se extiende hasta el otro extremo de la pasarela.

“Antes era súper tranquilo. Se paseaban oficinistas y estudiantes durante el día, pero ahora el público es distinto. Si ahora parecemos Estación Central… Hasta un frutero trajeron”, lamenta María Jesús Castillo, dueña de un quiosco ubicado justo al frente de las escaleras mecánicas.

Los locatarios más antiguos, quienes trabajan hace al menos quince años en el sector, tienen sentimientos encontrados. Desde que abrió el mall sus ventas han crecido al menos un 20%. Pero dicen que la delincuencia ha aumentado y que cada día se sienten más inseguros.

“(Los ambulantes) se apoyan sobre el ventanal, tapan la entrada, se pelean…., y nos da miedo echarlos. Hay que tratar de mantener una relación de cordialidad, porque nunca se sabe. Y de noche, ¡uf!, esto se pone horrible”, reconoce Adriana Ángel, gerente general de la tienda de lencería Samsara.

Lleva más de catorce años en el lugar y nunca había visto la calle tan copada de comerciantes. “El municipio nos preguntó qué nos parecía que pusieran una pasarela acá y al principio todo bien, pero nunca pensamos que se transformaría en esto… Muchos clientes dejaron de venir porque se espantaron. Afuera se monta un carro a vender no sé que cosa y deja todo sucio”, agrega.

Algunos locales más nuevos viven una realidad distinta. Una de las razones que los motivó a instalarse fue el incremento de la afluencia de peatones gracias al mall .

“Pasó de ser una calle fantasma a tener público. Y a nuestros clientes les gusta el comercio, sobre todo los músicos que tocan afuera (…) Tampoco tenemos problemas con los comerciantes”, sostiene Rodrigo Álvarez, uno de los garzones del pub restaurante Bulebar, que llegó hace algunos meses al sector.

“Pienso que la municipalidad debería hacer algo. Antes había un retén de Carabineros en la cuadra, y se mantenía más el orden. Ahora se cambiaron al costado del mall y los ambulantes volvieron a instalarse (…)”, comenta Lucía Labra, dueña del salón de belleza que lleva su nombre, ubicado en la esquina.

PELIGRO VIVO
“Esto en la noche parece una boca de lobo”, asegura la comerciante Lucía Labra, dueña de un salón de belleza del sector, hoy atestado de comercio ambulante.