Cómo es vivir hoy en el centro de Santiago en medio de las protestas

Entre lacrimógenas, semáforos arrancados del suelo y amagos de incendio, la mayoría de los vecinos hacen sus vidas.

(La Tercera – 16/09/11)
Por Cristián Labarca B.

Se fueron a vivir al centro porque ahí están sus trabajos y los colegios de sus hijos o, simplemente, porque les gusta. Compraron departamentos en edificios nuevos con vistas a la Torre Entel, la Alameda o el Parque Almagro. Todos viven en el perímetro comprendido por las calles República, Alameda, Paseo Bulnes y Santa Isabel, una de las zonas donde los efectos de las marchas estudiantiles se ha hecho más evidente.

Algunos ya emigraron lejos del centro de Santiago, otros están pensando en irse, y a un último grupo, ni siquiera se le ha pasado por la cabeza. Mal que mal, la zona posee amplias ventajas, como el acceso al Metro y al Transantiago, cines, teatros, restaurantes, centros culturales, lugares patrimoniales y servicios públicos.

Pero es un hecho que entre Arturo Prat y República seguirá siendo lugar de paso de las manifestaciones de los capitalinos. Frente a esta realidad, Mauricio (29), quien vive en el último piso de un edificio en calle Nataniel Cox, ya tomó la decisión de arrancar. Su edificio fue atacado el martes 9 de agosto por una turba de encapuchados que, en cuestión de minutos, saqueó y destruyó el acceso al lugar y golpeó a su conserje. Se enteró de todo durante su hora de colación, mientras miraba un televisor.

“No sabía qué hacer. Cada tanto interrumpía mi pega y me informaba por internet. Cuando llegué en la noche me encontré con el edificio cercado, rodeado de escombros y tal como está ahora: con las planchas de madera donde había ventanales. Fue chocante encontrar todo destruido”.

Otra es la experiencia de Alejandro, residente del edificio Don Eduardo, en San Ignacio: “Vivo a metros de la Utem y he visto cómo en las marchas arrancan el semáforo de la esquina, que después vuelven a poner. Pero no he pensado en cambiarme de barrio, porque son más las ventajas que los problemas: este es un lugar céntrico, con buena actividad y parques”.

Vicente Domínguez, director ejecutivo de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, dice que estos hechos bajan el valor de las propiedades, “pero las inmobiliarias confían en que la gente tiene internalizado que esto va a ser transitorio. Si se prolongara a un año, tendrán que asumir que no habrá ventas. Por ahora, no se puede tomar ningún tipo de medidas. Si se cambia nuevamente el trayecto de las marchas, entonces se dañaría a otros sectores”. Es lo que piensa Mauricio, que ha pensado en cambiarse, pero así y todo no quiere irse del centro.

Las inmobiliarias declinan referirse al tema de la salida de algunos de los dueños o arrendatarios de sus edificios. Pero está pasando.

Marisol vive hace un año en el tercer piso de un edificio emplazado en la esquina de Sazié con Manuel Rodríguez y no fue por televisión que supo lo que pasaba frente a su casa, sino que en vivo y en directo. “Soy alérgica y mi hija de nueve años es asmática. Para la última protesta nos encerramos en el baño, pero ni así logramos evitar los efectos de las lacrimógenas. Mi hija estaba ahogada y tuvimos que esperar la noche para ir a comprar medicamentos”, relata.

A un tema de salud se le sumó uno práctico. “Hace dos semanas, los manifestantes no dejaron pasar al furgón que viene a buscar a mi hija para llevarla al colegio. (El chofer) Está molesto, estresado, y ya no quiere venir a recogerla más. Esto está interfiriendo en mi calidad de vida”, explica Marisol.

Domínguez añade que esta situación es similar “a lo que vimos cerca del Estadio Nacional, antes o después de los partidos” y que sólo afecta a este sector hace algunos meses, cuando se empezó a desviar a los manifestantes que marchaban por Alameda hacia el Parque Almagro.

Al pie del cañón

“Este es un barrio activo, multicultural y multirreligioso”, destaca Verónica (39), enamorada de su barrio, ubicado a una cuadra del punto de reunión de los actos, el Metro Los Héroes. “Yo estoy a favor de las demandas de los estudiantes. Con mi pareja muchas veces hemos querido participar. Es sólo que no estamos de acuerdo con el lumpen y solamente hemos desistido”.

Alberto, en cambio, pese a que ha visto desórdenes desde el balcón de su departamento de Santa Isabel, es un defensor de la causa estudiantil. “Para el cacerolazo hubo manifestaciones abajo, pero no me importa. Si elegí el centro es porque acá pasan las cosas más importantes de la ciudad y asumo el costo de una causa justa”.

El alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, dice que el problema es que esto ha obligado a algunos vecinos a vender sus casas a valores mucho menores . “En eso no piensas los que marchan”, dice.

En el edificio Don Eduardo, de calle Eleuterio Ramírez, Paulina dice: “Estábamos bien hasta que comenzaron las manifestaciones. No me puedo cambiar, porque compramos hace sólo un año, entonces lo estamos pagando recién. Si pudiera, mi iría inmediatamente, por mis hijos más que nada, porque mi marido y yo trabajamos fuera todo el día”.

Los vecinos se querellan

El pasado 11 de agosto un grupo de vecinos de Santiago, junto al alcalde Pablo Zalaquett, interpusieron un Recurso de Protección contra el Colegio de Profesores y la Confech, por los daños que sufrieron sus viviendas y locales comerciales tras la marcha convocada dos días antes por esas organizaciones .