Creando una fundación, los ex residentes de edificio Alto Río buscan “dar vuelta la página”

En el mismo lugar donde el 27-F cayó el inmueble, los sobrevivientes de la tragedia quieren levantar un lugar donde otras familias aprendan sobre catástrofes.

por Sebastián Henríquez El Mercurio

“Que esto no se vuelva a repetir, que otros aprendan de nuestra experiencia”. Así resume Mónica Molina, coordinadora de la comunidad de ex residentes del Alto Río, el objetivo detrás de la creación de la Fundación que llevará el nombre del edificio que colapsó el 27 de febrero de 2010.

La iniciativa aún es incipiente, pues no ha recibido su personalidad jurídica, pero ya tiene clara su misión: crear un centro de investigación en desastres naturales enfocado en educar a la comunidad, para que ésta sepa cómo reaccionar ante una catástrofe.

La idea nació en septiembre, poco antes de la demolición de los restos del edificio, cuando un grupo de profesionales quiso construir un memorial en el lugar donde estuvo emplazado Alto Río.

Según Patricio Mora, presidente de Proyecta Memoria, la agrupación que planificó la iniciativa, “la intención era dejar un registro, que no se volviera a construir ahí otro edificio, pues se estaría matando el recuerdo de lo que allí pasó”.

Sin embargo, Mónica Molina cuenta que a poco andar, todos se dieron cuenta de que había una oportunidad “más grande”. La misma tragedia que significó la muerte de ocho personas y que dejó 79 heridos podía ser una experiencia útil para otros. Para los sobrevivientes, además se convirtió en una oportunidad para “dar vuelta la página” con optimismo.

“Cuando vives una experiencia tan dolorosa como la nuestra, la tendencia es a centrarse en el dolor y seguir victimizándose”, afirma Molina, de profesión psicóloga, añadiendo que “no queremos que otras familias pasen por lo que nosotros pasamos”.

Por eso quieren levantar en ese lugar el centro para articular iniciativas de investigación y crear redes que les permitan preparar a la comunidad. “Quisimos hacer algo que contribuyera más a la sociedad y al país”, agrega Mora.

De momento, el equipo trabaja en los estatutos de la agrupación, los que están siendo revisados por los ex propietarios y arrendatarios del edificio. Hasta ahora, ya tienen asistencia de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón.

De hecho, hace unos días el especialista nipón Fusanori Miura recorrió junto a ellos localidades afectadas por el maremoto del 27-F. Esta reunión los marcó.

“En Japón han aprendido a preservar la memoria de los hitos”, asegura Molina, quien afirma que “el chileno quiere anular el recuerdo, quiere hacer como que no pasó: ‘Vamos a demoler, a deshacer todo aquello que nos recuerde el desastre’. Nosotros queremos aprender de ese dolor. No queremos borrar la memoria, queremos recordar, pero en un buen sentido, con un aprendizaje”.

Y conscientes de que al proyecto aún le quedan muchos pasos que dar, Patricio Mora asegura que todo valdrá la pena si logran “revertir lo negativo que representó el lugar y representar cómo las familias se saben reinventar después de la catástrofe”.

ALTO RÍO
El colapso del edificio dejó ocho personas fallecidas y 79 heridas.