Severa sequía obliga a los agricultores a cortar árboles e incluso abandonar cultivos en la Región de Coquimbo

Por MATÍAS ROVANO BUSTOS, El Mercurio

Pérdidas se estiman en US$ 120 millones en últimos dos años:

Según un análisis de la Sociedad Agrícola del Norte, cerca de 12 mil hectáreas afectadas por la escasez tienen problemas de productividad. Entre mayo y agosto, cuando debería comenzar a llover, los agricultores dicen que la situación sería “catastrófica”.

En el sector de Altos de Limarí, en la zona rural de Ovalle, el camino está rodeado por hectáreas y hectáreas agrícolas. Pero a medida que la vía avanza entre los cerros, entre los verdes y uniformes campos plantados, se distinguen manchones de tierra café seca e inerte por la falta de agua.

Entre ellos aparece un tractor tirando un carro con una maraña de palos. Son los troncos y ramas de decenas de paltos que fueron cortados para evitar que los árboles terminaran de morir por la sequía, que desde hace siete años afecta a la Región de Coquimbo. “Si se cortan y se hace un tratamiento, cuando haya agua en un tiempo vuelven a crecer”, dice su conductor.

La falta de agua en la zona -que tiene a varios embalses a punto de secarse y con severas restricciones en las dotaciones para riego, que en algunos casos llegan a 10 días de corte por otros 5 de abastecimiento- obliga a los agricultores a tomar medidas como esa. Otros, simplemente abandonan la tierra.

Un reciente informe elaborado por la Sociedad Agrícola del Norte (SAN), entidad que agrupa a empresarios de la zona, afirma que 2.532 medianos y pequeños agricultores de la región han debido tomar decisiones de acuerdo a su disponibilidad hídrica efectiva.

“Algunos terminarán la temporada recurriendo al mercado del agua (comprando dotaciones del recurso) y otros, la gran mayoría, ha debido disminuir la aplicación de riego, abandonar el riego de algunos huertos y/o podar árboles para evitar su pérdida total”, señala el documento, el que fue entregado a las autoridades.

La provincia del Limarí, la “granja” de la región, es el lugar más azotado por la sequía. “El problema catastrófico será a partir del primero de mayo (cuando termina la época de riego) porque no habrá agua para repartir, por primera vez en los 50 años en que funciona el sistema Paloma”, dice el ingeniero Luis Pizarro González, empresario y presidente de la comunidad de aguas del embalse Recoleta y La Paloma.

“En la UTI”

Los embalses Recoleta, Cogotí y La Paloma, que en conjunto pueden almacenar 998 millones de m3, están al 9,6% de su capacidad en promedio. De las 50.000 hectáreas que se riegan con esa agua, unas 5.000 de ellas se han perdido, afirman en la zona.

“Estuvimos en la UCI, ahora estamos entrando a la UTI. El 30 de abril ya vamos a estar en la morgue y en mayo habrá que comprar el cajón, porque la situación será realmente catastrófica”, enfatiza Pizarro.

El informe de la Sociedad Agrícola del Norte asegura que “el impacto de la sequía en cifras se traduce en la pérdida del 30% de la productividad de la superficie plantada de cultivos permanentes (9.000 ha aprox.) y de un 25% de los cultivos de hortalizas de primavera verano (2.800 ha aprox.)”.

En los últimos dos años las pérdidas para el sector (proyectadas a abril de 2013), aseguran, alcanzarían los US$ 120 millones, más otros US$ 43 millones por tres años de bajo precio del dólar.

Efecto en uva pisquera

El ministro de agricultura, Luis Mayol, dice que aún no se pueden cuantificar las pérdidas hasta que termine la temporada. “Es un poquito aventurado dar cifras muy concretas”, afirma.

Sin embargo, el ministro reconoce una “pérdida tremenda por la sequía”, y detalla que “son más o menos 10.597 hectáreas de uva de mesa y hablamos de que hay un 20% de disminución de la producción. Después, en 6.290 hectáreas de paltos hay una reducción aproximada de un 30%. En el caso de los hortaliceros, donde hay 17.500 hectáreas, también hay una reducción de la superficie en un 15%”.

La uva pisquera, de la que hay 10.154 hectáreas plantadas en la zona, sufre también problemas de peso y grado del producto, dificultando cumplir normativas al respecto. Fernando Herrera, gerente de la Asociación de Productores de Pisco, señala que “la cosecha pasada ya se notó una disminución que algunos consideraron del 15%, de una producción de casi 220 millones de toneladas”.

Pese a ello, explica, no hay efectos sobre la fabricación del destilado, pues del total de vid que se recoge, el 50% se ocupa para elaborar pisco.

Junto con entregar el informe a las autoridades, la SAN pide una serie de acciones que van desde la condonación de contribuciones por capital, reajustes e intereses, tal como se hizo en 1997 con la anterior sequía, y una serie de medidas de financiamiento, normativas, fomento productivo e hídricas.

“Los agricultores denuncian que la banca ha aumentado las tasas de interés, se ha cerrado a procesos de renegociación y demoran los análisis de crédito de largo plazo”, dice José Moreno, presidente de la SAN.

Al respecto, Mayol sostiene que se inició un trabajo con Banco Estado para que atienda a los productores medianos. Uno de los acuerdos alcanzados es que se detendrán medidas de apremio a deudores Pyme Agrícola.

”El agricultor está tratando de salvar las plantaciones permanentes. Hay cientos de hectáreas de paltos cortados en la provincia del Limarí. Hay cientos de hectáreas de otros cultivos que han sido abandonados, como los cítricos. Es muy grave”.

LUIS PIZARRO GONZÁLEZ

PRESIDENTE COMUNIDAD DE AGUAS DE EMBALSES RECOLETA Y LA PALOMA

”La época entre mayo y agosto es la más complicada en cuanto a régimen hídrico, aunque se riega mucho menos. Pero tenemos que confiar en que se normalizará la situación. Hablamos de un año normal en lluvias”.

LUIS MAYOL

MINISTRO DE AGRICULTURA

15

comunas de la región están bajo decreto de zona de catástrofe por los efectos de la sequía.

35%

de la producción nacional de cítricos se encuentra en esta región y el 27,5% de la de uva de mesa.

15.124

empresas agrícolas existen en la zona y 47 mil son las personas que trabajan en el rubro.