Melodías de teclas y tubos centenarios

Por Diego Villegas, La Tercera.

[Patrimonio] Aristide Cavaillé-Coll, fabricante del órgano de la iglesia Notre Dame en París, también construyó a fines del siglo XIX cuatro de esos instrumentos musicales para iglesias capitalinas. Hoy, se estudia declararlos monumentos históricos y restaurarlos.

TRAS el altar de la iglesia de San Antonio de Padua de los Padres Capuchinos, en Catedral con Cumming, hay un imponente mueble de madera de estilo gótico. En su interior está el órgano de la iglesia, compuesto por veinte tubos de estaño. Tras 120 años de historia, hoy sus suaves timbres y teclados esperan ser restaurados respetando sus características originales para ofrecer sonidos en las condiciones más cercanas al momento de su fabricación.

Pocos son los afortunados que pueden decir que han tocado el instrumento. Miguel Castillo es uno de ellos. “Está perfecto. Tuve el placer de tocarlo en junio pasado y su sonido aún se conserva. Es un lujo tener uno que funcione de esta forma. Es de una calidad extraordinaria”, asegura Castillo, profesor de lengua griega en la Universidad de Chile y amante del llamado “instrumento rey”.

El experto se propuso salvar el sacro artefacto de la destrucción y el paso del tiempo y, en compañía del organista Jaime Carter, elevó una solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales para proteger cuatro órganos ubicados en Santiago. Fueron hechos por el francés Aristide Cavaillé-Coll, el más conocido de los fabricantes de órganos del siglo XIX, que construyó el de la catedral de la Madeleine en 1846 y el de Notre Dame, en París, en 1867.

“Son apreciados en todas partes del mundo y son mantenidos por el Estado y conservados. Acá eso no pasa, pero es notable cómo su estructura mecánica ha sobrevivido a pesar del clima, los terremotos y el tiempo”, agrega Castillo.

El francés construyó diez órganos en Chile, pero se conservan siete. Todos con más de cien años. Además del de los Padres Capuchinos, en Santiago son otros tres los que buscan protección. Ellos son: el de la iglesia de San Pedro, en calle Mac Iver a la altura de Santo Domingo; el de la iglesia de la Preciosa Sangre, en calle Compañía, y el del Asilo del Carmen, ubicado en barrio Yungay.

Los instrumentos fabricados por el francés llegaron a Chile en el último tercio del siglo XIX, casi todos antes de la Guerra Civil de 1891, época en que las congregaciones religiosas tenían una gran influencia en la sociedad local.

Aristide Cavaillé-Coll ya tenía reconocimiento por sus trabajos en Europa y no es coincidencia que la mayoría de las comunidades religiosas de origen francés, como los Sagrados Corazones o los Padres Capuchinos,le encargaran uno.

“Su valor es enorme, pero muchos de ellos están en desuso y muy dañados. Por eso es tan urgente salvaguardarlos”, explica Jaime Carter, quien toca el instrumento por más de doce años y es la última persona que ha sido certificada para ejecutar uno de ellos.

Todos los órganos llegaron originalmente a Valparaíso y desde ahí fueron destinados a distintos lugares hasta arribar a sus actuales destinos. Por ejemplo, el de la iglesia del Asilo del Carmen, que fue confeccionado en la segunda mitad del siglo XIX, pertenecía a la Parroquia del Espíritu Santo de Valparaíso y luego fue trasladado al Instituto Alonso de Ercilla, para terminar en Moneda 2952, en pleno barrio Yungay.

El de la iglesia de la Preciosa Sangre, de Compañía 2226, sucumbió con el terremoto de 1985 y sólo funcionó hasta marzo de ese año. Hoy su torre está dañada y se debió retirar el motor eléctrico para que no siguiera arruinándose. Fue fabricado en 1889 con motivo de la Exposición Universal de París, por la celebración de los cien años de la ciudad, y luego trasladado a Santiago.

Por su parte, el órgano de la iglesia de los Padres Capuchinos figura en el catálogo de 1889 de la empresa Cavaillé-Coll y estuvo en un principio en la capilla del colegio de las Monjas Francesas y luego en su actual ubicación de calle Catedral 2345.

El Consejo de Monumentos Nacionales realizará visitas a cada uno de los órganos con el fin de recabar antecedentes para la declaratoria como monumentos históricos. Emilio de la Cerda, secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos, ve muy auspicioso el desenlace de la solicitud.

“Son objetos patrimoniales de gran relevancia, y muchos han sido saqueados, desarmados y aplastados para hacer chatarra. Es bien dramática su situación, por eso es importante que se rescaten”, afirma.

De la Cerda explicó que si bien no existe un plan para rescatar estos instrumentos musicales en el largo plazo, se han hecho esfuerzos por preservarlos. En el caso del órgano de la Basílica del Salvador, ubicada en la esquina de las calles Huérfanos y Almirante Barroso, ya fue revisado por un organista de origen belga, quien fue contratado especialmente por el CMN para comenzar su reparación.

“Es un capítulo patrimonial poco abordado en Chile. Sus orígenes radican en el inicio de la República. Son objetos que combinan lo estético con la ciencia”, agrega De la Cerda.

“La declaratoria permitirá optar a fondos y conservar estos instrumentos que con el paso del tiempo se han convertido en los íconos de sus iglesias”, remata Miguel Castillo.