Dos extraños en bicicleta

Joost Notenboom y Michiel Roodenburg dejaron sus familias y perdieron a sus novias en Holanda para recorrer 30 mil kilómetros en dos ruedas por una causa ecológica. Hoy están en Chile.

por Paulo Muñoz, La Tercera

Era mediados de 2009 y los estudiantes de la Universidad Erasmus de Rotterdam Joost Notenboom (29) y Michiel Roodenburg (26) comenzaron a forjar un sueño que están a poco de cumplir: recorrer 30 mil kilómetros arriba de bicicletas de bambú.

El espíritu aventurero los llevó a viajar a Medio Oriente y mientras estaban en una hospedería en Irán, los conmovió la historia de un adolescente francés que recorría en su bicicleta parte de Africa y Asia. “Pensamos que era un loco. Hablamos con él y tenía historias muy interesantes que contar. Dijimos que ‘chevere’, tenemos que hacer algo como eso”, cuenta en un dificultoso español, Joost Notenboom, quien junto a su compañero de aventura llegó hace una semana a Chile.

Pero la idea no sólo sería poner a prueba su espíritu deportista, sino también concientizar a los distintos países que recorrerían, sobre la crisis mundial del agua. El 4 de julio de 2010, y con el apoyo de empresas como KPMG International, iniciaron en Alaska, la travesía que los llevaría por gran parte del continente americano. Dos carpas, botellas de agua, algunos alimentos, ropa y repuestos eran parte de los 60 kilos de peso que a diario debían soportar sus llamativas bicicletas confeccionadas en bambú. El paisaje blanco de los glaciares del país norteamericano, contrastaba con el trayecto por el desierto mexicano, que, según relatan, los mantuvo cinco días sin tener contacto con comunidades.

Sin embargo, sería la localidad de Xepatán, en Guatemala, donde lograron materializar por primera vez su objetivo: “Cicleando por agua”. Ríos contaminados con pesticidas eran la única fuente de líquido que tenían las comunidades y, por ello, Joost y Michiel les enseñaron, en un par de semanas, a construir bombas de agua artesanales con dispositivos de limpieza del líquido. “Las bombas de nosotros fueron hechas sólo con machetes y con materiales que recolectamos allá. La idea era enseñar a la gente hacer sus propias bombas”, agrega el joven.

Con una cámara fotográfica han registrado las experiencias vividas durante estos 17 meses de travesía que, además, los ha llevado por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Nacidos en un país caracterizado por estar bajo el nivel del mar, los mayores problemas físicos los vivieron cuando debieron cruzar desde Perú hacia el altiplano boliviano. Fueron más de cuatro mil metros de altura que terminaron por apunar a Notenboom: “Cada 10 minutos tenía que parar, no podía respirar, me dolía la cabeza y después debía andar lento. Sólo una semana después ya nos sentimos mejor, eso fue lo más duro”.

Ya adaptados a la altura, su llegada al salar de Uyuni les provocó más de un inconveniente para afrontar el frío.

“Habían 25 grados en el día, pero durante la noche eran menos 10 grados y mi carpa se rompió, no podía cerrarla durante varias noches. Tenía mucho frío. Me tapaba con lo que tenía, pero era muy helado”, agrega Notenboom.

De Chile dicen sólo haber escuchado del conflicto por la construcción de la central de HidroAysén y de Valparaíso”. Todo el mundo dice que la mejor fiesta de fin de año está en Valparaíso”, cuentan los estudiantes holandeses, que esperan terminar su aventura en marzo próximo en la localidad argentina de Ushuaia. Tras ello apuestan a volver en avión a Holanda y recuperar a sus novias, que perdieron tras embarcarse en la aventura.