Cinco principios para una buena convivencia entre personas y ciudades

La Valeta, Malta © Coleccionista de lugares, vía Flickr

“La relación entre las personas, los aspectos históricos, los elementos socioculturales – entre muchos otros – son componentes esenciales que, dependiendo de su conjugación y presentación, definen los modelos actuales de ciudad” es lo que afirma Chuck Wolfe, abogado y académico especializado en uso de suelo, derechos y permisos ambientales, y desarrollo de técnicas sostenibles.

Wolfe, hace un tiempo se encuentra trabajando en su libro “Urbanismo sin Esfuerzo”, el que a través de cortos capítulos, postulará principios que pretenden vincular la carga histórica de las ciudades, su planificación urbana actual y los proyectos futuros, sin dejar de lado el progreso.

A continuación encontrarás cinco ideas de su libro.

Lisboa, Portugal © Morgaine, vía Flickr

Primer Principio: Cuando el Placemaking da cuenta de la evolución de las ciudades. El caso de Lisboa y Porto, Portugal.

La historia de Portugal no siempre es muy conocida, puesto que cuando se habla de la península ibérica casi siempre se hace referencia sólo a España. N obstante, para Wolfe si los planificadores urbanos consideraran la distribución de este país, valorarían su compleja historia, cómo se esconde en cada una de sus ciudades y cómo se ha orientado su desarrollo moderno.

En el caso de Lisboa, él la describe como un lugar que proyecta una imagen que sólo puede “ser experimentada a través de su exploración a pie”.  En este sentido, explica que ofrece un recorrido más instintivo que analítico, el que puede ser aclarado con las sensaciones que se producen en sus visitantes. En cuanto a la percepción que genera Porto, Wolfe la describe como de “respeto”, porque tiene un núcleo urbano antiguo en donde diariamente se congregan sus habitantes, lo que facilita su renovación con el flujo de personas que no requieren modernas instalaciones.

En resumen, estas dos ciudades ofrecen un modelo de ciudad compacta y central que permiten a sus ciudadanos trasladarse a pie, evitando la contaminación acústica y ambiental que emiten los medios motorizados de transporte.

La Valeta, Malta © Pedro J. Pacheco, vía Flickr

Segundo Principio: Los aspectos culturales y físicos que definen a sus ciudadanos. El caso de Malta.

Las carreteras y los edificios son estructuras tangibles que visibilizan una parte de la ciudad y definen la evolución de su infraestructura. Por esto, Wolfe sostiene que en obras de ingeniería ya realizadas se puede encontrar la inspiración para crear proyectos futuros que recojan los aprendizajes de cierta época. Por esta razón, el abogado propone comprender no sólo los edificios que, para algunos son antiguos, mientras que para otros están en ruinas, sino que busca generar precedentes sociopolíticos en cada ciudad, rescatando sus características originarias para cambiar un simple lugar por otro único.

Un ejemplo de esta situación es Malta, país insular situado en el Mediterráneo, entre África y Europa. Dos de sus ciudades, La Valeta (capital) y Medina, tienen una realidad marcada por la historia de hace cientos de años, lo que se refleja en sus entornos marcados por constantes guerras y construidos en los años 300. Aunque la nobleza ya desapareció, sus actuales restos culturales sirven para entender la ciudad actual y dimensionar su potencial de reurbanización.

A partir de lo anterior, Wolfe afirma que la reconstrucción de las ciudades, ya sea por accidentes, desastres naturales o guerras, se debe realizar teniendo en cuenta sus orígenes físicos y socioculturales.

Broken Hill, Australia © Aaron A. Aardvark, vía Flickr

Tercer Principio: De una ciudad minera a otra multifuncional. El ejemplo de Broken Hill, Australia.

Aunque a principios de la Revolución Industrial el desarrollo de las ciudades estaba ligado únicamente al progreso económico, su influencia llegó más allá, alcanzando incluso la estructuración urbanística de la ciudad. Hoy en día, muchas urbes mantienen este precedente industrial y lo han unido a otros elementos urbanos, como los espacios de recreación, las preocupaciones medioambientales, la seguridad pública, el trabajo y las viviendas.

En Broken Hill, Australia, esta tendencia sigue presente. Como es sede de la compañía BHP Billiton, tiene un estilo y ritmo de vida marcado por la actividad minera, lo que se suma a un paisaje industrial. Sin embargo, en los últimos años han prosperado algunos grupos de artistas, restaurantes y actividades de negocios, que han permitido coordinar  esfuerzos para que se desarrollen nuevas funciones artísticas y turísticas.

Lo que ha ocurrido en Broken Hill sirve como ejemplo para las ciudades que aún están en una etapa de transición, en donde las necesidades del capital humano se logran satisfacer en zonas urbanas que aparentemente no propician este cambio de funciones.

White Cliffs, Australia © claudia@flickr, vía Flickr

Cuarto Principio: Se puede aprender de los simples casos de adaptación.

En distintas partes del mundo, existen varios casos en que los humanos han desarrollado técnicas para mitigar los efectos del cambio climático y así adaptarse a condiciones que antes no debían vivir en sus ciudades. Tal es el caso de White Cliffs, una ciudad ubicada a 255 kms. de Broken Hill, en donde por el calor extremo – hasta 48°C – sus habitantes han implementado nuevos hoteles y viviendas subterráneas denominados dugouts, que  tipo trinchera y se han convertido en atractivos turísticos.

Dugouts en White Cliffs, Australia © claudia@flickr, vía Flickr

Estas alternativas de alojamiento demuestran la constante necesidad de adaptar los entornos urbanos para que los humanos se acostumbren a cambios que serán por sus beneficios.

London Eye © Arabarra, vía Flickr

Quinto Principio: La naturaleza humana y la esencia de los lugares se reflejan en ciertos íconos urbanos.

La rueda de la fortuna es un ícono urbano que se ha estandarizado en el imaginario colectivo como símbolo de las ciudades que buscan posicionarse como referentes a nivel mundial. No obstante, cabe preguntarse ¿por qué estas “ruedas de observación” alcanzan en algunos lugares el estados de “íconos”, mientras en otros no?

Para Wolfe, la respuesta radica en que en algunas ciudades simplemente no encajan con el contexto de la ciudad y no son valorada por sus habitantes, porque no se identifican con ella. Con esto, queda claro que los íconos urbanos no deben ser descartados, pero sí deben ser acordes a las necesidades que se pueden satisfacer en el lugar donde se construyan.

Finalmente, los cinco principios son propuestos por Chuck Wolfe para el debate, la discusión y para ser considerados en futuros proyectos de renovación urbana, ya que en su opinión son adaptables al espacio y tiempo.