Restaurarán la embajada de Brasil, un hito del barrio Dieciocho

A principios del próximo año comenzará la remodelación del Palacio Errázuriz. Este inmueble de 1872 desde hace 71 años es la sede diplomática brasileña.

por Evelyn Briceño, La Tercera

Corría julio de 1989 y la Selección de Fútbol se enfrentaba a Brasil en las clasificatorias para el Mundial de Italia 90. Los chilenos perdían 1 a 0 en el estadio Maracaná y el arquero nacional Roberto Rojas simuló una agresión por parte del público -el famoso bengalazo- para que el partido se suspendiera. En Santiago, un grupo de crédulos hinchas llegó hasta Alameda con Manuel Rodríguez, lanzó piedras y protestó en la sede de la embajada de Brasil por la supuesta agresión a La Roja.

Más allá de esa anécdota, pocos saben que se trata de un inmueble con 140 años de antigüedad, que será restaurado a partir del próximo año.

Es el Palacio Errázuriz, construido en 1872 bajo inspiración neoclásica por el arquitecto italiano Eusebio Chelli, el mismo de la iglesia Recoleta Domínica y de la Catedral. Desde 1941 es la sede de la representación brasileña. En el terremoto del 27/F sufrió daños que no alcanzaron nivel estructural. Sin embargo, su refacción se justifica, porque desde los años 80 que no se hacían en él trabajos de envergadura.

En la representación diplomática explican que, como política, el gobierno de Brasil fomenta tener como sedes en el extranjero edificios históricos, tal como ocurre en Roma, Moscú o Washington.

“Queremos permanecer en este precioso palacio del centro de Santiago, cuidarlo y protegerlo”, señala Carlos da Fonseca, ministro consejero.

El proyecto de restauración fue diseñado por Ossa Arquitectura y la española IPiña+Nieto Arquitectos. Los responsables detallan lo que se hará: arreglarán grietas, retocarán los pisos de madera y de mármol, pintarán fachadas e interiores y en el segundo piso (sector más privado, por estar ahí los dormitorios del embajador y su familia) se instalará tecnología de punta en sistemas de calefacción y de comunicaciones, pero de forma disimulada. “El espacio conservará su apariencia del siglo XIX, pero con todas las comodidades del siglo XXI”, dice Juan Francisco Ossa, uno de los profesionales a cargo.

Tal como ocurrió después del “maracanazo” del “Cóndor” Rojas, la zona del palacio que da hacia la Alameda sufre con cada manifestación o marcha. Por eso, también se hará hincapié en poner una barrera vegetal que proteja tanto la terraza que se asoma hacia la calle como una galería interior, luminosa y delicada, que casi no se usa.

Romántico parque

En los años 50, la embajada agregó un nuevo edificio, en el costado sur del terreno (que da hacia Alonso Ovalle), para ubicar ahí las oficinas del resto del personal diplomático. Esta construcción imita el estilo neoclásico del palacio, pero sin su brillo. Por eso, uno de los objetivos del proyecto será “devolverle su protagonismo al palacio y a su parque, versus el resto del conjunto”, dice el arquitecto Jorge Nieto.

La fachada del pabellón más moderno que da hacia el jardín se rodeará con láminas de madera que lo taparán -sin quitarle luminosidad- e integrarán a la vegetación. “Así, se disimulará tras los árboles más antiguos”, explica Nieto.

La arboleda centenaria, la piscina y las estatuas francesas que dan vida al área verde de la casona del siglo XIX recuperarán su esplendor gracias al trabajo de las paisajistas Cecilia Rencoret y Carla Rüttimann. Destacan que se mantendrá el estilo romántico del espacio, con sus eucaliptos, cedros, araucarias y magnolios, y se incorporará una explanada de pasto al centro del parque.