Los olvidados murales de Nemesio Antúnez

por Vadim Vidal – 09/12/2012 La Tercera

Declarados Monumentos Históricos, sobreviven al interior de un cine porno, deteriorándose por la humedad en una galería comercial y sin fondos para restaurarlos.

Se llama “Terremoto”, es rojo y abarca la totalidad de la pared del vestíbulo de los cines Nilo y Mayo, en un subterráneo de calle Monjitas. Tiene algo más de 30 metros cuadrados y fue pintado por Nemesio Antúnez en 1958, con sus característicos rombos voladores en uno de sus costados. “El venía siempre para acá, traía a grupos de personas a ver el mural”, recuerda Claudio, el encargado de cortar los tickets de la sala, quien lleva más de 30 años trabajando en el lugar. “Nos saludaba y pasaba, se tomaba harto tiempo hablando de él”, añade.

El mural convive con los letreros de las películas triple X que se exhiben en el lugar y luce una trizadura que lo cruza casi en su totalidad, paradójicamente producto del terremoto de 2010, además de un letrero de escape color verde pegado con cinta adhesiva.

“Vienen tres o cuatro personas al mes a visitarlo y sacarle fotos”, señala Verónica de la Vega, su administradora.

Este mural junto a otros tres ubicados en otras galerías del centro ostentan desde julio del año pasado la categoría de Monumento Histórico, lo que significa que no se pueden destruir ni alterar y, si se llega a demoler uno de los edificios, debe ser rescatado. “Al menos hoy tienen esa categoría, en su tiempo nadie se interesaba por cuidarlos”, dice Patricia Velasco, viuda del pintor. Cuenta que Antúnez guardaba un cariño especial por “Quinchamalí”, un fresco pintado en la Galería Juan Esteban Montero, de Huérfanos con San Antonio, en la entrada de lo que fue el cine Huelén, el que está en peores condiciones.

“Quinchamalí” pertenece a la época en que el artista se fascinó con el trabajo de las loceras de esa localidad, donde incluso impartió clases a sus alumnos en 1957 y permaneció por un mes estudiando sus cerámicas. En la galería céntrica no sólo instaló el mural, sino también mosaicos en el piso, los que, a diferencia del fresco, se encuentran en perfectas condiciones. Su viuda cuenta que durante los años 80 intentó restaurarlo él mismo: “No habló con las autoridades, sino con los dueños del cine, pero no les interesó”.

Según la restauradora Carolina Broschek, su deterioro es muy grave: “Se ve desprendimiento y pintura levantada producto de la humedad, pero se puede reparar. Claro que para ello se requiere un diagnóstico de por qué está como está”. Ella misma ha tratado de contactarse con el actual dueño del cine, el comerciante Yusif Tala, quien construye en lo que fueron sus graderías un pequeño centro comercial, pero ha sido una labor infructuosa. “Cuando hablamos nos dijo que tenía que hacerse cargo la Fundación Nemesio Antúnez, que no existe, o bien trasladarlo de lugar. No hay interés de su parte en conservarlo”, señala.

Lo mismo sostiene la gestora cultural Javiera Parada, quien junto a un pequeño grupo de profesionales intenta rescatar el valor patrimonial no sólo del mural, sino de los pasajes céntricos: “Monumentos Nacionales le ha enviado dos oficios al propietario para que deje entrar a especialistas a ver de dónde proviene la filtración de agua que lo tiene en ese estado de deterioro, pero no responde”. Intentado contactar para este reportaje, tampoco quiso emitir comentarios.

Un diagnóstico más alentador tienen los murales “Sol” y “Luna” que adornaban los descansos de las escaleras que daban al teatro y cine Gran Palace. Peculiares dentro de la obra de Nemesio Antúnez, ya que incorporan láminas de oro y plata. Desde 2010 que el teatro pertenece al Hotel Gran Palace, ubicado en el mismo edificio, quienes instalaron ahí un centro de convenciones y un spa. “Desde que estaba el cine que los cuidábamos, pedíamos que no les colgaran afiches de películas, así que para nosotros es un plus contar ahora con ellos en nuestras instalaciones”, señala Pablo Novoa, gerente del hotel.

Cuentan que han intentado restaurarlos mediante fondos públicos, sin éxito hasta la fecha. “Postulamos a un Fondart el año pasado, pero no lo ganamos, pese a que fue calificado de ejemplar”, dice Angela Muñoz, su gerenta comercial. Según Carolina Broschek, quien presentó el proyecto, lo que faltó fue garantizar el acceso al público, ya que mal que mal, están en un recinto privado. Hoy los murales están cubiertos por cartones. En el techo se pusieron luces para exhibirlos cuando se restauren -si es que esto ocurre algún día-, además de un recuadro negro en el piso indicando desde dónde se ven mejor.