Barrio Franklin quiere ser San Telmo

Por La Tercera

La Factoría de Arte Santa Rosa, el Club Matadero y el Teatro Huemul se asociaron para desarrollar un nuevo polo cultural en esta zona comercial por excelencia.

Un matrimonio joven pasa por fuera del Teatro Huemul y lee uno de los muchos afiches que hay pegados en su puerta. Entonces Luis Marchant y su socio, Felipe Olhaberry, les dicen que el sábado 8 de diciembre a las ocho de la noche va a tocar ahí el pianista Roberto Bravo. Douglas Mella y “Cuca” Arriagada, quienes conversan con ellos, agregan al unísono que la función será gratuita.

Marchant y Olhaberry adquirieron el llamado “Municipal chico” en 2007, y luego de una marcha blanca y el receso posterremoto, se preparan a entrar en una segunda fase de su proyecto cultural. Mella y Arriagada son su contraparte; mientras el primero administra el Persa Paseo Santa Rosa, uno de los últimos y más grandes galpones del Persa Bío Bío, Arriagada es la “directora de proyectos” de la recién creada Asociación Gremial Barrio Franklin, ente que reúne a 2.500 locatarios, entre anticuarios, comerciantes del Mercado Matadero, cocinerías y los gestores culturales llegados últimamente a lo que alguna vez fue el Barrio Matadero, el límite sur de la capital a comienzos del siglo XX.

“Queremos que el barrio Matadero-Franklin sea como San Telmo, en Buenos Aires, pero mejor”, señala Douglas Mella. Con ese objetivo están trabajando en cinco ejes fundamentales: regular el comercio callejero, especialmente el de anticuarios; mejorar la seguridad, para lo que identificaron 24 puntos estratégicos junto a Carabineros; cultura, rescate patrimonial y turismo. Para esto último diseñaron un tour que debutará en enero de 2013, el que recorrerá la calle Bío Bío desde la Plaza Huemul hasta el persa, pasando por el Mercado Matadero, sus cocinerías y la ex fábrica Musalem. La ruta será guiada por actores que representarán un triángulo amoroso entre una mujer y dos matarifes.

Indispensable para la revitalización de este sector fue la inauguración hace tres años del Persa Paseo Santa Rosa, instalado en lo que fueron las dependencias de la fábrica textil Musalem, una serie de ocho galpones de 10 mil metros cuadrados con 480 locales de comercio, donde destacan 15 cocinerías con ofertas internacionales (comida china, japonesa, mexicana y peruana). En lo que eran las oficinas de la fábrica, en el segundo piso, se instalaron dos ofertas atípicas para este bullante sector comercial: el Club Matadero, uno de los epicentros de la cueca brava en la capital, y la Factoría de Arte Santa Rosa, galería dirigida por una de las herederas de la antigua fábrica, Carolina Musalem. “Con la galería quisimos hacer un aporte al barrio, entregar algo más que comercio”, señala.

Hasta la fecha han realizado cuatro Persas del Arte, ventas de pintores consagrados a bajos precios, además de exposiciones permanentes. Su directora señala que si bien tienen un público proveniente del sector oriente, pero muchos de sus visitantes es gente del barrio. Para 2013 se piensa habilitar una sala de residencias en uno de los galpones del Persa para artistas visuales y compañías teatrales, quienes realizarán en ellas trabajos con la comunidad por espacio de seis meses.

Según Carolina Musalem, estos focos culturales han puesto de moda el barrio Franklin. De hecho, considera que es un buen momento para invertir: “¿En qué otro lugar de Santiago puedes encontrar casas grandes? Además, han arreglado calles como Carmen, que conectan Franklin con el centro”.

A juicio del arquitecto Sebastián Gray el lugar cumple todas las condiciones para ser “redescubierto” por sectores más acomodados, en un proceso que se denomina “gentrificación”, literalmente, el aburguesamiento de barrios abandonados de la ciudad. “Deben ser sectores bien configurados, no tan destruidos, con infraestructura, árboles e historia”, explica.

En su opinión, otros polos de gentrificación futura pueden ser el cuadrante de las calles Compañía y Esperanza en Santiago poniente, partes de Recoleta e Independencia y el barrio Sucre, en Ñuñoa.

“Los vecinos de esos sectores ya se han organizado para mantener la fisonomía de sus barrios. En Ñuñoa dicen que no quieren ser otro Barrio Italia”, señala.

Esto, porque el repoblamiento de barrios antiguos trae aparejado el alza de precios y con ello el abandono de sus habitantes originales.

Según Gray, la forma correcta de rescatar estos barrios es protegiendo su patrimonio tangible e intangible, cuidar los pequeños comercios y los oficios existentes en ellos.

Uno de los focos de la Asociación Gremial Barrio Franklin es preservar a los anticuarios mueblistas mediante talleres destinados a vecinos y colegios del sector.

Para “Cuca” Arriagada, lo importante es trabajar en conjunto con los comerciantes. “Son ellos los que hacen crecer todas las otras áreas de interés. Porque hoy la gente viene al barrio, compra y se va. La idea es que se quede atraída por la cultura y su valor patrimonial”, remata.