350 familias que viven en la cordillera de Cochamó dejan atrás décadas de aislamiento

El CMT construye camino para que los colonos puedan acceder a centros urbanos chilenos por territorio nacional.

Las obras avanzan hacia el sur y ya se han construido 63,3 km entre las localidades de Puelo y Primer Corral, en la Región de Los Lagos.

Por Soledad Neira Farías, El Mercurio.

“¡Hola CMT, hola CMT. Aquí El Maitén!”, dice con voz ronca doña Oco (Haydeé Andrade) al intentar comunicarse con el campamento Los Cipreses del Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) del Ejército, a 45 kilómetros de su casa en Llanada Grande. “Antes estaba más cerca”, dice Haydeé con algo de tristeza. La razón es que a medida que la construcción de la ruta de penetración avanza hacia el sur, el campamento del CMT se desplaza hacia nuevos frentes de trabajo.

Luego de 15 años de faenas se han construido 63,3 km de ruta entre Puelo y Primer Corral, y al terminar este año se espera llegar a sólo 4 km de Segundo Corral, y a 10,5 km del límite con Argentina.

En la zona hay 50 efectivos del CMT, que con apoyo de civiles abren este camino para sacar del aislamiento a 350 familias que viven en el apartado sector cordillerano de la comuna de Cochamó, al oriente de Puerto Montt, en la Región de Los Lagos. Cuando la vía esté terminada, podrán acceder a ciudades chilenas sin tener que pasar por territorio argentino.

La apertura del camino calza con las huellas troperas -sendas creadas por arrieros- que los colonos usan desde hace casi un siglo. El lugar fue poblado por chilenos que emigraron a Argentina en busca de trabajo, y que luego regresaron al país desde el poblado trasandino de El Bolsón.

“A Chile entraron buscando tierra, porque el gobierno de la época se las ofreció para que poblaran este territorio”, dice Lidia Diocares (56), quien cita el relato de su abuelo ya fallecido.

“Eran puras cordilleras y selvas. Aquí no había nada. Nuestro abuelo vino solo, limpió un pedacito de tierra, sacó maleza, taló árboles, armó un ‘ruco’ (refugio improvisado) y lo cercó, porque había mucho puma. Después se devolvió a buscar a su familia, mi abuela y seis hijos”, agrega Lidia.

Por décadas, estos colonos dependieron exclusivamente de Argentina para abastecerse y llegar a ciudades chilenas. “Las mujeres hilaban, tejían, hacían ponchos, morrales y se iban a El Bolsón, a tres días a caballo, donde los vendían o hacían trueque por harina, aceite, azúcar, yerba”, cuenta Gladys Maldonado, quien vive en Río Manso. Tampoco era llegar y llevar, porque los trasandinos ponían límites: “Diez kilos de harina, 10 de azúcar… ¡¡Para todo el año!!”, agrega. “Hoy, tener un camino que ‘conecta con Chile’ ha empezado a cambiarlo todo”, dice Gladys.

Transporte y médicos

Es miércoles de pulpería en Llanada Grande. Al poblado llegan hombres y mujeres a caballo con sus “pilcheros”, los animales que llevarán los víveres que cada 15 días les trae una “pulpería rodante” (camión).

Llueve intensamente, pero Martín Vargas, cubierto con su manta de lana, ni se inmuta. Sólo le preocupa la llegada del transporte que le trae concentrado, el alimento para sus bueyes.

“Desde que empezaron a hacer el camino que estoy viniendo”, dice Rafael Galdámez, el dueño de la “pulpería rodante”, un comerciante de Osorno que viaja a la zona cada 15 días, con víveres y encargos.

En el lugar también hay un supermercado que vende desde rifles y jabalí por kilos hasta frutas y verduras, verdaderas delicatessen en esta zona. Juan Matamala, encargado del local con el único teléfono del pueblo, dice que antes se abastecían sólo por avión: 700 kilos de carga mensuales, lo que disparaba los precios.

Gladys llegó a Llanada Grande por la ronda médica, que se hizo más frecuente con la construcción del camino. Antes la única forma era por avión o “a caballo, y me demoraba tres días en ir y volver a Río Manso”, dice.

“El camino nos trajo muchas cosas. La locomoción, para empezar. Antes era peor, cuando no había barcaza había que cruzar el lago Tagua Tagua en bote, cuatro horas o más, a puro remo”, explica Gladys. Mientras, doña Oco persevera con su misión de operadora radial: “Desde chica escuchaba que iba a haber camino, pero parecía un sueño”.

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TRAZADO

La ruta Puelo con Argentina tiene 88,8 kilómetros, 81,8 km de camino y 7 km de cruce del lago Tagua Tagua.

Condiciones extremas de construcción

Abrir el camino en la abrupta zona cordillerana de Los Lagos implica romper toneladas de roca con explosivos o trabajar en sectores pantanosos con temperaturas bajo cero y lluvia constante.

Pero lo más complejo es cruzar los ríos que corren encajonados entre acantilados o se desbordan por los deshielos. Hace algunas semanas, la Dirección de Vialidad del MOP instaló un puente mecano de 60 metros de largo, que permitió al personal del CMT cruzar un difícil paso sobre el río Puelo y avanzar hacia la localidad de Segundo Corral.

Para el comandante del CMT, Ricardo Frávega, “estos caminos permiten tener un amplio control sobre el territorio nacional e integrar a la gente que vive en estos lugares apartados para que se sientan chilenos como son y no que tengan que depender de Argentina para ir a sus compras, o recibir atención de salud del otro lado de la cordillera”.