Plaza de los Artesanos de Pío Nono: la deuda pendiente en Recoleta

El mercado Tirso de Molina y la Pérgola fueron remodelados. Pero este lugar sigue en lista de espera.

Por Carlos Reyes Barría, La Tercera

No fue hace mucho tiempo. Omar Apiazola estaba pirograbando una cajita de madera y sintió un estruendo. Uno de los fierros que sostiene la carpa que cubre a los artesanos de la Plaza Juan Pablo II, frente a la Facultad de Derecho de la Chile, colapsó. “Se cayó justo frente a la gente que estaba mirando mis productos. Por suerte era media tarde y no eran tantos. Ahí nos dimos cuenta de lo peligrosa que puede ser esta carpa en mal estado”, cuenta el artesano.

A comienzos de 2000, el alcalde Gonzalo Cornejo les instaló a los 60 comerciantes que trabajan en la esquina de Pío Nono con Av. Santa María, un toldo blanco para cubrirlos del sol y la lluvia.

Sin embargo, hace cuatro años tuvo que ser reemplazado. “El nuevo lo donó la Universidad San Sebastián, pero ahora está deteriorado. Tiene parches y agujeros”, cuenta Alejandro Reyes, artesano en joyería hace 40 años y quien llegó a la plaza cuando ésta se llamaba José Domingo Gómez Rojas.

El vínculo entre este espacio y la artesanía comenzó a mediados de los 80, cuando Lucía Pinochet encabezaba la Fundación Nacional de la Cultura. “Ella organizaba ferias de trabajos manuales durante el verano”, cuenta Ernesto Durán, quien vende zapatos de cuero en uno de los locales y es uno de los dirigentes de la Agrupación de Artesanos José Domingo Gómez Rojas.

En esa época, él y un grupo de artesanos trabajaban en Antonia López de Bello, junto al restaurante Venezia, y en 1992, el recién creado municipio de Recoleta decidió trasladarlos frente a la Escuela de Derecho de la U. de Chile, para evitar problemas con los vecinos.

Durán recuerda que para montar sus puestos pidieron un crédito y que una empresa de cementos les donó material para hacer el radier.

Los fundadores de este espacio cuentan que se suponía que el lugar era provisorio, pero que en 20 años las autoridades no han hecho lo que les prometieron.

“Presentamos un proyecto en 1996, pero había otras prioridades. Recoleta era un municipio nuevo y tenía otros problemas que asistir: líos en El Salto, la Vega Central, Patronato… Así es que nosotros tuvimos que esperar. Pero fue pasando el tiempo y la idea de consolidar la feria se fue haciendo más lejana”, dice Durán.

Los proyectos en espera

El problema no es sólo la lluvia, sino también los cables eléctricos que recorren los fierros de la carpa y que entran en contacto con el agua que cae. Eso y otros factores han hecho que el número de puestos haya bajado casi a la mitad y que no exista el espíritu del comienzo. “No figuramos en ninguna ruta turística”, afirma Durán.

Ideas para reinventarla han sobrado. En 2009, la Universidad San Sebastián ofreció construir ahí una plaza semielevada, 300 estacionamientos y una fuente de agua. Eso, además de donar una estatua de 13 metros del Papa Juan Pablo II. Pero esta última idea fue rechazada por el Consejo de Monumentos Nacionales y la esquina quedó en lo mismo.

Hace sólo un año, el Colegio de Arquitectos eligió un proyecto de remodelación de AKC arquitectos, que consistía en procurar un área verde de 10.200 m2 y una plaza dura hundida en la esquina. Todo, por un monto de $450 millones. Pero según relatan los artesanos, no se supo más de eso.

Según la ex alcaldesa de Recoleta Sol Letelier, “ese proyecto está listo para postularse a un Fondo Nacional de Desarrollo Regional. Quedó todo encaminado y el Ministerio del Interior también está interesado en que se lleve a cabo, porque mejoraría la seguridad del sector. Debería efectuarse el próximo año, si sigue su curso. Su costo es realmente financiable por un fondo”, afirma Letelier.

No parece ser la opinión del actual alcalde, Daniel Jadue. “No es tan sencillo. El proyecto está detenido hoy, sin posibilidad de que se efectúe en 2014, porque se está pidiendo más dinero de lo que fue aprobado por licitación. Puede que sea el deseo del gobierno municipal anterior, pero no es la realidad”, asegura. Y agrega: “Yo entiendo el abandono que sienten ellos. Pero el abandono ha sido a nivel comunal”.

Quienes tienen sus puestos en la plaza de los artesanos quieren dejar de ser “los feos del barrio”. “Necesitamos un cambio de apariencia y, así, los turistas vendrán directo hacia acá, no de pasada”, se queja uno de los fundadores.