Una casona en medio de un mall

Cobijó una sede de la Cruz Roja, fue atacada por termitas y casi colapsa en el 27/F. Completamente refaccionada, será la Casa de la Cultura del Mall Plaza Egaña.

Por Vadim Vidal, La Tercera.

SE la estaban comiendo las termitas. Desde hace más de una década que roían el mobiliario, las maderas torneadas y los tabiques. Tanto así que durante sus últimos cuatro años como sede de la Cruz Roja, se les prohibió a las enfermeras subir al tercer piso. Por eso, decidieron poner a la venta la añosa casa ubicada en Avenida Ossa con calle Hannover, que las cobijó durante 32 años. 

Marcela Señoret entró como voluntaria en 1981, luego de cumplir con los requerimientos de la época: el permiso de su marido y confeccionar su propio delantal, el que debía llegar dos dedos por debajo de la rodilla. “Era como entrar a otro mundo, la casa se conservaba tal cual la tenían sus ocupantes originales, con muebles enormes, un espejo empotrado en la pared que nunca se pudo sacar y la chimenea que se encendía en invierno. Uno se sentía una hormiguita ante ese palacio imponente”.

Si bien la casa emula el estilo italiano de comienzos del siglo XIX, fue construida alrededor de 1920 en los terrenos de Rafael Maroto Hurtado, nieto del general que comandaba a los realistas durante la Batalla de Chacabuco, Rafael Maroto Yserns. Al morir, pasó a nombre de su hija Adela, quien no tuvo descendencia, por lo que tras su deceso fue utilizada como asilo de ancianos y, hacia fines de los 60, vendida por sus descendientes a una amiga de la familia: Elena Velasco de Castillo, una de las fundadoras de la Cruz Roja chilena.

“Yo jugaba con los sobrinos y nietos de los dueños de casa”, recuerda el hijo de doña Elena, el arquitecto y ex alcalde de La Reina Fernando Castillo Velasco. “Por los años 30, mi madre atendía público en su propia quinta, que quedaba en la calle Simón Bolívar, detrás de lo que hoy es el Cine Hoyts. Después trasladó la sede a un predio en Avenida Larraín, que era conocido como Los Guindos y, al final, vendió la quinta de Simón Bolívar para poder comprar la Casa Maroto”.

En el lugar llegaron a trabajar hasta 60 voluntarias, quienes atendían a la población de Ñuñoa, La Reina y Peñalolén. Tenían un policlínico, servicio dental, ponían inyecciones, hacían cirugías menores y daban lo que se llamaba “la gota de leche” a niños de cero a dos años. Hasta que llegaron las termitas y con ellas la idea de buscar otro lugar. En 2006, vendieron el inmueble, declarado de conservación histórica, a Mall Plaza, que levanta ahí uno de sus centros comerciales. Con la casa en medio.

“En la práctica, es una edificación nueva”, dice Jaime Fontana, gerente de Arquitectura de Mall Plaza. Llevan un año reforzando hormigones, cambiando molduras y acercándose a la norma antisísmica actual, ya que el daño ocasionado por los isópteros no fue tan grave como el provocado por el terremoto del 2010.

Uno de los trabajos más minuciosos fue recomponer los vitrales y baldosas. Para esto último se contactó a la firma que confeccionó las piezas originales, quienes conservaban tres de las cuatro matrices utilizadas. Tuvieron que pulir el piso para poder ver la tonalidad que tenían y así poder replicarla.

Las 1.500 baldosas que cubren las tres plantas de 354 metros cuadrados fueron elaboradas a mano por cuatro artesanos. Se conservaron también las tonalidades amarillo ocre de las maderas, el marfil de sus paredes, el rojo de las molduras y el claroscuro de sus suelos.

El trabajo de conservación termina en la casa, porque el centro comercial será completamente de líneas contemporáneas.

Los tres pisos de madera de la ex Cruz Roja estarán rodeados por estructuras de hormigón y vidrio que la excederán largamente en longitud y altura. Será una especie de isla separada por cuatro y 10 metros de dos de las fachadas del nuevo Mall Plaza Egaña.

En la empresa dicen que decidieron trabajar una arquitectura “en contraste”, justamente para realzar su valor histórico. “En el mundo desarrollado nadie quiere emular lo antiguo. Lla idea es acoger una construcción histórica, oponiéndola a una arquitectura de vanguardia”, indica Jaime Fontana, quien señala como modelo de esta tendencia la pirámide de vidrio que funciona como entrada al Museo del Louvre de París.

Aún no se define con exactitud qué va a haber en la casa. Se espera la propuesta del Club de Jazz -que estaba en el sector de Macul con Irarrázaval-, y se manejan otras opciones, las que deberían conocerse a fines de año. “Va a tener un uso cultural, con posibilidades gastronómicas, para negocios tipo bistró, conservando el espíritu bohemio de la comuna”, aseguran los encargados del proyecto. Tanto la casa como el mall, desde ahora un solo conjunto, comenzarán a funcionar el primer trimestre de 2013.