Transantiago: más veloz que otros sistemas, pero obliga a caminar más

Por Manuel Valencia, El Mercurio.

Investigación de UC comparó el plan con los de cinco ciudades de la región

Análisis recomienda aumentar los recorridos en zonas alimentadoras para reducir las caminatas. También propone inyectar más buses.

Veloz, flexible y con un precio que no es tan caro, pero con problemas de lejanía de los paraderos, frecuencia de buses y falta de infraestructura e información para el usuario. Esta imagen, con virtudes que podrían sorprender a los pasajeros habituales -y también críticas-, es la que arrojó un estudio de la U. Católica que comparó al Transantiago con otros sistemas de transporte de Latinoamérica.

El análisis -el primero en su tipo- se realizó haciendo 400 viajes en cada una de las urbes analizadas: Santiago, Ciudad de México, Guadalajara, Porto Alegre, Bogotá y Lima.

En contraste con esas ciudades -que enfrentan desafíos de movilidad relativamente comparables-, Santiago aparece con un sistema de transportes líder en varios aspectos. Uno de ellos es la velocidad: Transantiago promedia 25 km/h en corredores de buses, entre la periferia y el centro, en viajes de hasta 10 kilómetros. En vías que comparten con autos, el promedio baja a 15 km/h. Ambos valores superan a los de sus pares, que oscilan entre 15 km/h y 20 km/h en todos sus viajes.

Otro aspecto positivo es la duración total de los viajes. Sumando la caminata inicial, la espera y abordaje de un bus o Metro y el traslado propiamente tal, los santiaguinos usan, en promedio, 50 minutos. Se trata de una cifra más baja que los 90 minutos de Ciudad de México, pero levemente más alta que los 45 minutos de Lima. Según Juan Carlos Muñoz, ingeniero en Transportes de la UC, esto se debe al uso intensivo del Metro en Santiago y, en el caso de Lima, a la alta presencia de transporte sin regulación.

Pero el análisis comparativo también plantea desafíos. Uno de ellos es que en Santiago los recorridos pasan, en promedio, más lejos de los domicilios de los pasajeros, lo cual obliga a caminatas más largas que las que realizan los habitantes de las otras ciudades investigadas: en la capital chilena caminan, en promedio, 383 metros (13,8 minutos), mientras que en Lima la distancia es de 350 metros (9,5 minutos) y en Bogotá de 209 metros (8,6 minutos).

Otra debilidad está en las esperas producidas por la frecuencia de buses. En Santiago promedian 8,8 minutos, mientras que en México superan levemente los cinco minutos y en Bogotá y Lima, los cuatro minutos.

A partir de los datos, Muñoz propone densificar la malla de recorridos: “La gente espera y camina un poco más que en otras ciudades. Los buses no paran en cualquier parte. Al mismo tiempo, hemos racionalizado el parque para que haya un poco menos de buses de lo que uno observa en Bogotá, Lima o Ciudad de México. Hay que darles más prioridad a los buses e invertir en ellos para que la gente espere y camine menos”.

Ni caro ni barato

En cuanto a las tarifas de los sistemas, según una estimación del costo general de los viajes, Transantiago se ubica en un término medio: US$ 1,37 por traslado (con servicios integrados entre Metro y buses). Más caras son Porto Alegre (US$ 1,64) y Bogotá (US$ 1,66). Esta última no tiene integración tarifaria; es decir, se paga un pasaje por un bus y luego otro por usar el sistema Transmilenio.

Sin embargo, Lima (US$ 0,24-1,62) y Ciudad de México (US$ 0,68-1,34) tienen precios más baratos.

El coordinador de Transantiago, Patricio Pérez, señala que aún hay espacio para hacer cambios que permitan elevar los estándares del sistema. “La mejora va asociada en la intervención en infraestructura. Hay que priorizar el transporte público en superficie y debajo. Las líneas 3 y 6 del Metro son muy importantes, pero eso no significa que debamos abandonar todo el esfuerzo que hay que hacer en corredores de buses”, dice.

Estudio: alzas en la tarifa explican la valoración negativa del sistema

Una estrecha relación entre las alzas de tarifas y la valoración del Transantiago estableció un estudio realizado por la U. Diego Portales. Según el análisis, si el precio del pasaje se hubiese mantenido en los $380 de 2007, la percepción ciudadana sería 20 puntos porcentuales más alta. Según el estudio, por cada $10 que sube el pasaje, la aprobación al Transantiago (recogida por el estudio “Tracking calidad de servicio”, de Collect GfK) cae en 2,01%.

La investigación de la UDP también logró caracterizar a quienes son más críticos del servicio: las mujeres lo evalúan peor que los hombres (tres décimas menos), así como también los pasajeros que proceden de zonas vulnerables. De esa forma, La Pintana -una de las comunas con mayor evasión- es la que peor califica al Transantiago. En términos etarios, son los adultos de entre 30 y 60 años los más críticos del sistema de transporte público.