El largo adiós de la Galería El Patio, un clásico que lucha por sobrevivir

Es una especie de oasis en medio de Av. Providencia, pero todo indica que vive sus últimos días.

por Vadim Vidal, La Tercera

Hace una semana, Cecilia Pizarro, dueña de la librería Australis y quien lleva más años en la Galería El Patio, tiene en su poder la carta donde se indica que debe dejar su local cuando termine el contrato de arriendo. Lo mismo sucede con los demás arrendatarios de los negocios ubicados en el sector oriente del pasaje. Sus vecinos del ala poniente no han sido notificados de nada aún.

Todos arriendan: mientras los notificados lo hacen a la familia Alcalde Ochagavía, los segundos, al Hogar de Cristo, quien recibió la propiedad como herencia del pintor Pablo Burchard.

En esa entidad de beneficencia dicen que han recibido ofertas de inmobiliarias para quedarse con estos terrenos de Avenida Providencia, entre Antonio Bellet y Padre Mariano, pero que todavía no deciden nada y que los locatarios serán los primeros en saber si hay novedades.

Por su parte, Luis Alberto Alcalde, uno de los herederos del otro sector de la galería, señala que hace cuatro años existe un acuerdo de venta conjunta con el Hogar de Cristo. A su juicio, la solicitud de los locales no obedece a una oferta en particular. Simplemente, no se renovarán los contratos.

Según los afectados, el objetivo de desocupar los locales sería obligar al Hogar de Cristo a vender. Como sea, la verdad es que en marzo de 2013 la mitad de este espacio estará vacía. El inicio del fin de un proyecto concebido hace 35 años.

Ojo con el arte

“Qué fantástico que el arte se ha venido al barrio alto”, decía una de las asistentes a la inauguración de la galería “Patio”, según la prensa de 1967. En ella se destacaba la buena iluminación del recinto y la altura de sus techos, que permitía una buena perspectiva para apreciar la colección de acuarelas y dibujos del pintor y Premio Nacional de Arte Pablo Burchard Eggeling.

Desde principios de los 60 y hasta su muerte, en 1991, la casona azul de dos pisos con una frondosa enredadera perteneció al pintor y arquitecto Pablo Burchard Aguayo, hijo del Premio Nacional. Fue él y el propietario de la casa contigua, el constructor Arsenio Alcalde Cruchaga, quienes abrieron sus patios interiores a la calle para instalar una galería de arte.

Carolina Landea, sobrina del pintor, recuerda que en 1969 se expusieron los telares de Violeta Parra. “Después mi tío se fue como agregado cultural a México y a España”, señala. De vuelta al país vería cómo su proyecto inicial iría mutando.

“A comienzos de los 80 la galería estaba muerta”, asegura Cecilia Pizarro. Según cuenta, las exposiciones darían paso al arriendo de locales. Ella llegó junto a su padre con la librería Chile Ilustrado, especializada en primeras ediciones. Ahí convivirían con Books y Lila, la primera dedicada a libros en inglés y la segunda especializada en temas de género. “Hacíamos de todo para que la gente entrara”, recuerda Pizarro. “Lanzamientos y una feria de las pulgas los sábados, la que tuvo que terminar por orden de Impuestos Internos”, añade.

“No ganábamos dinero; era una cruzada humanitaria, no un negocio”, sentencia Francisco García-Huidobro, propietario de El Kiosko, librería sobre ecología que llegó al lugar en 1985.

Un año antes, el inglés Thomas Drove abrió uno de los primeros pubs de la capital, el Phone Box Pub, ubicado en la entrada de la galería, junto a una centenaria parra que le sirve de terraza. Los concesionarios actuales conservan la primera boleta cursada el 2 de febrero de 1984 por $30 de la época. Para dejar en claro su propuesta -con platos de tugurio galés como el pastel de carne con salsa de riñones, grupos de rock en vivo y sus trece tipos de schop-, el dueño recreó una cabina telefónica roja típicamente británica como entrada.

Si el pub convocaría a turistas extranjeros, el Café del Patio, abierto a fines de 1988 por Francisco García-Huidobro, albergaría a la escena cultural.

La voz de los noventa

Era sólo un pasillo al final del patio, pero con el tiempo fue creciendo junto al número de visitantes y nombres ligados a la vanguardia de los primeros años de la democracia. Fue el lugar donde debutó Alvaro Henríquez en la capital, en una performance de Germán Bobe, donde Alejandro Jodorowsky hizo sus multitudinarias lecturas de tarot. También, donde llegaban visitantes ilustres como los integrantes del Cirque du Soleil, el cantante Manu Chao o el pintor Oswaldo Guayasamín, quien bebía siempre cognac Courvoisier. “Roberto y Lalo Parra siempre me decían que este era el único lugar de Plaza Italia para arriba al que venían”, recuerda García-Huidobro, quien asegura que volverá a abrir su café en alguna otra ubicación.

A su juicio, terminar con la galería es una pequeña tragedia. “No sólo para la comuna, sino también para la cultura capitalina”, remata con resignación.