El último y soleado día de la jornada dieciochera

No fueron las grandes celebraciones del Bicentenario, pero la gente salió copiosamente a festejar en distintas comunas de la capital, en familia y con alegría.

(La Tercera – 20/09/11)
Por Tamara Meruane

Mote con huesillo, helado de barquillo, sombrillas chinas, abanicos, sombreros y chupallas: todo servía para pasar o esconderse del calor.

Ayer, un brillante sol se extendía por el parque Padre Hurtado en su Semana de la Chilenidad, y su público decía que de todos modos había que aprovechar el último día de Fiestas Patrias. Así fue como vecinos de la comuna de Las Condes, de Santiago y de lugares tan distantes como España, Canadá o Alemania, llegaron al recinto para disfrutar de lo más tradicional del campo chileno -mirando a los espigados caballos y a sus jinetes con chamanto- o bien los platos más esperados de cada 18.

El lugar generaba una alegría auténtica en los fanáticos de la comida: cordero, anticuchos, empanadas de varios tipos, postres chilenos y terremoto, a cargo de los cuatro locales de La Piojera, que llenaron las ansias de los comensales y los bolsillos de los locatarios a la hora de almuerzo. “Este ha sido un gran año, a quien le preguntes te dirá lo mismo”, decía Eleuterio Saldía, del “Guatón Mentiroso”.

Eso sí, acá el ofertón de última hora no se estila: “Nosotros acá no vamos a bajar los precios, cuando nos queden pocos anticuchos los vamos a subir a $ 5.000. Es la ley de oferta y demanda”, explicaba, mientras sonríe, Miguel Burgos, del “Establo del Potrillo”.

Los que sí aseguraban, como cada año, que rematarían a bajos precios la mercadería comprada eran los locatarios del Parque O’Higgins, que ayer recibió a miles de personas gracias a la Parada Militar.

Luego de este fin de semana largo, no sólo ellos se beneficiaron con las visitas a la elipse, sino que todo el comercio informal de Blanco Encalada y Avenida Matta, que se hacía presente con puestos improvisados, en los que se podía comprar desde sopaipillas hasta poleras y pañuelos.

En tanto, el Parque Inés de Suárez, en Providencia, alojó a las celebraciones patrias con comida típica y bailes, pero también a una gran feria artesanal, con joyas pascuenses, tejidos chilotes y platería mapuche.

De carácter más familiar, el encuentro apostó por juegos mecánicos y una gran carpa de circo, con espectáculos acrobáticos de equilibrio en altura. Esta preferencia también se vio reflejada en detalles, como que las latas de cerveza que se compraban en el recinto eran tapadas con servilletas azules, con el logo de la Municipalidad de Providencia.

Un ambiente familiar y alegre, en el que los niños, junto a sus padres, elevaban volantines o descansaban en mantitas de polar, aprovechando las últimas horas antes de volver a lo cotidiano